Thomas Mair, admirador de supremacistas blancos, es un jardinero en paro de 53 años
PABLO GUIMÓN. EL PAÍS.- Thomas Mair, militante de la extrema derecha, ha sido condenado a cadena perpetua por el asesinato de la diputada laborista Jo Cox, que conmocionó al mundo el pasado 16 de junio, en plena recta final de la tensa campaña del referéndum en el que los británicos decidieron salir de la Unión Europea. El jurado ha considerado que el crimen fue inspirado por “el supremacismo blanco y el nacionalismo excluyente, lo que está asociado con el nazismo en sus formas modernas”.
Mair, que disparó tres veces con un rifle de caza y asestó 15 puñaladas a la diputada de 41 años, además de herir con su puñal a un paseante que trató de ayudarla, renunció a todo esfuerzo por defenderse durante los siete días que ha durado el juicio. “Motivados por el odio, los crímenes premeditados de Mair no son más que actos de terrorismo diseñados para hacer avanzar su retorcida ideología”, ha dicho la fiscalía.
Mientras asesinaba a Cox, diputada que hizo campaña por la permanencia, Mair gritó “esto es por Gran Bretaña” y “Gran Bretaña primero”. Pero el juez, en la lectura de la sentencia, ha querido dejar claro que la verdadera patriota era Jo Cox, a quien calificó de “apasionada, incluyente, generosa y de corazón abierto”. “Resulta evidente por sus búsquedas en Internet que su inspiración no es el amor por su país, sino una admiración por los nazis y credos antidemocráticos similares de supremacía banca”, ha dicho el juez a Mair, quien ha permanecido impasible.
La “gravedad excepcional” de la ofensa, según el juez, ha llevado al verdecito de cadena perpetua. La sentencia ha considerado el agravante de premeditación: el acusado pasó semanas investigando a su víctima, diputada en el Parlamento de Westminster desde 2015 y madre de dos hijos, que tenían 5 y 3 años cuando murió. El juez ha denegado a Mair su petición de dirigirse a la sala, alegando que el asesino había declinado su oportunidad de defenderse durante la vista.
May fue asesinada cuando se dirigía a un encuentro con los vecinos de Birstall, un pueblo de la circunscripción inglesa de Batley and Spen a la que Cox representaba en el Parlamento. Mair la atacó al salir esta de su coche. Le disparó dos veces en la cabeza y una en el pecho con un fusil de caza, antes de apuñalarla en 15 ocasiones. La legisladora murió poco después en la ambulancia que la trasladaba al hospital.
Mair, vecino de Birstall de 52 años que hacía chapuzas como jardinero, fue arrestado minutos después. En su casa, la policía encontró libros que revelaban su obsesión con el nazismo y la supremacía blanca, confirmada después por el rastreo de su actividad en Internet.
Brendan Cox, viudo de la diputada, ha asistido a la lectura de la sentencia y ha asegurado que su familia “no tiene ningún interés por el perpetrador”. “Solo sentimos lástima por él”, ha dicho. “Estamos aquí porque queremos contar lo que fue Jo y lo que significó para nosotros”. “Para el mundo”, ha añadido, “Jo era una diputada, una activista y muchas otras cosas. Pero también era una hermana, una hija, una tía, una esposa y, por encima de todo, una madre de dos niños que la quieren con todo su ser”.