Según algunos líderes comunitarios, no habría sido difícil para los funcionarios establecer una conexión entre los factores de riesgo del coronavirus y algunas comunidades de color que son más propensas a sufrir enfermedades crónicas
ANNA ALMENDRALA. LA OPINIÓN.- A principios de marzo, Madalynn Rucker, entonces de 69 años, no tenía claro si cerrar su oficina de consultoría en Sacramento.
El 16, finalmente se rindió ante el aluvión de mensajes y llamadas de su hija sobre el aumento del riesgo de coronavirus, y les pidió a sus empleados que trabajaran desde casa. Eso ocurrió tres días antes de que el gobernador de California, Gavin Newsom, promulgara la orden de quedarse en casa.
Su hija tenía razón en más de un sentido. Si bien la edad de Rucker por sí sola la ponía en riesgo de hospitalización o muerte por COVID-19, ella y muchos de sus empleados comparten otro factor de riesgo: son de raza negra.
Rucker se pregunta si más mensajes de salud pública dirigidos a los a los afroamericanos y a los latinos (de todas las razas) podrían haber ayudado a millones de personas como ella a prepararse mejor para el ataque de la enfermedad.
Funcionarios y comunicadores casi nunca mencionaban la raza al principio de la pandemia, recordó Rucker, que ahora tiene 70 años y es directora ejecutiva de OnTrack, una empresa consultora sobre diversidad. “¿Podría esto haber hecho una diferencia de alguna manera? ¿No sólo en educarnos, sino en cómo se controló y manejó la pandemia?”
A finales de febrero, médicos chinos habían publicado que, además de los pacientes de edad avanzada, los que padecían enfermedades crónicas, en particular hipertensión y diabetes, tenían más probabilidades de sufrir casos graves de COVID-19 que terminaban con el paciente en terapia intensiva, la ventilación mecánica o la muerte.
Según algunos líderes comunitarios, no habría sido difícil para los funcionarios establecer una conexión entre los factores de riesgo del coronavirus y los afroamericanos y latinos, que son más propensos a sufrir enfermedades crónicas, y a edades más tempranas, para luego elaborar mensajes dirigidos a esas comunidades.
“El mensaje que recibí de las noticias fue que si eres joven, estás bien, y si eres viejo, tienes que quedarte en casa”, dijo Eddie Anderson, de 30 años, pastor de la McCarty Memorial Christian Church, una congregación afroamericana en el sur de Los Angeles.
Cuando Anderson enfermó de lo que resultó ser otra infección viral a principios de marzo, se alarmó por la falta de información sobre cómo hacerse la prueba de COVID-19. La experiencia lo motivó a llevar a un médico amigo a la iglesia para explicar la enfermedad a sus feligreses.
“Creo que habrían sido útiles mensajes dirigidos a la comunidad afroamericana”, señaló.
Pero expertos en salud pública y enfermedades infecciosas aseguran que la novedad del virus, cuyos objetivos y modo de ataque siguen confundiendo a los científicos, hizo que las disparidades raciales no fueran algo previsible.
“No creo que sea justo argumentar que esto se pudo predecir en un 100%”, apuntó la Cirujana General de California Nadine Burke Harris, quien definió al nuevo coronavirus como “un pequeño gran enigma”. Por ejemplo, no parece afectar a los niños menores de 2 años o a las mujeres embarazadas de la misma manera que lo harían virus similares, señaló.
“A veces cuando algo se predice con firmeza, se asume que ese va a ser el resultado, y puede conllevar connotaciones negativas”, explicó Burke Harris.
Pero la enfermedad ha afectado de forma desproporcionada a las personas de raza negra. En California, el 10% de las muertes por COVID-19 se produjeron entre los afroamericanos, que constituyen el 6% de la población del estado.
Una encuesta nacional de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) mostró que el 33% de los pacientes hospitalizados por COVID eran de raza negra (no hispanos), aunque ese grupo representaba sólo el 18% de los residentes en las comunidades encuestadas.
Los funcionarios aseguran que todavía es difícil hablar de raza y COVID-19. El temor a la estigmatización es alto, según Burke Harris, quien comentó lo delicado que es para ella informar a ciertos grupos sobre sus riesgos sin parecer que se les está culpando.
“Me resulta complicado hablar con medios de comunicación afroamericanos y con investigadores de raza negra, y ante los datos que están saliendo, evitar dar la impresión de que estamos culpando a las comunidades afroamericanas y latinas”, explicó Burke Harris, que es negra. “Es como si les estuviera diciendo que están más enfermos que nadie”.
