El Economistas.es/Isabel Figueroa . – La discriminación de estudiantes con discapacidad en España está institucionalizada y normalizada.
El 25% de los estudiantes con discapacidad de entre 6 y 15 años afirma haber sido discriminado en algún momento de su vida escolar, según la encuesta de discapacidad publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Este fenómeno ha logrado colarse en las aulas españolas y calar entre alumnos, familiares y docentes. Los centros educativos no son ajenos a este problema, es más, son una fiel copia de lo que pasa en la sociedad, ya que si hay discriminación en las calles, también la hay en la escuela. Los niños y jóvenes pueden ser rechazados en función de su color de piel, lugar de origen, religión, género, posición económica o por tener algún tipo de discapacidad.
La consecuencia más grave de este problema es el Abandono Educativo Prematuro (AEP) del que España es, desafortunadamente, líder de la UE. Esto no solo tiene impacto en el desarrollo de niños y niñas, sino en el conjunto del país. Save the children calcula que el coste de la AEP oscila entre el 5,9% y el 10% del PIB. Esta desvinculación escolar es un fracaso para el sistema educativo, reducir las tasas de AEP asegura que más niños puedan estar asociados cognitiva, conductual y emocionalmente en su educación.Te recomendamos
Tipos de discriminación
Uno de los tipos más frecuentes de segregación escolar se da por el nivel económico con el que cuentan los estudiantes. España se sitúa entre los países de la OCDE con mayor discriminación en la educación por motivos socieconómicos, sobre todo en los alumnos de primaria. Un ejemplo de ello son los resultados que obtienen los estudiantes de nivel socioeconómico bajo, que es de 90 puntos menos en las pruebas de matemáticas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) en comparación con los escolares de un nivel económico más alto. Por consiguiente, aquellos niños que provienen de este sector tienen menos posibilidades de poder concluir sus estudios.
Otro tipo de discriminación escolar la sufren principalmente los alumnos migrantes y refugiados, así lo muestra la diferencia de puntos en la prueba PISA entre los estudiantes nativos e inmigrantes que es de 52 puntos, mientras que en el conjunto de la OCDE esa misma diferencia es tan sólo de 34 . Es así como la educación se convierte en un obstáculo más al que deben enfrentarse los niños migrantes para que puedan acceder a un sistema educativo de calidad. Muchos llegan a quedarse sin este derecho universal que es una herramienta fundamental para su integración en la sociedad y dentro del nuevo país donde ahora viven.
La población de origen extranjero es parte esencial del país. En este contexto los expertos afirman que para que las políticas de integración sean realmente efectivas deben dejar de ser «para migrantes». Y convertirse en públicas y universalistas basadas en la gestión intercultural de la diversidad, así se podrá contrarrestar los efectos de la desigualdad educativa, que en muchos casos se suma al de la pobreza y precariedad.
Los niños con discapacidad también son víctimas de este fenómeno y es uno de los tipos más frecuentes de exclusión en el sistema educativo español. Actualmente, 4,3 millones de personas dicen tener algún tipo de discapacidad, un 14% más que en el 2008, según los datos del INE. La ONU manifiesta que si bien las cifras oficiales reflejan un alto porcentaje de alumnos con discapacidad matriculados en el sistema ordinario, también subraya que dentro de este se produce exclusión que afecta en el aprendizaje de los niños y niñas con discapacidad.
Según Save the Children en uno de sus últimos estudios «Por un sistema educativo que no deje a nadie atrás» la discriminación de estudiantes con discapacidad en España está institucionalizada y normalizada. En varias ocasiones los docentes no cuentan con la formación específica para tratar con niños con discapacidad y este factor, según el informe, puede disminuir la participación de los estudiantes con discapacidad en las aulas, dejándolos sin poder integrarse completamente, muchas veces puede ser sutil, pero no deja de ser exclusión. En varias ocaciones los colegios llegan a expulsar a los estudiantes por falta de recursos, convirtiéndose en una enorme consecuencia para su aprendizaje e integración, según los datos del informe de Save the Children.
La exclusión por género se da también en la educación y afecta particularmente a las mujeres. Por esta razón es importante considerar cómo se construyen en la escuela y colegios las identidades femeninas y masculinas, sobre todo cómo se integran las cuestiones de género en el currículo escolar. Actualmente, las cifras de exclusión hacia las mujeres en ciertos sectores continúan siendo muy negativas. En España, por ejemplo, las chicas matriculadas en grados STEM (por las siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) representan menos del 30%, mientras que en Magisterio representan el 75% del alumnado, según los datos publicados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional. Este tipo de discriminación presenta consecuencia negativas en el futuro de las mujeres y esto da como resultado menos presencia femenina en el entorno académico, hasta el punto de que solo hay una mujer catedrática por cada cuatro hombres; y solo 10 de las 50 universidades públicas están lideradas por rectoras. Por otra parte, Carmen Montraveta, directora de la Unidad de Igualdad de Género de la UAM, señala que: «En este ámbito en particular, hemos pasado de un 15,45% de catedráticas en el curso 2008-2009, el primero en el que recogimos datos de forma sistemática, a un 26,4% en el curso 2020-2021, el último analizado. Sin embargo, estos datos promedio ocultan una segregación horizontal». Finalmente, los estudiantes necesitan contar con un sistema educativo de políticas públicas que sea equitativo y no igualitario, para que no exista desiguldad en el origen de los alumnos.