Colau planea multar por insultos o acoso discriminatorios en la calle

| 18 enero, 2017

El Ayuntamiento de Barcelona crea un plan pionero para luchar contra la islamofobia

REBECA CARRANCO. EL PAÍS.- El Ayuntamiento de Barcelona sopesa multar a aquellas personas que insulten o que acosen por la calle a terceros por cuestiones de discriminación relacionadas con origen, ideología, religión, orientación sexual o exclusión social. «Estudiamos la posibilidad de que en la reforma de la ordenanza de convivencia se pueda incluir alguna infracción vinculada a las manifestaciones de odio, que no tengan un alcance grave. Insultos, acoso en la vía pública, siempre que no constituya un delito», ha explicado el teniente de alcalde Jaume Asens, en la presentación de un plan contra la islamofobia. Los servicios jurídicos del Ayuntamiento aún no han establecido con qué cuantías podrían ser sancionados esos comportamientos. La medida podría estar lista en un año.

 

Los grupos de trabajo con la comunidad musulmana han detectado que se dan muchos comentarios despectivos y degradantes en el transporte público, o incluso en las comunidades de vecinos. «No son agresiones físicas, pero está pasando en la ciudad de Barcelona», ha contado Mustapha Aoulad Sellam, experto en la gestión de la diversidad cultural. 

 

Para paliar este tipo de situaciones, y el incremento de la islamofobia después de la oleada de atentados yihadistas en Europa, el Ayuntamiento dirigido por Ada Colau invertirá en dos años 102.000 en un plan pionero contra la islamofobia. El proyecto recoge 28 medidas, entre ellas la creación de un Observatorio para conocer realmente el alcance de ese tipo de actitudes en Barcelona, donde hay más de tres generaciones de personas musulmanas. «Es una medida pionera», ha repetido Asens, que ha asegurado que «la islamofobia es una gran fábrica que alimenta el yihadismo». El objetivo es poder conocer a las «víctimas reales» de estos hechos.

El plan es la respuesta a un análisis que ha durado cerca de un año. El Ayuntamiento encargó a un grupo de expertos un estudio para conocer cuáles eran las necesidades y quejas de la comunidad musulmana en la ciudad. Uno de los principales resultados era que pedían dignificar sus centros de culto, en muchas ocasiones masificados y en malas condiciones, y se debatía la posibilidad de obtener los permisos para construir una gran mezquita central en Barcelona, que ahora no existe.

«No está sobre la mesa», ha asegurado la comisionada de Inmigración, Lola López, sobre esa gran mezquita, que ningún alcalde se ha atrevido a autorizar.«Las propias comunidades musulmanas no lo presentaban como una gran prioridad», ha añadido. Sobre los oratorios, ha señalado que existe una línea de ayudas desde el Ayuntamiento al que han recurrido la mayoría de comunidades, que además ha incrementado la cuantía.

El plan tiene otra línea, interna, de formación entre los propios trabajadores del Ayuntamiento para evitar que puedan calar los discursos islamófobos. También prevé formación para la Guardia Urbana, y un cambio en la instrucción sobre los delitos de odio, en los que se añadirá una referencia concreta a la islamofobia y a la aporofobia (el odio a las personas pobres). El Ayuntamiento también llevará a cabo una campaña municipal contra ese tipo de conductas, se harán formaciones específicas y talleres en las escuelas por la diversidad.

Los comportamientos más comunes de discriminación detectados hasta ahora en la ciudad son casos de mujeres que llevan el velo islámico con dificultades para acceder al mundo educativo y al mundo laboral. O mujeres que cuando dan el paso de cubrirse con el velo, su entorno se dispersa o incluso les acusan de haberse radicalizado. También se ha analizado la situación de algunos jóvenes que cuando acaban la carrera y buscan prácticas, si llevan barba, tienen muchas problemas para conseguir esos puestos.

En 2013, un hombre, taxista de profesión, fue agredido en el Hospital del Mar después de rezar dentro. «La fiscalía pide un año de prisión», ha asegurado Asens. Otro caso grave fue el de una mujer embarazada, que vestía con un nikab, y que recibió insultos y una patada en el vientre el pasado verano por parte de dos personas. El Consistorio se ha personado en el último caso y ha mostrado su voluntad de hacerlo en todos los nuevos de los que tenga conocimiento.

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