ABC.- «¡De Dahlem a Gaza! Intifada hasta la victoria», se escuchaba el jueves en un acto celebrado frente a la cafetería de la Universidad Libre de Berlín (FU), al que asistía un centenar de estudiantes. «¡Palestina libre!», coreaban repetidamente. «¡De Hamás!», alcanzó a intercalar en la letanía propalestina un viandante. «Los sionistas son fascistas, asesinan a niños y civiles», aseguraba megáfono en mano uno de los oradores, que se dirigió a unas 20 personas que, a modo de contramanifestación, habían desplegado una bandera de Israel a unos 50 metros de distancia: «¿Cuántos niños habéis matado hoy?».
Actos similares se repiten en muchas universidades alemanas, en las que a menudo se gritan eslóganes antisemitas. Esta vez había policía y cámaras de televisión porque, unos días antes, un estudiante judío de esta misma universidad sufrió un brutal ataque. Ocurrió el sábado en Brunnenstrasse, zona de vida nocturna. Lahav Shapira salía de un local con su novia cuando fue reconocido por otro estudiante de la FU, de 23 años y de origen árabe. «Nos alcanzó y me preguntó si yo era Lahav, si yo había colocado carteles pidiendo la liberación de rehenes israelíes de Hamás», ha relatado. «Entonces, de repente, me dio un puñetazo en el costado, luego otra vez y caí». Una vez en el suelo, recibió patadas en la cara y en el estómago. «Tengo contusiones, la nariz rota y una fractura en el hueso debajo del ojo. Me han operado, tengo que respirar por la boca», describe su estado.
Una vez ingresado en la clínica Charité, un grupo de desconocidos accedieron a su habitación para robar parte de sus pertenencias y destrozar otras. La Fiscalía encargada de la investigación por «lesiones peligrosas», ha catalogado el acto como «antisemita relacionado con el conflicto de Oriente Próximo». El agresor no ha sido detenido porque «no hay indicios de que vaya a eludir el procedimiento». Y en el centro de la polémica está el rector de la FU, Günter Ziegler, al que los estudiantes judíos acusan de mirar hacia otro lado.
«La manifestación no ha tenido lugar en nuestro campus, sino en la calle. Es por eso que no podemos prohibirla», dijo sobre el acto del jueves. Pero miembros de su propio equipo habían colocado carteles anunciando el acto. «Cualquiera que golpee a un compañero judío hasta el punto de hospitalizarlo por el hecho de ser judío no tiene lugar en una universidad alemana», ha declarado el presidente del Consejo Central Judío de Berlín, Josef Schuster. También el alcalde de Berlín, Kai Wegner, ha exigido una sanción rápida y severa. Pero la expulsión sigue sin producirse.
Peter René Pérez huyó a Francia junto a su familia en 1939 tras la anexión alemana de Austria. Allí les internaron en Rivesaltes, donde convivieron con republicanos españoles que, más tarde, les salvarían la vida. A sus 87 años, se siente muy unido a Andalucía y al flamenco, la música que le empujó a afrontar cara a cara su pasado
No es la primera vez que Lahav Shapira es víctima del antisemitismo. En 2010 fue golpeado por jóvenes extremistas de derecha en su ciudad natal de Laucha y en la víspera de Año Nuevo de 2014 volvió a pasar por el mismo infierno. Su abuelo paterno, Amitzur Shapira, fue tomado como rehén y asesinado por terroristas palestinos en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. Su abuelo materno fue el único de su familia que sobrevivió al Holocausto. «Mis abuelos paternos también», relata otra estudiante que pide anonimato. «Y ahora esto otra vez: la universidad ya no es un lugar seguro para nosotros, apenas la reconozco, no me atrevo a ir a clase, hay llamamientos a la intifada a diario en el campus y mis compañeros me dan la espalda por ser judía».
Complicidad
Una de las pocas estudiantes que se atreve a dar su nombre es Clara Nathusius, fundadora del movimiento ‘Fridays for Israel’, que acusa al rectorado de «complicidad» y de «negar y minimizar el sufrimiento que causa el antisemitismo en el campus durante meses». «Por temor a ser blanco de antisemitas radicales de izquierda, dejan que los estudiantes judíos asuman la lucha contra el antisemitismo por su cuenta y riesgo: cierran los ojos sin tomar posición y dejan que el odio se propague», ha denunciado.
El terror se difunde en redes sociales y en los pasillos de la universidad. El casillero de Lahav Shapira había sido marcado con un triángulo rojo invertido, el símbolo con el que Hamás identifica a sus objetivos. Como resultado, muchos estudiantes judíos no se atreven ya a pisar el campus, especialmente en universidades donde el antisemitismo no es de ahora, como la Universidad de las Artes de Berlín, las de Renania del Norte-Westfalia como Duisburgo, Essen y también la Universidad del Ruhr de Bochum.
«Yo misma he estado activa en círculos de izquierda, he apoyado el movimiento Black Lives Matter y he expresado mi solidaridad tras los ataques de extrema derecha en Hanau y en Halle», explica su gran decepción Lisa Michajlova, alumna de Bochum, en declaraciones a ‘Tagesspiegel’. En 2021, una turba gritó consignas antisemitas frente a su sinagoga en Gelsenkirchen. En 2022, las asociaciones Samidoun y Palestine Speaks boicotearon un acto contra el antisemitismo en la universidad. Los estudiantes que evitan ser reconocidos como judíos son innumerables.
El terror se difunde en redes sociales y en los pasillos de la universidad
«Muchos estamos optando por terminar los estudios en Israel», comenta un estudiante de Medicina de 24 años, «porque el odio viene también de parte de profesores y nos jugamos el futuro». «No es odio religioso ni étnico, es más bien político, los que nos acosan no son musulmanes, son izquierdistas», intenta definir un alumno también resignado a mudarse a Israel, «pero sea como sea te destrozan la vida».
Los centros de investigación reaccionan con más aplomo. El Instituto Max Planck ha expulsado recientemente al profesor visitante Ghassan Hage, que celebró en redes el 7 de octubre y predijo el fin del Estado judío en un post en el que se refería a «los sionistas con violencia de colonos» como «las bestias salvajes de Occidente». Las universidades, sin embargo, acallan muchos casos, como el de Roland, alumno de Comunicación Visual en la Kunsthochschule Kassel, donde varios profesores han firmado públicamente y sin consecuenciascartas del movimiento Boicot, Desinversión, Sanciones contra Israel (BDS), prohibido ya en Alemania, que dejó sus estudios tras reiteras pintadas en su aula y correos con amenazas y con fotografías del Holocausto junto a la pregunta: «¿familiares tuyos?».