El País/María Antonia Sánchez-Vallejo .- La policía impide que el familiar de una de las 10 víctimas mortales linche al joven, de 19 años, tras mostrar su “profundo arrepentimiento” por el ataque.
De nada le han servido las disculpas al supremacista blanco Payton Gendron, culpable de matar a 10 afroamericanos en un supermercado de Búfalo (Nueva York) en mayo pasado. El autor de la matanza, que ha mostrado su “profundo arrepentimiento” ante las familias de sus víctimas, ha sido condenado este miércoles a cadena perpetua, una pena que cumplirá íntegramente, sin posibilidad de libertad condicional, en un Estado que no aplica la pena de muerte.
Durante la última sesión del proceso contra Gendron, caótica y muy emotiva por la intervención de 13 familiares de las víctimas, un hombre se abalanzó sobre el reo. Este se había declarado culpable previamente de 10 cargos de asesinato en primer grado y un único cargo de terrorismo doméstico motivado por el odio, por el tiroteo masivo que el pasado 14 de mayo tiñó de luto la ciudad, de 277.000 habitantes y situada al norte del Estado de Nueva York. El lugar elegido intencionadamente para el ataque, un supermercado de una popular cadena con gran implantación en la zona, se encuentra en la parte de Búfalo más desfavorecida, habitada en su mayoría por población afroamericana de bajos recursos.
De los trece familiares que tomaron la palabra durante la vista, Simone Crawley, cuya abuela resultó muerta en el tiroteo, calificó a Gendron, de 19 años, de “cobarde racista”, mientras pedía responsabilidades a quienes hicieron la vista gorda ante la creciente radicalización del joven. Durante su declaración, otro familiar tuvo que ser sujetado por la policía tras abalanzarse sobre Gendron y varios más prorrumpieron en gritos y abucheos. La sentencia fue dictada por la jueza Susan Eagan, del tribunal del condado de Erie, demarcación a la que pertenece Búfalo, durante una vista especialmente dramática. “”Nunca volverá a ver la luz del día como un hombre libre”, dijo la jueza a Gendron, tras leer una declaración sobre los efectos nocivos del racismo institucional y la supremacía blanca, que calificó de “cáncer insidioso en nuestra sociedad y nuestra nación”.
Gendron, que dijo estar “muy arrepentido” del ataque y atribuyó su inspiración a contenidos de Internet, dijo que con su acción no quería provocar otros asesinatos racistas, aunque tenía planes para perpetrar un segundo ataque también contra afroamericanos. “Disparé y maté a gente porque eran negros. Mirando atrás ahora, no puedo creer que realmente hiciera eso”, pretextó mientras los familiares asistentes interrumpían su declaración con gritos y sollozos. La jueza se vio obligada a desalojar la sala y reanudar la vista más tarde, mientras aseguraba comprender la rabia de la audiencia hacia Gendron. Las víctimas tenían edades comprendidas entre los 20 y los 86 años, como la abuela de Crawley.
El tiroteo de Búfalo, que fue seguido pocos días después por la matanza en la escuela de Uvalde (Texas), provocó un abierto debate en el interior del Estado, uno de los más restrictivos en lo tocante al acceso a las armas. Pese a los antecedentes de Gendron, que había manifestado en Internet su intención de atacar su instituto, y había pasado una evaluación psiquiátrica a consecuencia de ello, las llamadas leyes de bandera roja, que permiten a un juez ordenar la retirada de un arma a quien constituya un peligro para sí mismo o para terceros -como Gendron-, no funcionaron. El joven retransmitió en directo el ataque en las redes sociales después de publicar en Internet un documento de 180 páginas inspirado, según dijo, en discursos de odio, como la teoría del gran reemplazo (la sustitución de la población blanca por otras razas).
La conmoción provocada por los tiroteos de Búfalo y Uvalde contribuyó al primer acuerdo bipartidista de control de armas en tres décadas. Aprobada por el Congreso en tiempo récord, y aunque modesta para la intención inicial del presidente Joe Biden, que pretendía prohibir la venta de fusiles de asalto y elevar la edad legal para adquirirlos, la ley es sin embargo el primer paso desde 2004, cuando los republicanos dejaron extinguirse una ley de control impulsada una década antes por los demócratas.