Las organizaciones que trabajan con ellos exigen que se les deje libres y les den una alternativa habitacional
LA OPINIÓN.– En el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Sangonera hay alrededor de 90 personas, la mitad de las cuales se han puesto en huelga de hambre para exigir que se resuelva su situación ante la pandemia de coronavirus.
Moisés Navarro, presidente de la Coordinadora de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo (ONGD) de la Región de Murcia, confirmó que la huelga de hambre es «para manifestarse contra la situación en la que se encuentran». Del CIE «se está echando a personas, siguiendo el protocolo habitual. El problema es que, ante el estado de alarma, muchas de estas personas se quedan en la calle», aseveró.
«Venimos reclamando el cierre de estos centros, porque los consideramos cárceles», subrayó el presidente de la ONGD, al tiempo que precisó que «los muros del CIE no son inmunes al coronavirus», así como que «ahí no hay una salubridad digna».
De ahí que su apuesta sea «que se cierre el CIE y se garanticen unas condiciones dignas» para las personas que están ahí internadas, ya que «si expulsamos a la gente a la calle y los pilla la Policía, se enfrentan a una sanción».
«Exigimos que se garanticen sus derechos fundamentales y que a aquellas personas que no tengan recursos se les facilite una alternativa habitacional digna», hizo hincapié Navarro.
Juan Guirado, portavoz de Convivir Sin Racismo, indicó que el pasado viernes zarpó hasta Argelia un barco con extranjeros que llegaron de forma irregular a la Región, pero que, desde entonces, no se ha vuelto a hacer devoluciones. Apuntó que «con 90 personas confinadas en un espacio como el que están, es difícil mantener la distancia de seguridad».
Citó un caso acontecido el pasado lunes, cuando «se puso en la calle a un joven sin ningún recurso de alojamiento», el cual se quedó «atrapado» en la vía pública, ya que no había autobuses para el pueblo donde vive parte de su familia. El chico contactó con Convivir Sin Racismo, que, a su vez, preguntó si había sitio para él en Jesús Abandonado, Fundación Rais o Servicios Sociales del Ayuntamiento, pero no había. Al joven finalmente la ONG le pagó una habitación de hotel, y hoy en día ya se encuentra con sus parientes en un municipio de la Región.