Denuncian ‘la extrema violencia’ contra los indocumentados en la valla de Melilla

| 13 marzo, 2013

Elena Calvo – El Mundo

heridos monte gurugú     «Al saltar la tercera valla me caí (…) desde una altura de más de un metro (…). Cuando salí de allí, tres guardias civiles me cogieron y me ordenaron que me marchase. Uno se dio cuenta de que estaba seriamente herido. (…) Su superior le respondió que tenían que echarnos de allí y gritó: ¡todos a la valla! ¡al médico marroquí!».

Este es uno de los duros testimonios que recoge la antena de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Marruecos en su último informe ‘Violencia, vulnerabilidad y migración: atrapados a las puertas de Europa’; un informe que analiza su trabajo durante los últimos tres años en la región oriental del reino alauí y la zona fronteriza con Melilla.

En él, el equipo de MSF en Marruecos constata «la extrema violencia con la que las fuerzas de seguridad marroquíes y, en menor medida, la Guardia Civil española», han respondido a los intentos de los subsaharianos de cruzar las vallas de Melilla en los últimos años, desde que volvieron a intentarlo en el verano de 2012. No lo habían hecho desde 2005, cuando murieron al menos ocho inmigrantes.

Como ha señalado en Rabat David Cantero, coordinador de MSF en Marruecos, y tal como recoge el informe, el abuso de los derechos fundamentales, la violencia, el trato vejatorio y el significativo daño médico y psicológico son consecuencias directas de la «nueva etapa» de las relaciones hispanas marroquíes y su «excelente» cooperación sobre cuestiones de seguridad.

El año pasado, los equipos móviles de MSF en Nador asistieron a más de 600 personas; muchos con heridas por caídas al escapar o por cortes con la alambrada, aunque casi la mitad de ellos habían sido víctimas de violencia directa o intencionada.

Y algunos testimonios señalaron que las fuerzas de seguridad y miembros de la población civil les tiraron piedras al intentar saltar las vallas; además, de que los agentes marroquíes les robaron el dinero, los teléfonos móviles o sus pasaportes.

«Me encontraba en la primera valla cuando un soldado me tiró una piedra. Me alcanzó la cara y caí de una altura de unos tres metros (…) Utilizaba un palo de madera y nos pegaba por todas partes. (…) Me hizo saltar dos dientes (…) Se acercó y encendió un encendedor para comprobar si estaba vivo o muerto (…)», cuenta un subsahariano que se identifica como Marcel, de 22 años.

Otros testimonios denuncian que tras ser golpeados son abandonados en lugares con escasa posibilidad de recibir asistencia.

A finales de 2012, los equipos de MSF trataron a pacientes que afirmaron que guardias civiles les habían golpeado y que utilizaban balas de goma para apresarles. «(…) Fue dentro del vehículo cuando empezaron a golpearnos y a pegarnos patadas. Ponían sus botas en tu cara y te golpeaban por todas partes… tenían porras negras y me electrocutaron en la espalda».

Según el informe, los migrantes cuentan que a pesar de cruzar con heridas bien visibles son atrapados por la Guardia Civil y entregados a las fuerzas de seguridad marroquí, lo que supondría una violación directa de la Ley de Extranjería en España y el Real Decreto 557/2011, que recoge que la Guardia Civil debe llevar a los inmigrantes a la comisaría más cercana y que mientras se preparan los papeles de la deportación, el migrante tiene derecho a asesoramiento legal y a un intérprete.

MSF sale de Marruecos

«Hay una gran contradicción entre la legislación de derechos humanos tanto de la Unión Europea, como de España y Marruecos, y la práctica», señala Cantero, quien ha explicado que la decisión de MSF de abandonar el reino alauí se debe a que su actividad médica se ha reducido en los últimos años por la mejora en el acceso de los migrantes a las estructuras de sanidad. «Aunque la violación de sus derechos humanos sigue siendo uno de sus principales problemas».

Y denuncian la vida precaria de los subsaharianos, así como la violencia criminal e institucional a la que están sometidos como los elementos más importantes que marcan sus necesidades médicas, tanto físicas como psicológicas en un país que tras el endurecimiento de los controles ha pasado de ser un país de tránsito de la inmigración a un país de destino forzado.

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