LAURA L. ÁLVAREZ. LA RAZÓN.- Ricardo creía que la cosa no iba con él. No sabía ni de qué le hablaban. Iba caminando por la calle cuando un grupo de chavales comenzó a increparle: «¡Eh, tú! Facha de mierda». «¡Cerdo! No te queremos en este barrio». «¡Fuera los nazis de aquí!». De pronto, el hombre, de 49 años, cayó en la cuenta de que en una manga de su chaqueta llevaba una pequeña banderita de España cosida, según fuentes policiales. El grupo de jóvenes, unas 15 personas, llevaba estética «antifascista» y estaba practicando skate (tablas de patinaje) en los alrededores del centro comercial San Ignacio de Loyola, en el distrito de Carabanchel.
Aunque siguieron increpando al hombre durante unos minutos, él siguió su camino y prefirió no rendirles cuentas. Además, se dirigía a buscar a su hija menor de edad a la salida del instituto, situado a unos diez minutos del lugar.
Pero la sorpresa de Ricardo fue que, de vuelta a casa, por el mismo itinerario, –ahora ya con su hija de 16 años–, los jóvenes seguían en el lugar, en la calle Oliva de Plasencia. Y parece que no iban a desaprovechar la ocasión de volcar su odio contra lo que ellos consideraban un «nazi». Sin embargo, la Policía no lo tenía fichado como tal porque ni siquiera lo era.
Sólo había cometido la «imprudencia» de llevar una bandera de España en la ropa por Carabanchel. Era por la tarde y creyó que los chavales no seguirían con sus amenazas y menos ahora en presencia de su hija, pero al grupo de «antifas» no el importó la compañía del supuesto fascista.
El grupo de jóvenes se fue acercando a él de forma intimidatoria gritándole cada vez más cerca: «¡Nazi de mierda, te vamos a matar!», según las mismas fuentes. «Ya está bien. ¿Qué queréis?», contestó él. En el momento en el que se paró le arrinconaron y comenzaron a lloverle palos por todas partes. La paliza fue impresionante. Hasta le dieron con dos monopatines en la cabeza. Fueron los peores golpes. Uno de ellos le dio con la tabla en la oreja y otro en la nuca. Cuando consiguió zafarse de ellos se dirigió a un centro médico –acudió a la clínica Quirón–, donde evaluaron sus lesiones. Ricardo presentaba un fuerte traumatismo en la nuca y cortes en la oreja, según el parte presentado. El golpe fue de tal calibre que día de hoy continúa con un pitido constante en el oído que le obliga a mantener un tratamiento con el otorrino, según fuentes cercanas al caso.
Esto ocurrió la última semana del mes de abril, pero la víctima acudió a denunciar los hechos más tarde. Cuando reunió las fuerzas necesarias, se presentó en la comisaría de Carabanchel y explicó los hechos. Al tratarse de un tema ideológico y llevar los jóvenes clara estética «antifascista», los agentes de Carabanchel derivaron el asunto a la Brigada Provincial de Información, ya que cuenta con agentes especializados en radicales de extrema izquierda y extrema derecha. El Grupo 23 de esta Brigada, que lleva grupos de antifascistas, asumió la investigación y abrieron el atestado el pasado 12 de mayo. El día 25 los dos autores materiales de las lesiones a Ricardo, el supuesto nazi que finalmente no lo era, estaban arrestados después de que los policías identificaran al grupo agresor. Y es que los amigos suelen patinar siempre por la zona donde ocurrieron los hechos. Uno de ellos es menor de edad (tiene 17 años). El otro, Ignacio Javier, tiene 20 años. Ninguno de los dos estaba fichado por la Policía pero tras montar una rueda de reconocimiento con fotografías de sospechosos, la víctima reconoció a los dos que le propinaron los golpes con la tabla de patinar sin ningún género de dudas, según fuentes policiales.
Los agresores no contaban con antecedentes policiales. Hasta ese momento, porque ahora estrenan ficha policial con un delito de lesiones y un delito de odio (para el que propinó el golpe en el oído, el más grave) y una falta de lesiones (porque las lesiones no eran tan graves) y un delito de odio para el otro. El delito de odio se les imputa porque la agresión se ha producido por motivo ideológico. Y es que, cuando hay un insulto de este tipo de por medio y una agresión después, el detenido no será sólo imputado por faltas sino que se entiende que la agresión ha venido motivada por un tema de ideología.