EFE. MARCA.- El odio expreso de grupos de ultras alemanes contra el empresario Dietmar Hopp, mecenas del Hoffenheim, amenaza con generar una polarización en los estadios de la Bundesliga entre parte de la afición y los directivos de los clubes y de la federación.
El fin de semana fue una especie de anuncio de lo que puede pasar. Lo más espectacular ocurrió en Sinsheim, donde los jugadores del Hoffenheim y del Bayern hicieron una especie de «huelga» en los últimos 13 minutos como muestra de rechazo a insultos contra Hopp provenientes de la curva del Bayern.
Pero en otros estadios –en Dortmund, en Colonia y en Berlín- también hubo incidentes, con pancartas insultantes contra Hopp e interrupciones parciales de los compromisos.
«Creo que todos los involucrados tienen que buscar una fórmula para detener esta escalada. Si no ocurre algo, creo que vendrán tiempos turbulentos», dijo en declaraciones al diario ‘Bild’ el director de la Coordinadora de Proyectos de Seguidores, Michael Gabriel.
Hopp, mecenas amado y odiado
Hopp, de 79 años y confundador del consorcio informático SAP, es uno de los hombres más ricos de Alemania. La revista Forbes estima su fortuna en 10.200 millones de euros.
El Hoffenheim actual puede considerarse prácticamente como un invento de Hopp que ha destinado sumas millonarias a equipo lo que ha ayudado a que un conjunto de pueblo se convierta en un club de la élite alemana que lleva ininterrumpidamente en la primera categoría desde 2008.
Hopp financió el ascenso del Hoffenheim -también toda su infraestructura a través de una fundación y actualmente el club es autosuficiente, gracias a los ingresos por traspasos de jugadores.
Desde 2008 -cuando el Hoffenheim ascendió a la Bundesliga- los ultras del Borussia Dortmund convirtieron a Hopp en su blanco de ataque y en símbolo de la comercialización del fútbol.
Hopp es acusado por sus detractores de ser uno de los responsables de la flexibilización de la llamada regla del 50+1, según la cual al menos el 51 por ciento de un club debe estar en manos de sus socios y los inversores externos no pueden tener más del 49 por ciento.
A esa regla se contempla una excepción para inversores que han estado activos en un club por 20 años o más. Esa excepción originalmente se llamó inicialmente de forma peyorativa «lex Leverkusen» en alusión a la relación del equipo de las aspirinas con el consorcio Bayer. La excepción también favorece al Wolfsburgo, propiedad de VW, y al Hoffenheim, donde Hopp tiene una participación de más del 90 por ciento.
Sin duda, era más fácil arremeter contra una persona concreta que contra un consorcio y así lo hicieron los ultras del Dortmund. Una ironía en toda esta historia es el que el Dortmund, cuyos ultras se han convertido en adalides de la lucha contra la comercialización, es el único club alemán que cotiza en bolsa.
Entre los defensores de Hopp, uno de los más notables es el presidente del Consejo Directivo del Bayern, Karlheinz Rummenigge. «En lugar de insultarlo deberían hacerle un monumento», dijo después del partido de su equipo contra el Hoffenheim.
Como mecenas, Hopp también ha apoyado guarderías, centros de investigaciones contra el cáncer y proyectos para deportistas aficionados.
La sanción contra el Dortmund
La razón por la que la campaña contra Hopp que vienen realizando los ultras del Dortmund desde 2008 haya alcanzando su punto culminante en los últimos días se debe a una sanción impuesta por la Federación Alemana de Fútbol (DFB) el pasado 20 de febrero.
La DFB prohibió que los seguidores del Dortmund acompañen a su equipo en los partidos a domicilio contra el Hoffenheim durante los próximos dos años. La sanción era una reacción a pancartas insultantes, que incluían veladas amenazas de asesinato. La imagen más discutida es una foto de Hopp encerrada en la mira de un fusil.
El 20 de diciembre, en el último partido del año, en una pancarta los hinchas del Dortmund le desearon feliz navidad a todos y Hopp su última fiesta de navidad.
El «castigo colectivo» contra los aficionados del Dortmund generó las reacciones de grupos ultras de otros equipos. La más inesperada fue la de los ultras del Bayern, pues las relaciones entre el club bávaro y e Hoffenheim han sido siempre excelentes.
La reacción de los dos equipos tras la interrupción fue un gesto a favor de Hopp, que fue vitoreado por la mayor parte de los espectadores en los minutos finales. Sin embargo, los grupos de ultras del Bayern, en una declaración a través de una página web, han defendido su acción y han calificado de desproporcionada la reacción.
Rummenigge ha anunciado castigos ejemplares y la DFB sanciones al Bayern. Los ultras, por su parte, han hecho una observación que puede sonar a amenaza. «Si en el futuro se interrumpen todos los partidos por insultos semejantes ningún partido durará noventa minutos», dijeron en su declaración que, entre tanto, han retirado de la red.