20 Minutos.- Según la Estadística de las Enseñanzas no universitarias. Alumnado con Necesidad Específica de Apoyo Educativo, correspondiente al curso 2022-2023, en España el pasado curso hubo un total de 966.924 alumnos con necesidad específica de apoyo educativo, el 12% del total.
De ellos, 262.732, el 27,2%, eran estudiantes con necesidades educativas especiales asociadas a una discapacidad o trastornos graves, representando un 3,3% del total del alumnado.
Este 3,3% -2,8% si tenemos en cuenta solo los escolarizados en educación ordinaria- representa solo la media de la presencia de los alumnos con necesidades educativas especiales en todas las etapas educativas no universitarias, pero, si observamos etapa por etapa, vemos que ese porcentaje varía mucho de una a otra.
Así, el alumnado con necesidades educativas especiales solo representa el 0,8% de los alumnos matriculados en FP de grado superior o en Bachillerato. En el resto de etapas, este porcentaje oscila entre el 2% de la educación infantil, el 3,5% de primaria, el 2,9% de ESO, el 6,5% de la FP básica y el 2,4% de la FP de grado medio.
¿Qué ocurre para que, tras la etapa obligatoria, el alumnado con discapacidad baje hasta menos de la tercera parte? Desde el Ministerio de Educación y Cermi nos dan algunas pistas.
La falta de apoyo, detrás del desplome
Antes de que termine la etapa obligatoria, ya en el paso de Primaria a ESO, el porcentaje de alumnos con necesidades especiales desciende de 3,5% a 2,9%. La ESO es obligatoria, es decir, que los niños que terminan Primaria tienen que seguir escolarizados. La deducción más lógica del descenso de estos datos es que ese 0,6% de alumnos pasa de educación ordinaria a educación especial.
Las causas, pueden ser varias. Una mayor exigencia académica puede ser una de ellas, pero existen otras, como la falta de conocimiento sobre la discapacidad de los profesores de secundaria, «de Primaria a ESO hay un cambio de concepto educativo, porque los alumnos pasan de tener un tutor que imparte gran parte de las asignaturas y está con ellos gran parte del tiempo a tener un tutor, pero al que ven menos, y a unos profesores que no tienen formación de profesor, sino una formación más técnica, y un máster en el que no han visto, o han visto muy de pasada temas de discapacidad», señala José Luis Aedo, vicepresidente de CERMI.
Además, según Aedo, en esta etapa, muchos profesores sienten, erróneamente, «que los alumnos con necesidades especiales no son alumnos suyos, sino del especialista, de PT o del AL, y eso no es así, porque el tutor es siempre el tutor, los especialistas son un apoyo». También considera que en los cambios de etapa, tanto de Primaria a Secundaria, como de Secundaria a las etapas postobligatorias, «hay una falta muy importante de buena orientación al alumnado, una orientación que tendría que ser más activa con esos alumnos», añade.
En cuanto al desplome del porcentaje de alumnos con discapacidad en las etapas postobligatorias, desde el Ministerio de Educación, lo achacan, sobre todo, a que los alumnos con necesidades educativas especiales titulan menos en ESO, «el alumnado con necesidad específica de apoyo educativo (ACNEAE) tiene, por sus especiales características y dificultades, una menor tasa de idoneidad, mayor de repetición, etc. Lo que les lleva a una menor tasa de titulación en la ESO. De ahí su menor presencia en etapas postobligatorias», aseguran fuentes del Ministerio.
Creen, sin embargo, que hay motivos para el optimismo, pues, aunque la presencia de estos alumnos sigue desplomándose tras la ESO, aseguran que el porcentaje de este alumnado en enseñanzas postobligatorias «ha ido aumentando paulatinamente en los últimos años, tanto en Bachillerato, como en FP de Grado Medio».
Desde Cermi, además de los motivos antes mencionados, creen que la razón principal es que los apoyos también se hunden en estas etapas, «es una realidad que los alumnos con discapacidad apenas están en Bachillerato y en FP de grado medio y superior», añade José Luis Aedo, «y no es solo porque deja de ser obligatoria, porque, si fuera así, la proporción se mantendría. A lo mejor la clave es que el alumno no puede continuar porque no tiene los apoyos que necesita, no porque no tenga capacidad, porque la mayoría de los alumnos con discapacidad podría continuar en la etapa postobligatoria con los apoyos adecuados».
Estos apoyos, además, dependen, según se desprende de este estudio, de la comunidad autónoma en la que se resida, «distan mucho, por ejemplo, del 6% de alumnos valorados como alumnos con discapacidad en Murcia del 2% de la Comunidad Valenciana. Depende de dónde vivas y estés estudiando tienes una valoración o no, y, por tanto, tienes derecho a unos apoyos o no, porque si no los valoran, no les asignan los apoyos. Y esto ocurre tanto en las etapas obligatorias como en las no obligatorias», se queja.
Según el vicepresidente de CERMI, para elevar el porcentaje lo más esencial es mejorar «la formación del profesorado y que todos los alumnos tengan dentro de su aula todos los apoyos que puedan necesitar para alcanzar todo su potencial a nivel académico».
También ayudaría un mayor acceso a las becas de este colectivo, pues no considera justo que estas ayudas se asocien a un certificado de discapacidad, «puede haber alumnos que, por ejemplo, con una sordera unilateral o leve no lleguen a ese porcentaje de discapacidad, pero sí tengan una determinada necesidad para poder estudiar como el resto de sus compañeros. Hay muchas cosas que podemos hacer para estos alumnos con discapacidad no abandonen, y es algo que tenemos que trabajar entre todos», concluye.