Australia alerta sobre el crecimiento de grupos neonazis y supremacistas

, | 25 febrero, 2020

Las autoridades australianas han destacado su preocupación por el nivel de violencia que utilizan estas células que han proliferado bajo la protección de la extrema derecha

EL PERIÓDICO.- La amenaza de la extrema derecha es «real y creciente» en Australia, país que además afronta el peligro del espionaje y la injerencia extranjera «sin precedentes», alertó el jefe de Inteligencia, Mike Burgess.

En un discurso pronunciado en Camberra sobre la Evaluación Anual de las Amenazas, el jefe de la Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia (ASIO, siglas en inglés) indicó que además del peligro que supone para el país el terrorismo islámico, está la violencia de los grupos neonazis y supremacistas.

Ataques supremacistas

Burgess dijo que si bien las organizaciones de extrema derecha han estado en el centro de atención desde hace algún tiempo, su vigilancia se acentuó con el ataque supremacista contra dos mezquitas perpetrado por un australiano en marzo de 2018 en Nueva Zelanda, que se saldó con 51 muertos.

«En Australia la amenaza de la extrema derecha es real y está creciendo. En los barrios en toda Australia, las pequeñas células se reúnen regularmente para hacer el saludo nazi, inspeccionar armas, entrenar en combate y compartir su ideología de odio», precisó. Asimismo recalcó que estos militantes buscan vincularse con sus pares en el extranjero a través de foros en internet.

Espionaje extranjero

En su discurso, Burgess también alertó sobre el peligro del espionaje extranjero en Australia, país que ya ha tomado diversas medidas legales y preventivas contra la interferencia extranjera y los ataques a sus sistemas informáticos, que se sospecha provienen de China.

«Hay más agentes de inteligencia y colaboradores operando en Australia que en el culmen de la guerra fría y muchos de ellos tienen la capacidad, las intenciones y la persistencia de causar un daños significativo a nuestra seguridad nacional», apuntó.

Burgess mencionó el caso de un agente enviado por los servicios de inteligencia extranjeros, cuya identidad ni nacionalidad mencionó, que permaneció «durmiente por varios años» y que se vinculó a la comunidad y al sector empresarial local.

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