Los soldados del ejército canadiense que sean testigos o sepan de una conducta racista o de odio en sus filas deberán reportar la situación a sus superiores de acuerdo a una nueva orden emitida por el comandante del ejército canadiense el pasado jueves 24 de septiembre
RUFO VALENCIA. CANADÁ INTERNACIONAL.- La nueva directiva, que está siendo distribuida a todas las unidades del ejército en el país, también advierte sobre las posibles consecuencias para quienes hagan la vista gorda. «Haremos que nuestros miembros rindan cuentas de sus acciones», destacó el teniente general Wayne Eyre en la orden emitida al ejército canadiense.
Los militares a todos los niveles deberán intervenir y reportar estos incidentes, «y donde sea necesario, proporcionaremos apoyo a los afectados por estos comportamientos», señaló el militar.
Eyre, quien presentó verbalmente sus expectativas la semana pasada en una reunión virtual de comandantes de todo el país, prometió que daría instrucciones explícitas sobre cómo manejar un número creciente de casos de presencia de la extrema derecha en las filas del ejército.
El comandante de las fuerzas armadas de Canadá se comprometió en la campaña para erradicar el racismo y los discursos de odio entre los uniformados en momentos en que el ejército está llevando a cabo una investigación sobre del 4º Grupo de Rangers. El origen de esa investigación se debe a una serie de reportajes del difusor público CBC sobre un reservista a quien se le permitió continuar en las filas de la institución armada a pesar de haber sido identificado como miembro de dos grupos de extrema derecha.
En su entrevista con el difusor público CBC a principios de este mes, Eyre dijo que le repugnaba ver el racismo y la intolerancia en la sociedad canadiense, especialmente cuando las personas que sostienen esos puntos de vista quieren hacer parte del ejército.
La orden de 25 páginas, firmada el 23 de septiembre, establece que a partir de la fecha un oficial al mando tiene la orden de «tomar medidas proactivas en respuesta a conductas de odio y no necesita una queja por escrito para investigar cualquier situación» en la materia.
Aquellos militares responsables de unidades y formaciones del ejército tienen ahora también la autoridad de relevar «temporalmente» de sus funciones a cualquier miembro del ejército acusado de comportamiento racista «hasta que concluya una investigación apropiada o el seguimiento» necesario.
Sin embargo, esa autoridad tiene límites. La orden dice que los comandantes deberán «equilibrar el interés público, incluyendo el impacto en la eficacia operacional y la moral, con los intereses del miembro» antes de tomar la medida formal de relevar a los soldados del servicio activo.
«El entrenamiento para la intervención de testigos será clave en nuestros esfuerzos para eliminar las conductas de odio, porque todos tenemos la responsabilidad de actuar y responder si somos testigos de conductas odiosas y de incidentes vinculados», dice la orden.
Con ese fin, los oficiales al mando fueron informados de que deben estar atentos a los denunciantes de irregularidades e «investigar toda denuncia de comportamiento amenazador, intimidatorio, de ostracismo o discriminatorio ejercido como represalia tras una denuncia de incidente de odio».
Algunos aspectos de la orden todavía tienen que ser resueltos. La orden cita la necesidad de una forma de identificar a los soldados que «puedan mostrar tendencias hacia una ideología de odio, o que exhiben una conducta problemática».
Evan Balgord, director ejecutivo de la Red canadiense contra el odio, sugirió en el pasado que los comandantes deberían tomar la iniciativa de vigilar regularmente las cuentas de los soldados bajo su mando en los medios sociales.
El ejército también tiene previsto capacitar a los soldados en la identificación de conductas de odio en sus filas.
Balgord dijo que su organización está satisfecha con esa orden del comandante del Ejército de Canadá, pero le preocupa el grado de discreción permitido cuando se trata de sancionar a aquellos militares que sean sorprendidos participando en conductas de racismo y discriminación.
«El diablo en los detalles de esta orden aparecerá realmente en la forma en que esta nueva directiva sea puesta en vigor», dijo Balgord, añadiendo que «cualquier miembro que sea hallado participando en un grupo de odio» debería ser expulsado de las Fuerzas Armadas.
Hay una serie de sanciones disponibles en los sistemas disciplinarios y administrativos de las Fuerzas Armadas, que pueden llegar hasta la expulsión de las filas del ejército.
La orden también otorga explícitamente a los comandantes la opción de rehabilitar al individuo envuelto en una situación referida en la orden militar.
A principios de septiembre, el ministro de Defensa de Canadá, Harjit Sajjan aseguró que estaba trabajando para poner en marcha “medidas apropiadas para responder rápidamente conductas de odio” en las filas del ejército canadiense.
Este mensaje fue puesto en duda debido a que el militar canadiense Erik Myggland, que fue hallado haciendo parte de una milicia de extrema derecha y de un grupo paramilitar, seguía en las filas del Ejército canadiense.
El ranger Erik Myggland nunca ocultó su asociación con el movimiento Tres Percentiles, una milicia de extrema derecha y grupo paramilitar. Él también hacía parte de los Soldados de Odín, un grupo anti-inmigrante y supremacista blanco fundado en Kemi, Finlandia, en octubre de 2015. Pruebas de su pertenencia a estos grupos fueron encontradas en todos sus medios sociales.
Myggland fue entrevistado por la contrainteligencia militar, pero se le permitió seguir en las filas del ejército, a pesar de que publicó ataques antigubernamentales. Hace dos años, en uno de ellos se refirió al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, como un “bastardo traidor”.