El país centroeuropeo acudirá a las urnas el próximo 29 de febrero para elegir Gobierno. En un clima político muy enturbiado, todas las encuestas sitúan al ultraderechista Partido Popular Nuestra Eslovaquia en segundo lugar, circunstancia que amenaza con bloquear la vida política del país.
Eslovaquia celebrará unas decisivas elecciones parlamentarias el próximo 29 de febrero. Según los sondeos, el bloque gobernante, una coalición que conforman el partido socialdemócrata Dirección-Socialdemocracia (Smer), el nacionalista Partido Nacional Eslovaco (SNS) y el Partido de la Comunidad Húngara, podría no sumar frente a una oposición que tampoco tiene muchas opciones de conformar una mayoría estable.
La cita electoral está fuertemente marcada por el auge del partido Kotlebovci-LSNS (Partido Popular Nuestra Eslovaquia, en castellano), liderado por el neonazi Marian Kotleba: varias encuestas lo sitúan como la segunda fuerza política en el Parlamento, tras haber sido quinto en las elecciones legislativas de 2016. El último sondeo de una televisión privada eslovaca otorga a los neonazis de Kotleba un 11,7% de los votos, sólo por detrás del gobernante partido Dirección-Socialdemocracia. El auge de la ultraderecha amenaza con complicar la formación de Gobierno y paralizar el país.
Eslovaquia vuelve a las urnas once meses después de las elecciones presidenciales celebradas en marzo de 2019 y con el debate político muy enturbiado por las consecuencias del asesinato del periodista Jan Kuciak en febrero de 2018. Las investigaciones posteriores han revelado amplias redes de corrupción que implican a todos los Gobiernos eslovacos durante el siglo XXI.
El auge de la ultraderecha preocupa a la presidenta del país, Zuzana Čaputova, una abogada ecologista y europeísta que la pasada primavera se convirtió en la primera mujer en presidir Eslovaquia. Čaputova ganó en marzo de 2019 con un amplio margen tras obtener el 58,4% de los votos. Muy lejos quedó entonces el neonazi Kotleba, quien apenas obtuvo el 10,39% de los votos y no pasó la segunda vuelta. Pero ahora el escenario político ha cambiado: Kotleba puede resultar decisivo para la formación del Gobierno y eso ha disparado todas las alarmas del resto de partidos.
Los puntos clave del programa de Kotlebovci-LSNS
La formación liderada por Marian Kotleba se presenta como un partido que «desde su creación, ha estado tratando de evitar nuevos robos de Eslovaquia por parte de políticos y parásitos» y establece diez mandamientos como pilares fundamentales de su política.El programa promete «eliminar el trato preferencial de las personas gitanas sobre las personas decentes»
Entre estos puntos destaca la regularización de las armas para proteger la vida y la propiedad, cimentar la educación en los valores tradicionales nacionales y cristianos, y la recuperación de la milicia para que las «personas decentes tenga la oportunidad de participar en la vida de los seres queridos».
El partido también rechaza la restricción de la soberanía de los Estados a la Unión Europea y propugna el cierre de fronteras, con especial hincapié en las «hordas de inmigrantes musulmanes» y la población gitana. De hecho, el programa promete «eliminar el trato preferencial de las personas gitanas sobre las personas decentes».
Además, las políticas de su líder difícilmente pasan desapercibidas. La veneración por el pasado antisemita de su país en los años cuarenta del siglo XX y el desdén hacia los gitanos y otras minorías son varios de los mantras que Kotleba ha arrastrado a su partido.
El Fiscal trató de disolver el partido
En abril de 2019 el Tribunal Supremo eslovaco respondió a la moción que el fiscal Jaromír Čižná presentó en mayo de 2017, donde se pedía la disolución del partido de ultraderecha por ser «un partido extremista con tendencias fascistas«.
No habría sido la primera vez que se disolvía un partido. En 2006, el Tribunal Supremo disolvió uno de los partidos fundacionales de Kotlebovci-LSNS, la Unión Eslovaca – Partido Nacional, por actividades anticonstitucionales.
No obstante, en este caso el Tribunal Supremo afirmó que los estatutos, el programa y las actividades del partido no entraban en conflicto con la Constitución y las leyes democráticas, por lo que el partido siguió su camino.
Finalmente, la negativa del Tribunal Supremo fue utilizada por el propio Marian Kotleba como pretexto para afirmar que su partido era legítimo: «Hoy se ha confirmado que somos un partido legítimo que participa democráticamente en la vida política».