Público.- Hace cinco años, el ministro del Interior de Austria, Wolfgang Peschorn, anunciaba que la casa natal de Adolf Hitler en el pueblo norteño de Braunau sería convertida en una estación de Policía y en una sucursal de la Academia de Seguridad que impartirá cursos sobre derechos humanos a agentes.
Así, se evitaría el peregrinaje y turismo de grupos neonazis. Este jueves, las obras todavía en curso para llevar a cabo la reconversión del inmueble requieren de estrictas medidas de seguridad para evitar que grupos de neonazis no roben los escombros.
Esta pequeña localidad fronteriza con la Baviera alemana, donde el dictador pasó los primeros meses de su vida, ha sido visitada en numerosas ocasiones por ultraderechistas para realizarse fotografías en las inmediaciones del inmueble. Así, en estos momentos, tal y como ha transmitido la cadena de radio y televisión austríaca ORF, se está llevando a cabo un servicio de monitoreo constante, que vigila durante todo el día que nadie se lleve nada.
Además, los escombros generados durante la reconstrucción son triturados y mezclados con desechos de otras obras para evitar que puedan ser utilizados como recuerdos por aquellos que buscan relicarios nazis.
Tras aplazarse por diversas razones, entre ellas por la pandemia, se prevé que las obras en pleno centro de Braunau, una localidad de 17.600 habitantes, duren hasta finales de 2025. Tras una larga disputa judicial entre la anterior propietaria y el Estado, el Gobierno austríaco decidió en 2017 expropiar el inmueble y en 2019 convertirlo en una comisaría. Se espera que en 2026 la Policía se instale en el lugar, marcando el inicio de una nueva etapa para este edificio cargado de historia y simbolismo.