El antiguo consejero de Trump se moviliza para ayudar al movimiento nacional-populista europeo
Bannon inyectó este sábado una buena dosis de adrenalina y optimismo al FN, cuya líder, Marine Le Pen, propone una refundación y un cambio de nombre sin abandonar ella —hija del fundador, Jean-Marie Pen— el poder. Flanqueado por dos inmensas banderas estadounidenses, hablando de pie y con cuidado desaliño indumentario, el ideólogo del trumpismo presentaba una imagen que rompe radicalmente con la de la ultraderecha tradicional europea y con la del nacionalismo francés.
“No vine aquí para enseñar nada, sino para observar y aprender”, dijo en inglés, mientras una intérprete iba traduciendo sus frases, en el centro de congresos de Lille, la principal ciudad del norte industrial. “No estáis solos”, repitió varias veces a un público entusiasta, vinculando al FN con otros partidos y movimientos en Europa y otras partes del mundo.
Bannon dio por finiquitada la división entre izquierda y derecha, y dijo que, en todo el mundo, la batalla enfrenta a nacionalistas y populistas contra lo que llama globalistas, encarnados, entre otros, por el presidente francés Macron.
Una de las paradojas de la visión de Bannon es que pone en el acento en el nacionalismo, pero a la vez propone un movimiento global. Bannon interviene en un FN ideológicamente desorientado, inseguro sobre si dar prioridad al tradicional discurso antiinmigración o al discurso antieuropeísta.
Si la estrategia consiste del partido francés en convertirse en un partido homologable de derechas, no es seguro de que estridencia ideológica de Bannon le favorezca. Cuando Bannon pidió a los delegados en Lille que llevasen «como una medalla de honor» el que les llamasen racistas o xenófobos, está por ver si realmente beneficia a un FN que quiere sacarse el estigma de extremista de encima.
La personalidad favorita de Bannon en este partido es Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de Marine, y rival, y en Lille no lo ocultó. En una rueda de prensa en Lille junto a Marine Le Pen dedicó elogios encendidos a la sobrina, “una de las personas más impresionantes en el mundo entero”.
Al frente de la publicación Breitbart News y de la campaña electoral de Trump en 2016, Bannon convirtió en estrategia ganadora la ideología antiélites, antiinmigración y antimundialización de la derecha extrema de Estados Unidos. Ahora quiere trasladar esta estrategia a una Europa donde los populistas y los nacionalistas se han apuntado éxitos significativos en países clave, el último, Italia.
“Lo único que intento es ser la infraestructura, globalmente, del movimiento populista global”, dijo Bannon esta semana al diario The New York Times.
Hay límites a un posible efecto Bannon en Europa. Movimientos como el FN, u otros partidos de extrema derecha en Europa, son fenómenos puramente europeos que existían antes del fenómeno Trump. Y Bannon, tras perder su cargo en la Casa Blanca, ya no tiene la influencia de la que disfrutó durante los primeros meses de la Administración Trump.
Bannon viajó a Italia para presenciar las elecciones del pasado fin de semana en primera fila. El país, castigado socialmente en los últimos tiempos por una crisis económica en diferido y un fenómeno migratorio sin precedentes —más de 600.000 desembarcos en cinco años— es un terreno propicio para las soflamas populistas que tan bien funcionaron en EE UU. Obsesionado con la idea del nacimiento de una suerte de movimiento nacional-populista, tenía una cita con representantes de La Liga —un partido abiertamente eurófobo y xenófobo— para estudiar la cuestión y animarles en la recta final de la campaña. “Para observar el futuro de Europa hace falta mirar al voto italiano. Salvini lo ha dicho: el Euro no sobrevivirá. Todo está en las manos de los ciudadanos. Y la ola populista está solo empezando, porque la historia está de nuestro lado”, lanzó.
Y puede que no le faltase razón. Al día siguiente, por primera vez en la Unión Europea, dos partidos antiestablishment obtuvieron más de la mitad de los votosy sumaron mayoría absoluta en unas elecciones. Dos formaciones que en los últimos años han criticado duramente las políticas de la UE y han amenazado con salir de la moneda única si no se modifican la mayoría de tratados. De hecho, lo primero que hizo Salvini el día después de su excelente resultado fue cargar contra la UE.
Bannon tomó nota y traza la hoja de ruta esta corriente. “Los británicos han votado y ya están fuera. Si votasen los italianos, no sé qué sucedería. En Bruselas y en el BCE deben empezar a escuchar a los ciudadanos. Cuando hay una ola de inmigrantes que llega al sur de Italia y el peso recae en los trabajadores, hay que entender que algo no funciona. La inmigración se gestiona en África, no en Italia”. El país afronta ahora un complejo proceso de negociaciones para formar gobierno sin ninguna mayoría clara. El sueño húmedo de Bannon tiene la forma clara de una alianza entre Movimiento 5 Estrellas y La Liga: la pesadilla ahora mismo de la UE y los mercados.