Pero las condiciones preexistentes no son la única razón por la que los afroamericanos y los latinos mueren de COVID-19 de manera desproporcionada, dijo la doctora Sonia Angell, directora del Departamento de Salud Pública de California.
A pesar de las órdenes estatales de confinamiento, sectores enteros de trabajos “esenciales” cuentan con un elevado número de empleados de las minorías, lo que aumenta su riesgo de exposición. Estos trabajadores no se benefician tanto del distanciamiento social, recordó Angell.
“Son los que mantienen en funcionamiento nuestro sistema de prestación de cuidados para que cuando uno de nosotros se enferme, tengamos un lugar a donde ir”, expresó. “Son los que mantienen nuestras tiendas de comestibles funcionando y abastecidas”.
La ausencia de mensajes públicos oficiales y coordinados en febrero y principios de marzo sobre la potencial disparidad racial del impacto de COVID-19 creó un vacío del que se nutrieron las teorías conspirativas.
Inicialmente hubo rumores de que las personas de raza negra eran de alguna manera resistentes al coronavirus. Al mismo tiempo, medios de comunicación afroamericanos como The Philadelphia Tribune (4 de febrero), Essence (2 de marzo), el St. Louis American (11 de marzo) y The Undefeated (13 de marzo) establecieron la conexión entre el virus y las desigualdades sanitarias en los Estados Unidos, publicando artículos con visión de futuro sobre la posible amenaza del virus para los afroamericanos.
Las razones expuestas en los artículos: las enfermedades crónicas, las condiciones de trabajo y de desplazamiento diario al trabajo, y la histórica falta de acceso a la atención médica y a un seguro se salud debido al racismo institucionalizado.
Sus predicciones pronto resultaron ser ciertas. Funcionarios locales comenzaron a notar mayores tasas de mortalidad entre pacientes de raza negra con COVID-19 en Milwaukee el 23 de marzo.
En la primera semana de abril, funcionarios municipales de Chicago, Los Ángeles y Nueva Orleans hicieron anuncios similares. Los CDC publicaron sus primeros datos nacionales sobre disparidades raciales el 8 de abril. Un estudio reciente de la entidad federal, publicado el 29 de abril, encontró que las personas de raza negra constituían el 83% de las hospitalizaciones de COVID-19 en Georgia, un nivel desproporcionado comparado con el total de hospitalizaciones.
Los mensajes de salud pública deben ser comunicados por líderes comunitarios de confianza, o al menos por alguien de la misma raza o etnia, en las plataformas mediáticas donde es más probable que se vean o escuchen, indicó el doctor Oliver Brooks, presidente de la National Medical Association.
Una semana después de anunciar la orden de confinamiento estatal, Newsom tuiteó un anuncio de servicio público del rapero Snoop Dogg, que decía: “Cuanto más tiempo pases afuera, más tiempo estaremos dentro”.
Otros mensajes dirigidos a comunidades específicas incluyen anuncios de servicio público en español con Burke Harris y el jugador de fútbol del LA Galaxy Javier “Chicharito” Hernández. Se emitieron por Univisión; Radio Bilingüe, una cadena de radio pública en español; y otras emisoras en español, así como Instagram y Facebook.
En el anuncio, Hernández alienta a la audiencia en español a buscar atención médica si tiene síntomas de COVID-19, sin importar el estatus migratorio.
Pero estos mensajes de salud pública pueden ofender, aunque se hagan con las mejores intenciones, dijo Daniel Schober, profesor de salud pública y psicología del comportamiento en la Universidad DePaul en Chicago.
La ciudad de Chicago recibió críticas por una campaña de vacunación contra la gripe en 2015 que presentaba a un bebé negro en una valla publicitaria junto a las palabras, “Soy un brote”. Artistas callejeros respondieron pintando sobre el anuncio: “Soy hermosa”.
Sin embargo la campaña de COVID-19 de la ciudad, con la alcaldesa Lori Lightfoot, que es negra, ha encantado a los residentes, señaló Schober. La campaña se basó en memes de internet que mostraban a una relajada Lightfoot cerrando lugares emblemáticos de Chicago durante el confinamiento.
El video oficial de la ciudad mostraba a la alcaldesa horneando, aprendiendo a tocar la guitarra y bebiendo té mientras exhortaba a la gente a “quedarse en casa, y salvar vidas”.
“Ese es un gran ejemplo de mensaje no necesariamente adaptado a grupos raciales o étnicos específicos, pero que tiene un alcance universal”, concluyó Schober.