Sport/Luis Rendueles- La Audiencia de Madrid les impone cinco años de internamiento cerrado por intento de homicidio y formar parte de una «organización criminal».
Eran menores de edad cuando, la noche del 5 de marzo, golpearon salvajemente y apuñalaron a otro joven en una calle del barrio de Usera (Madrid). «Soy Trinitario, soy soldado juramentado», confesó uno de ellos, el que acuchilló dos veces a la víctima, que no pertenecía a ninguna banda. La Audiencia de Madrid los condena ahora, en una sentencia a la que ha tenido acceso CASO ABIERTO, a cinco años de internamiento en un centro cerrado y dos años más de libertad vigilada.
La condena es dura y supone un salto en las penas a menores de edad que forman parte de las bandas latinas, un fenómeno en alza (el 37 por ciento de los detenidos por formar parte de bandas en Madrid son menores de edad). De hecho, la investigación de los últimos crímenes cometidos por bandas muestra que ya están utilizando a menores de edad como sicarios para que reciban menos castigo penal si son detenidos.
Una cámara de seguridad captó el momento en el que uno de los condenados tiró el cuchillo a un buzón de correos
Desde los 14 años
En el caso del apuñalamiento de Usera del pasado mes de marzo, donde la víctima estuvo a punto de morir, la investigación de la Policía Nacional permitió reconstruir la trayectoria vital de esos dos menores hasta formar parte de los Trinitarios. Los dos son españoles de nacimiento y la policía los había identificado en varias ocasiones desde que tenían 14 años.
Uno de ellos había sido detenido cinco veces por participar en reyertas con integrantes de la banda rival de los DDP (Dominican Don’t Play) y amenazar con machetes a miembros de esa banda. El otro, de origen marroquí, había cometido robos y también había participado en reyertas con bandas rivales.
De hecho, la misma noche del apuñalamiento, el 5 de marzo, los dos jóvenes fueron identificados por policías nacionales en la calle Santuario por llevar «vestimenta propia de bandas juveniles». Horas después, ya con un cuchillo de cocina que cogieron de la casa de uno de ellos, atacaron y apuñalaron a la víctima, que venía de celebrar un cumpleaños en un local cercano.
Organización criminal
La sentencia, que ratifica una anterior del juzgado de Menores, los condena con más dureza de lo habitual por formar parte de una «organización criminal» jerarquizada, como define a la banda de los Trinitarios, creada en República Dominicana en 1848 y formada en Madrid, en las galerías de la cárcel de Alcalá Meco en el año 2001.
Uno de los condenados, que tiró luego el cuchillo a un buzón de correos, reconoció ser integrante de los Trinitarios. «Soy soldado juramentado», explicó, después de confesar que la víctima le había preguntado si era «trini», ante lo que él respondió: «sí, qué pasa», inmediatamente sacó el cuchillo que llevaba bajo la manga del abrigo y lanzó cuatro puñaladas contra el desconocido.
El grito de guerra
El otro menor condenado negó formar parte de la banda, a pesar de que lo habían detenido cuatro veces en compañía de Trinitarios y participando en reyertas y amenazas. La Policía descubrió incluso un perfil suyo en Instagram llamado Popote.t7 («popote» es el grito de guerra de los Trinitarios) en el que aparecía posando con machetes. Su explicación para no formar parte de Trinitarios fue: «Soy musulmán, tengo amigos trinitarios, ñetas y latin King que conozco del barrio y del instituto. Los trinitarios llevan rosarios cristianos y tienen de lema a Dios, Patria y Libertad, el Dios cristiano. Yo soy musulmán”.
Uno de los menores condenados dijo que no puede ser Trinitario porque es «musulmán», pero la policía ya ha detectado musulmanes, ateos, católicos y ortodoxos en las bandas latinas
Uno de los policías que declaró en el juicio explicó que estas bandas latinas ya tienen en nuestro país integrantes españoles, rumanos, marroquíes, cristianos, católicos, musulmanes y ateos. Los soldados de los Trinitarios son «miembros de un capítulo (grupo) que pagan la cuota y luchan a las órdenes del GUERRERO”, que es el encargado de organizar los ataques.
Un arrepentido
Los dos jóvenes están ingresados en un centro cerrado y no volverán a salir hasta que cumplan su condena. Uno de ellos, según recoge la sentencia, ha reconocido su culpa y muestra arrepentimiento. Está aprendiendo un oficio, quiere ser pastelero.
El otro, en cambio, que mantuvo siempre su inocencia pese a todas las pruebas contra él, ha protagonizado casi veinte episodios de violencia en el centro donde está encerrado, incluyendo la exaltación de bandas latinas. Recibe tratamiento psicológico y psiquiátrico y sigue en «alta situación de riesgo» para él y para la sociedad.