El Periódico Mediterráneo.- «Tía, te mando la ubicación, si el lunes no he vuelto llama a la policía«. Ese fue el último mensaje de C. antes de quedarse sin cobertura en el convento de Ruiloba, en Valencia, donde presuntamente se «curaba la homosexualidad» de más de una decena de jóvenes (algunos, menores). Se les medicaba con antidepresivos, inhibidores de la libido u hormonas masculinas, y realizaban trabajo físico todas las mañanas. A todos les quitaban el teléfono.
El padre de C. se lo llevó de «excursión» sin decir a dónde; lo subió a un coche y condujo desde València a Cantabria. «Cuando vi que dos monjas cerraban la verja me extrañé un poco», explica. Le llevaron a una casa en el ala izquierda de un convento donde vivían unos 15 jóvenes de entre 15 y veintipocos años. Él entonces tenía 20 y, aunque sus padres eran parte de un movimiento ultracatólico, él era abiertamente gay.
El monasterio de las Carmelitas Descalzas de San José en Ruilobuca (Cantabria) era la «casa madre» de Es Posible la Esperanza, la presunta red de terapias de conversión sexual que captaba a jóvenes para «curarles» la homosexualidad y en la que era pieza clave F.M., profesor de la localidad de Alaquàs denunciado por cinco exalumnos por este tema. Era habitual que el profesor impartiera terapias en ese convento. Levante-EMV ha entrevistado a tres jóvenes que fueron internados en el ala izquierda del convento para asistir a las terapias del padre Santiago Olmeda, líder de este grupo ultrareligioso que lleva activo más de una década.