EFE. LA VANGUARDIA.- En un momento en el que Grecia vive un repunte del rechazo a los migrantes, a los «otros», políticos y colectivos antirracistas han aprovechado el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial para alertar contra el ascenso de la extrema derecha y la violencia xenófoba.
Medio centenar de colectivos, encabezados por el Foro Griego de Inmigrantes, celebraron una concentración en la céntrica plaza de Syntagma contra la discriminación y el racismo.
Los convocantes leyeron un manifiesto en el que pidieron a todas las fuerzas políticas que, en este año de elecciones nacionales y europeas, planten cara a la extrema derecha en toda Europa.
El ministro de Migración, Dimitris Vitsas, por su parte, condenó los recientes ataques contra refugiados y migrantes en varios puntos del país, y aseguró que estas agresiones demuestran que el racismo sobrevive porque «es cultivado» por fuerzas que extraen su poder del silencio o de la tolerancia de algunos sectores de la sociedad.
El antídoto, dijo, es responder a este fenómeno con la «palabra» y un «frente amplio de solidaridad».
Vitsas prometió que el Gobierno no tolerará ninguna expresión de xenofobia o discriminación, ni ningún intento de «envenenar nuestra sociedad con odio».
El pasado viernes cerca de un centenar de refugiados, entre ellos varios niños, fueron atacados con palos y piedras por un grupo de 70 vecinos que querían evitar que vivan en un hotel proporcionado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el pueblo de Vilia, a unos 55 kilómetros de Atenas.
Estas familias, trasladadas desde las islas del Egeo debido a su especial vulnerabilidad, continúan viviendo en este hotel a pesar de la violenta bienvenida que recibieron.
El domingo, nueve menores refugiados y migrantes no acompañados afganos fueron atacados por un grupo de encapuchados mientras jugaban al baloncesto en Konitsa, una ciudad cercana a la frontera con Albania, la primera de la región del Epiro en la que se instalan refugiados.
Dos de ellos tuvieron que recibir primeros auxilios, uno con fracturas en manos y pies y otro por encontrarse en estado de shock.
El Consejo Griego para los Refugiados denunció que uno de sus intérpretes fue atacado brutalmente el pasado lunes por un grupo de ocho encapuchados, que le golpearon en todo el cuerpo con una barra de hierro.
La víctima logró escapar y llamar a la policía y a una ambulancia, señaló el citado consejo en un comunicado, en el que destacó que afortunadamente «el racismo y la intolerancia no representan a la totalidad de la sociedad griega, gran parte de la cual ha mostrado y sigue mostrando solidaridad» con los refugiados.
La violencia que sufren los colectivos marginados no surge tan solo de los ciudadanos sino también del abuso de la fuerza policial helena, que acumula denuncias e investigaciones al respecto.
Este mismo lunes, un migrante guineano de 20 años fue arrestado frente a la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), duramente golpeado y encerrado durante un día sin que se le informase de qué cargos había contra él.
Otro ejemplo de reacción racista, aunque no violenta, es la huelga que durante dos semanas ha sacado del colegio a más de dos tercios de los alumnos de un centro en la isla de Samos, para evitar que los niños griegos compartieran las instalaciones, aunque en distintos horarios, con 14 menores refugiados