Lucano, que repobló el municipio con extranjeros, está acusado de favorecer la inmigración ilegal
DANIEL VERDÚ. EL PAÍS.- Riace es un pequeño pueblo en Locri, en el este de Calabria, convertido en el último bastión de la resistencia contra la intolerancia y la xenofobia en Italia. Su alcalde, Domenico Lucano, había transformado este municipio del mar Jónico en un símbolo de la acogida conjugando de forma armoniosa el problema de despoblación que sufría desde hacía décadas y la llegada masiva de migrantes a las costas italianas en los últimos años. Funcionó perfectamente. El caso dio la vuelta al mundo, recibió premios y honores en forma de visitas como la de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el escritor Roberto Saviano y Wim Wenders se fue hasta allá a rodar un documental. Pero Lucano, como tantos en Italia estos días, abrió una guerra dialéctica con el ministro del Interior Matteo Salvini que hoy ha terminado con el líder de la Liga aplaudiendo en Twitter al conocer la detención por un presunto favorecimiento de la inmigración ilegal. Todo un síntoma del cambio de rumbo italiano.
Lucano, como en su día llegó a serlo la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, se había convertido en una de las voces políticas más críticas contra la intolerancia a través de un ejemplo crecido a contracorriente. En los últimos meses se había enfrentado directamente a Salvini, que desde el Ministerio había bloqueado los fondos destinados a proyectos de acogida en Riace, tras los problemas de justificación de los gastos denunciados por la Delegación de Gobierno. Poco después comenzó la investigación de la Fiscalía que concluyó con la detención, que le ha sido comunicada al regidor en mitad de la noche, y que se basa también en una presunta irregularidad en la concesión del servicio de basuras. Pero en la nota de la Fiscalía de Locri se explica que las medidas se han tomado tras una investigación sobre la «gestión de los fondos del Ministerio del Interior y de Delegación de Gobierno de Reggio Calabria al Ayuntamiento de Riace para la acogida de los refugiados y solicitantes de asilo político».
Matteo Salvini no ha tardado en aplaudir la detención de Lucano –a su pareja, Tesfahun Lemlem, se le ha comunicado la prohibición de permanencia en Italia– desde sus redes sociales. “Quién sabe qué dirán ahora Saviano y todos los buenistas que querrían llenar Italia de inmigrantes. Yo sigo adelante. #puertos cerrados #corazones abiertos”. Unas declaraciones compartidas por algunos de sus socios de Gobierno en el Movimiento 5 Estrellas (M5S), como el subsecretario Carlo Sibilia: “El sistema de acogida del PD ha creado más imputados que integrados. Estoy contento de que el Gobierno del Cambio haya declarado la guerra al negocio de la inmigración. Muchas respuestas se encontrarán ya en el decreto de Seguridad”. Sibilia se refería a los 30 euros que debía recibir el municipio por cada inmigrante acogido, según establecía la ley, y que hacía tiempo que habían sido bloqueados.
Tras años convertido en un pueblo fantasma, Riace tiene hoy 1.800 vecinos, de los cuales un tercio son extranjeros de 26 nacionalidades distintas. Lucano, exprofesor de Química, fundó un proyecto en el que los inmigrantes pueden aprender un oficio necesario en el municipio y tienen acceso a vivienda. Muchos de ellos reciben los conocidos como bonos de Riace, una moneda local en forma de billetes con la imagen del Che Guevara, de Gandhi, de Martin Luther King. El alcalde, alabado por el papa Francisco y defendido hoy por Ada Colau, había admitido recientemente que podía haber cometido alguna irregularidad burocrática, pero confiaba en que no tuvieran peso comparado con los beneficios que su estrategia de integración había logrado.