Huelva Información.- Hay un niño en Huelva que celebró hace un mes su cumpleaños número 11 y sus padres tuvieron que organizarlo en dos turnos por la cantidad de invitados. En su nuevo colegio le pasan la pelota e incluso le abrazan cuando marca goles. Está admirado porque el pasado 9 de abril le llevaron a urgencias por «cierta ansiedad flotante», según reza el parte, el segundo, que remitió el centro sanitario en el que fue atendido al juzgado de guardia para la comunicación de asistencia por lesiones.
Es el alivio del momento actual frente a lo que fue un punto de inflexión para sus padres, que denuncian que su hijo ha sufrido acoso escolar en el CEIP Juvenal de Vega y Relea de la capital onubense durante años. Así lo manifestaron el 11 de abril de 2022 en la comisaría de la Policía Nacional de Huelva a través de un atestado en el que manifiestan que «desde el curso escolar 2016-2017, viene sufriendo episodios de acoso escolar» y que en el 2020-2021 «sufrió una agresión física en el mes de octubre por el que tuvo en la cara un hematoma e inflamación en la región frontal derecha del cráneo». Fue el primero de los dos partes de lesiones y en esa ocasión no pusieron una denuncia.
En la que sí interpusieron tras el segundo parte, bajo la prescriptiva firma dieron cuenta de que tras esa agresión física «fueron al centro escolar para hablar con la directora (…), la cual les manifestó que eso eran cosas de niños», que era «imposible» acceder a la petición de los padres de un cambio de clase para que «dejara de estar con los alumnos que le acosaban y estuviera con tres amigos del menor».
Un niño que «empieza a mostrar una actitud de tristeza, llorando y manifestando a sus padres que no es feliz». Y que ese 9 de abril de este años explotó y dijo que «su vida es una mierda», recoge la denuncia en letras mayúsculas, con el añadido de que lloraba desconsoladamente «mientras la decía a su madre que en clase nadie quiere jugar con él; ¿por qué me pasa esto a mí? He pensado en suicidarme».
El protagonista de esta historia es el más pequeño de tres hermanos escolarizados en el mismo centro, donde en Infantil integraba un grupo de cuatro amigos, cuenta su padre. Al entrar en Primaria a tres de ellos los pusieron en una clase y él pasó a la otra. A raíz de esto ya «veía a mi hijo infeliz», a sus cinco años de edad.
Un curso después comenzaron las excusas para no ir al colegio, los dolores de estómago y a hacerse las necesidades encima. Desde el centro, según afirma, apuntaban problemas de socialización, el niño contaba entonces que nadie de su clase aceptaba sus invitaciones de cumpleaños, no lo integraban para hacer los trabajos de grupo y le costaba bajar del coche cuando lo llevaban al colegio, «aprendí a no mirarlo», admite su padre.
El caso está judicializado y en proceso de investigación. La denuncia aporta, además del parte de lesiones, «las conversaciones mantenidas con el centro escolar solicitando la toma de medidas e inicio de protocolo de bullying«. Un rosario de comunicaciones al centro que conservan desde 2018. «Tiene los ojos hinchados de haber llorado» (19/9/2018), «nos angustia muchísimo esta situación» (5/3/2020), «es muy triste que llegue diciendo que toda su clase le tiene asco» (18/5/2021).
Después de que su hijo reventara, a la vuelta de las vacaciones de Semana Santa, tras el segundo parte y la denuncia en curso, cuentan que solicitaron en una reunión con la dirección la apertura del protocolo de actuación por acoso escolar. Era abril de este año y en el transcurso de ese encuentro recibieron la llamada de un inspector de Educación, el proceso estaba en marcha.
El protocolo finalmente se abrió en mayo de este año pese a que, según asegura su padre, la primera propuesta del centro fue que una orientadora trabajara con el menor una vez cada quince días. El resultado final del protocolo abierto durante el curso 2021/2022 es que se habían encontrado evidencias que demuestran fehacientemente la existencia de una situación de acoso escolar. El documento que lo certifica lo ha recibido este martes 18 de octubre.
Ahora «no tiene nada que ver» porque tiene amigos en su nuevo colegio. Su padre lamenta que tendrían que haber tomado antes la decisión de cambiarlo pero su hijo, a sus 11 años, no está de acuerdo y piensa que de haber sucedido antes «estaría en otra clase y esta es la mejor clase de mi vida».
La Delegación territorial de Desarrollo Educativo de Huelva confirma que las medidas llevadas a cabo en coordinación con el centro han sido la de la apertura del protocolo de acoso escolar. «A través del mismo y a petición de la familia se consideró oportuno cambiar de centro al alumno garantizando de este modo la inmediata seguridad del alumno y el derecho al proceso de enseñanza-aprendizaje».
En cuanto al colegio, esta redacción se ha puesto en contacto con la dirección para dar a conocer su versión de los hechos, sin embargo han preferido no pronunciarse en estos momentos «por prudencia».