La Vanguardia.- El Servicio de Información de la Guardia Civil ha detenido en Barcelona a un presunto yihadista experto en criptomonedas que había conformado un entramado con ramificaciones internacionales para captar fondos y enviarlos en favor del grupo terrorista Daesh. En esta operación de gran envergadura —por los “grandes movimientos” que realizaba el arrestado— ha contado con la participación del CNI, el FBI y Europol.
Según fuentes policiales, el presunto yihadista es un joven nacido en 1993 con enormes conocimientos en nuevas tecnologías y economía. Es un ingenieron informático jordano, pero con pasaporte español. Hasta su detención, habría logrado enviar al Estado Islámico en Siria y Turquía lo que equivaldrían 200.000 euros en criptomonedas. Ha sido enviado a prisión provisional por orden del Juzgado Central de Instrucción nº6 de la Audiencia Nacional, desde donde se han coordinado las actuaciones.
La peculiaridad de esta operación radica en que desde un principio —hace dos años— ha estado a manos de los expertos económicos del Servicio de Información del Instituto Armado, y no que una operación contra el terrorismo haya derivado en temas de financiación tras los eventuales registros. Desde el primero momento, las criptomonedas han estado en el eje de la investigación, según las mismas fuentes.
El papel que había adquirido el arrestado era el de recaudador de fondos. El detenido era el titular de varias direcciones de criptomonedas que operaban en tres redes distintas y estaban vinculadas con múltiples direcciones, conformando un entramado con ramificaciones en varios países cuya finalidad era la de captar fondos y transmitirlos en favor del grupo terrorista. Una maraña de ramificaciones para tratar de no dejar rastro virtual.
El individuo no estaba radicalizado en la violencia; no se han hallado indicios de que estuviese preparando ningún tipo de ataque. Su perfil era mucho más técnico, una persona que pasó por la universidad. Los agentes de la Guardia Civil ahora se encargarán de analizar la cantidad ingente de material incautado: más de un millón de mensajes, según fuentes próximas a la investigación. Tras el análisis de esta información —la causa sigue abierta— no se descartan más detenciones o la apertura de nuevas líneas de investigación.
No es un fenómeno nuevo
Comenzó a comienzos de la pasada década y se intensificó tras la pandemia
La utilización de criptomonedas para financiar el terrorismo no es una práctica nueva. Ya se desarrolló durante los comienzos de la década pasada. Por eso el equipo de inteligencia de la Guardia Civil lleva años implementando actividades de investigación sobre este nuevo método de transmisión de valor con la finalidad de prevenir y detectar que pudiera ser destinado a la financiación de actividades terroristas. Esta vertiente de financiación terrorista aumentó su intensidad durante —y tras— la pandemia del coronavirus.
La situación sanitaria vivida en el año 2020 sirvió como catalizador de esta nueva amenaza para la seguridad, propiciándose la aparición de nuevas tendencias terroristas especializadas en el ámbito económico para compensar la pérdida de movilidad personal que quedó restringida en varios países por motivos sanitarios.Lee también
De esta manera, estos sofisticados medios actuales de financiación promovidos por criptoyihadistas plenamente especializados complican severamente las investigaciones de los servicios de seguridad. Es en este punto donde la cooperación internacional se erige en uno de los instrumentos más determinantes para poder neutralizar estas redes, toda vez que la actividad desarrollada a través de las mismas es cada vez más importante y ha pasado a constituir una de las prioridades de las agencias de seguridad en la lucha contra el terrorismo.
La actividad desarrollada por la red con la que estaba relacionado el detenido no había pasado desapercibida para los servicios de seguridad internacionales, según informa el Instituto Armado. Y esto es porque contaba con un gran impacto en forma de grandes movimientos económicos. Así, durante la presente investigación se ha contado con la participación destacada de la DGSI francesa, el FBI estadounidense, la SÄPO sueca y Europol. Asimismo, a nivel nacional se ha contado con la participación del CNI.