En la puerta de su asociación, en el barrio madrileño de Hortaleza, escribieron el mensaje «todos remamos juntos», haciendo referencia a la paliza que le dieron a dos menores con remos
SERGIO ILLESCAS / PAULA BENITO. LA SEXTA.- Iris y Santi trabajan ayudando a los jóvenes migrantes que viven en la calle junto al centro de menores del barrio madrileño de Hortaleza. Les ofrecen medicinas y mantas porque llevan mucho tiempo durmiendo al raso.
Borja Sancho, monitor de Hortaleza Boxing Crew, explica que «hay mucha gente del barrio que les ayuda, pero al final solo calan los mensajes de odio».
Mensajes de odio como los que también les lanzan a ellos solo por ayudar. En la fachada de su asociación escribieron el mensaje «todos remamos juntos», haciendo referencia a la paliza que varios encapuchados, armados con remos, le dieron a dos menores.
Sin embargo, aseguran que ellos no temen a los intolerantes y desmontan el discurso racista. «Yo antes no bajaba por el parque por si me robaban, pero desde que bajo y que conocido a los chicos, sé que hay una realidad totalmente distinta».
Por su parte, Ibrahim Rifi, educador en un piso de menores no acompañados, apunta que siente «las miradas de odio», al tiempo que muestra las piedras que lanzaron contra la vivienda en la que trabaja.
Además, asegura que estos menores se enfrentan a todo tipo de violencia. «Son las instituciones, los centros de protección, la sociedad, los medios de comunicación… todo lo que se habla de ellos está relacionado con la violencia».
Por su parte, Julián Moreno, vecino de Hortaleza, compatibiliza su trabajo con dar el calor que puede a los menores y exmenores no acompañados de su barrio.
«Viven pensando que el barrio les odia, hay un muro de incomprensión entre unos y otro», apunta. Un muro que entre todos intentan derribar con esfuerzo.