Expansión.– Una juez de Barcelona ha condenado a un hombre a seis meses de cárcel, que no cumplirá si no reincide y si participa en dos programas formativos sobre prevención de delitos violentos y aceptación de la diversidad, tras reconocer que humilló y agredió a un sintecho que dormía en un cajero automático.
En la sentencia, que es firme tras un acuerdo entre la defensa y la Fiscalía de delitos de Odio, el juzgado de lo penal 11 de Barcelona impone también al acusado, que en el juicio pidió perdón a la víctima, una multa de 150 euros y le impide acercarse a menos de un kilómetro y comunicarse con el sintecho, al que deberá indemnizar con mil euros por las lesiones y el daño moral que le causó.
Los hechos ocurrieron hacia las 22.00 horas del 22 de diciembre de 2017, cuando el acusado entró en el habitáculo acristalado de un cajero automático de la Gran Vía de Barcelona y, con el objetivo de herir el amor propio y menoscabar la dignidad de dos sintecho que se encontraban en el lugar les empezó a lanzar improperios como «sois unos rastreros», «no tenéis derecho a vivir» y «sois basura».
A uno de los sintecho, el acusado también le amenazó al grito de «vete del cajero o te parto la cara», lo que le generó un gran temor, según la sentencia, que se basa en el acuerdo de conformidad alcanzado entre la defensa y la Fiscalía de delitos de Odio de Barcelona.
El acusado pisó entonces el pie a uno de los dos sintecho, como si de un objeto repulsivo se tratase, ante lo que el hombre se levantó para censurarle su actuación, ya en la calle.
Fue entonces cuando el acusado, guiado por el propósito de «menoscabar la integridad física» del sintecho, según la juez, le propinó varios empujones y un fuerte puñetazo en la mejilla, acción que le fue recriminada por varios testigos, que llamaron a los Mossos d’Esquadra.
Los testigos lograron separar al agresor de la víctima hasta la llegada de los Mossos , que detuvieron al acusado.
El sintecho llevaba dos meses durmiendo en la calle y se encontraba en una situación «muy vulnerable» a cualquier agresión, hasta el punto de que estos hechos reactivaron el estado de ánimo deprimido en el que se encontraba, según la sentencia.
En el juicio, el acusado reconoció los hechos, pidió perdón y alcanzó un acuerdo con la Fiscalía para ser condenado a seis meses de cárcel por un delito contra la integridad moral y otro de lesiones leves