Italianos levantaron barricadas para impedir que entraran al país 12 refugiadas. ¿Olvidaron que ellos fueron inmigrantes?
LOS ANDES.- Los habitantes del pequeño pueblo italiano de Gorino, en el norte del país, montaron anoche barricadas para impedir la llegada de 12 mujeres refugiadas, una de ellas embarazada, y ocho niños que iban a alojarse en un hostal, encarnando el lado más xenófobo de Europa.
Al grito de «no los queremos», cientos de personas, residentes de Gorino, en la provincia de Ferrara, armaron barricadas con tarimas de madera que impidieron que un micro con 12 mujeres refugiadas y ocho niños que iban a alojarse en un hostal de la zona llegara al lugar.
Los medios de comunicación italianos se hicieron eco hoy de la protesta contra la decisión del delegado de gobierno de Ferrara, Michele Tortora, de otorgarles el alojamiento que derivó en momentos de tensión.
Luegode que el micro permaneciese varias horas a la espera de una decisión, finalmente el prefecto dispuso trasladar a los 20 refugiados de origen africano a otro pueblo.
«Ha prevalecido la tranquilidad del orden público, no podíamos cargar contra las personas. Este fenómeno (de la inmigración) o se gestiona juntos con sentido común o no se puede gestionar», explicó Tortora, quien informó que las refugiadas están alojadas de manera provisional en otras localidades.
Desde el gobierno italiano salió a cuestionar este hecho el propio ministro del Interior, Angelino Alfano, quien sostuvo que «organizar barricadas contra 12 mujeres, una de ellas embarazada, no honra al país».
«Todo se puede gestionar mejor. Podemos encontrar todas las excusas que queramos, pero esta no es Italia», agregó
Pero, la ultraderecha de ese país que la encabeza la xenófoba formación política Liga Norte, salió a respaldar la protesta y Alan Fabbri, el líder partidario en Ferrara, definió a los vecinos como «nuevos héroes de la resistencia contra la dictadura de la recepción».
Este suceso se produjo tras darse a conocer las cifras de la emergencia de la inmigración en Italia con 153.450 inmigrantes que llegaron desde inicio de 2016 en el país, un 10% más que el año pasado.
Esas cifras están creando enormes problemas al sistema de acogida ya que actualmente son 167.000 los inmigrantes en los abarrotados centros y estructuras temporales en Italia.
Este hecho de las barricadas no es aislado. Miles de habitantes de diversos pueblos europeos se oponen a la llegada de refugiados, hombres y mujeres que huyen de la violencia y las guerras, en las que la mayor parte de las potencias europeas tienen son voz y parte.
El desalojo y la demolición de la «Jungla de Calais», el mayor campo de refugiados de Francia, que está en su segundo día y que ya trasladó a diversos pueblos franceses a más de 3.100 refugiados, también encendió la alarma xenófoba europea.
El gobierno del socialista Francois Hollande abrió 451 centros de recepción distribuidos en toda Francia, un escala intermedia para que se verifique oficialmente su condición de peticionarios de asilo; caso contrario serán deportados.
Atestadas filas de inmigrantes -en su mayoría hombres afganos, eritreos, etíopies y sudaneses- para registrarse son las postales del hacinamiento y la desesperación por llegar a una situación vital más digna. Los niños llorando, solos y sin rumbo, también son moneda corriente.
Y si bien muchos tomaron los micros, otro tanto -unos 2.000 según la ONG francesa Albergue de Inmigrantes- no tienen intención de viajar a los centros provisionales sino que quieren seguir en Calais para pasar al Reino Unido.
En los pueblos franceses donde harán escala los refugiados el clima comenzó a caldearse.
Ayer mismo, hubo un incendio premeditado en uno de los centros ubicado en el municipio francés de Louberat, en el centro del país,
Ante el descontento de algunos sectores sociales, el partido ultraderechista y anti inmigración, Frente Nacional (FN) junto a otras agrupaciones de derecha, también jugaron su partida y aprovecharon el malestar para fomentar el apoyo antes de las elecciones presidenciales de mayo, organizar consultas populares y armar petitorios a los alcaldes para detener lo que llaman la propagación de la «mini-Calais».
Pero Francia no es la excepción a una Europa vallada y anti inmigración. Hoy, se conoció que en Alemania el número de crímenes de odio y xenófobos aumentó de forma drástica, según reveló un informe del gobierno alemán y se trata de la cifra más alta de faltas de odio registrada en el país desde el año 2001.
El número de delitos xenófobos aumentó en 2015 un 116 por ciento, hasta alcanzar los 8.529 casos y la cifra de crímenes de odio cometidos por razones políticas, de nacionalidad, de color de piel o de religión se incrementó un 77% en 2015 en relación con 2014.
En Hungría, que está en el proceso de reforma constitucional para impedir la instalación de «población extranjera» en el país, hoy comenzaron a construir una nueva valla antimigratoria en un tramo de 10 kilómetros con su frontera con Serbia en la que probará los sistemas de «alta tecnología».
Hungría ya puso vallas alambradas en sus fronteras con Serbia y Croacia hace un año para impedir que los refugiados que entrarán al país no lleguen a los países ricos de la Unión Europea (UE), como Austria y, principalmente, Alemania.
«No queremos que instalen en Hungría inmigrantes pobres, pero tampoco ricos», aseguró el líder del partido de derecha Jobbik, hace pocos días, sintetizando parte del pensamiento del gobierno conservador húngaro.
Mientras tanto y a la espera de las bajas temperaturas, la Comisión Europea -órgano ejecutivo de la UE- destinó hoy 15 millones de euros para que La Cruz Roja griega distribuya mantas y ropa de abrigo entre los inmigrantes y refugiados en campamentos en Grecia.
Allí se quedarán, entonces, durante el invierno más de 60.000 migrantes abrigados, alejados del espacio de libre circulación europeo -el Schengen- que por estas horas decidió prolongar por tres meses los controles internos de sus fronteras.