Cae en Granada una red que estafaba a familias de niños extranjeros a los que prometían convertirse en futbolistas.

, | 11 abril, 2023

ABC/Álvaro Holgadl.- La Policía Nacional ha detenido a once personas tras constatar decenas de menores víctimas del engaño, principalmente brasileños

Decenas de menores como víctimas y una estafa de miles y miles de euros a las familias en sus países de origen, todo por la falsa promesa de convertir a los jóvenes en futbolistas de élite. La Policía Nacional ha destapado una trama en Granada que se ha cobrado ya once detenidos y que investiga por el momento a otras dos personas.

Según fuentes de la Policía, éstas detenciones son el resultado de dos investigaciones paralelas e independientes sobre dos entramados delictivos creados por dos escuelas-club de fútbol de categorías juveniles y senior en el Área Metropolitana granadina.

Su objetivo no era otro que estafar, presuntamente, a los familiares de menores y jóvenes extranjeros, principalmente brasileños, que venían a España, previo pago, con el sueño de triunfar en el fútbol.

Las investigaciones de las Operaciones Gol y Alevines las han realizado agentes de la Brigada de Extranjería y Fronteras, quienes comenzaron las pesquisas acerca de estas tramas cuando recibieron una denuncia de un jugador y su entrenador, los cuales habían sido fichados en su país de origen por un club de fútbol ubicado esta zona de la provincia de Granada.

En principio para jugar y participar en competiciones deportivas oficiales, aunque muchos no llegaban siquiera a hacerlo. La familia de este jugador abonó los 5.000 euros requeridos por los responsables del club.

Esto incluía, a priori, el alojamiento, manutención, desplazamientos, seguro médico privado, y la matrícula en un centro docente oficial para obtener la residencia legal por estudios en España, trámite del que se encargaría la abogada de la escuela-club. Tras varios meses de estancia, comprobaron que nada de lo acordado se cumplía y que los gastos exigidos iban aumentando cada mes.

Ninguno de ellos, además, asistía a clases, pese a que en todos los expedientes de regularización se aportaban matrículas de centros docentes. Residían en las casas facilitadas por los clubes en condiciones de hacinamiento, con escasa comida y ninguno de ellos conseguía regularizar su residencia legal. Los pagos que se pedían desde el club cada mes iba entre los 1.500 y 1.700 euros más a cada familiar, todo sumado a los 5.000 pagados inicialmente.

La crueldad del engaño a las víctimas llegaba a ser incluso más grave, ya que les informaban de que no podían federarse, aunque la federación andaluza de fútbol sólo exige un pasaporte en vigor para participar en competiciones oficiales a nivel provincial o autonómico.

Modus operandi

La investigación ha revelado el sistema de la trama. Captaban a los jugadores en sus países de origen, todos jóvenes de entornos económicos acomodados y con destacadas habilidades como futbolistas, para venir a España con el gancho de ser futuros futbolistas profesionales.

El relato que le vendían era el siguiente: comenzando por jugar en equipos de categorías inferiores, juvenil o sénior, tenían opciones de ser descubiertos y fichados por clubes mundialmente conocidos.

En contrapartida, empezaba un reguero de peticiones de pagos a los familiares, tanto antes como después de que los jóvenes aterrizaran en España, con el objetivo de obtener elevadas cantidades económicas en un corto espacio de tiempo, simulando cargos sobreelevados asociados a su regularización, alojamiento y manutención.

Una vez que caducaban los visados o periodos de estancia como turistas, o cuando la familia no puede asumir el alto coste económico exigido, el joven se veía obligado a regresar a su país o se quedaba en situación irregular en España, siendo sustituido por otro jugador captado de igual forma.

Aquella primera denuncia a la Policía Nacional, resultó en que las primeras comprobaciones sobre el club-escuela evidenciban la existencia de unos 30 jóvenes extranjeros de distintos orígenes, predominando los brasileños, de entre 16 y 23 años, a quienes alojaban en dos viviendas alquiladas por el club deportivo en un pueblo del área metropolitana de Granada.

En paralelo, aparecieron las coincidencias y los primeros indicios de relación entre los responsables de este club-escuela con otro situado en otro municipio granadino, cuyos jugadores, unos 40, también mayoritariamente de Brasil, residían en una casa propiedad de los directivos.

Además, por parte de responsables de ambos clubes se habían instado multitud de expedientes de regularización en la Oficina de Extranjeros de la ciudad que, de modo sistemático, siempre terminaban inadmitidos a trámite o denegados, ya que, en la práctica totalidad de los casos, la documentación presentada se encontraba incompleta o bien fuera de plazo.

Los once detenidos eran parte de una trama perfectamente diseñada en tres eslabones. Primero los captadores, que se encargaban de ir a los países de origen y traerlos a España, en segundo lugar los propietarios de centros docentes que certificaban falsamente la matriculación de los extranjeros para que pudieran obtener los visados y por último los directivos de los clubes.

Estos son los cabecillas de la trama, puestos que estaban encargados de diseñar la estrategia, adquirir o alquilar las viviendas en las que alojarlos y simular trámites para estafar a las familias.

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