La población de Hubei se enfrenta a un estigma porque la provincia es el epicentro de la epidemia y los occidentales son cada vez peor vistos
ZIGOR ALDAMA. HERALDO DE ARAGÓN.- Un puente corriente y moliente une las localidades de Huangmei y Jiujiang. No tendría mayor relevancia si no fuese porque este viernes fue escenario de una batalla campal muy poco frecuente en China. La razón está en las barricadas que se habían erigido a cada extremo para impedir que los ciudadanos de Huangmei, localidad de la provincia de Hubei, escapasen a Jiujiang, en la vecina Jiangxi. ¿Y por qué habrían de hacer algo así? Porque, a finales de enero, Hubei, epicentro de la epidemia del coronavirus, se cerró a cal y canto. Sus 60 millones de ciudadanos fueron confinados y se cortaron todas las vías de acceso a la provincia.
Ahora, sin embargo, con la excepción de los residentes de Wuhan, la ciudad en la que se detectó el primer brote de la pandemia, los ciudadanos de Hubei tienen derecho a moverse libremente por toda China siempre que demuestren que están sanos. El problema está en que el resto del país no los quiere ni ver. Por eso, los residentes en Jiujiang se han opuesto a que las barreras del puente se retiren y han intentado incluso erigir unas nuevas. Así han chocado con quienes querían salir de Hubei. La Policía ha tenido que echar mano de las fuerzas antidisturbios, y se ha dado la curiosa circunstancia de que esos agentes incluso han terminado arrestando a otros uniformados de Jiujiang que también se oponían a la llegada de personas de Hubei.
El estigma al que se enfrentan es tan grande que los sindicatos han tenido que recordar que es ilegal despedir a una persona por su lugar de procedencia. «A algunos que han viajado a otras provincias para reincorporarse al trabajo no les permiten entrar en el vecindario. A otros ni siquiera los aceptan en hoteles. Somos tratados como apestados», denunciaba una mujer de Hubei que prefería no dar su nombre. «Después de todo lo que hemos sufrido y de los sacrificios que hemos hecho para evitar que el virus se propagase al resto del país, esto es muy injusto», sentenciaba en una conversación por WeChat, el WhatsApp chino.
Cierre de fronteras
Los ciudadanos de Hubei no son los únicos discriminados en China. Este viernes, Pekín anunció el cierre de las fronteras a todos los extranjeros, incluso a aquellos con permiso de residencia, con la salvedad de quienes necesitan entrar en el país por motivos humanitarios o de extrema urgencia. El objetivo es reducir el número de contagios importados que suman ya casi 600.
No se ha informado de cuánto tiempo estará vigente esta medida. que parece ya ineficiente: el 90% de quienes han llegado a China en los últimos días, contagiados o no, son chinos que sí podrán continuar regresando. De ellos el 40% son estudiantes que han decidido volver por miedo al contagio, o debido al cierre de los centros educativos. Algunos adinerados incluso han fletado jets privados para hacer el viaje.