Atacan a un grupo de menores con machetes en el metro de Vicálvaro

, | 12 mayo, 2020

La Policía arrestó a dos de los agresores e investiga si detrás está un ajuste de cuentas entre bandas latinas

AITOR SANTOS MOYA. ABC.- Provistos de machetes y una pistola detonadora. Así atacó un grupo de individuos a otro, formado en su mayoría por menores de edad, en la confluencia del paseo de los artilleros y la calle de San Cipriano (en el distrito de Vicálvaro). Los hechos tuvieron lugar poco después de las 20 horas del pasado sábado cuando, por causas que están siendo investigadas, se desató una fuerte reyerta en las inmediaciones de la estación de metro de Vicálvaro. Dado el arsenal empleado y lo sorpresivo del embate, las víctimas tuvieron que huir a la carrera por el interior del suburbano hasta alcanzar el andén 1, donde fueron acorralados. Solo la rápida actuación de la Policía Nacional y los vigilantes apostados en la parada impidió que la sangre terminara por llegar al río.

La pelea se originó justo al inicio del único tramo del distrito peatonalizado por el Ayuntamiento –los fines de semana y festivos– debido a la crisis del coronavirus. Mientras los vecinos del enclave paseaban o practicaban deporte, dentro de las llamadas medidas de alivio, los dos bandos comenzaron a proferirse insultos y amenazas. El susto inicial tornó en miedo después de que las palabras dieran paso a los hechos. «Se armó una muy gorda en la calle y luego bajaron al metro», recuerda un testigo, convencido de que el encuentro no fue casual. Hasta el lugar se desplazaron varios indicativos de la Policía Nacional, que accedieron a toda prisa a la red de transportes para socorrer a los agredidos.

Dos unidades del Samur, una de soporte vital básico y otra de avanzado, acudieron al enclave tras recibir el aviso de que uno de los menores había resultado herido por arma blanca. No obstante, fuentes del Samur-Protección Civil explicaron ayer a este periódico que el único atendido presentaba una fuerte contusión en la rodilla que, según otras fuentes consultadas, precisó de puntos de sutura. Los sanitarios trasladaron al joven al hospital Gregorio Marañón para una valoración más exhaustiva.

Conseguido lo más difícil, los agentes levantaron un rápido dispositivo en las calles aledañas a la estación para identificar a los atacantes. Después de peinar la zona, localizaron a dos de los agresores a la altura del número 25 de la calle de San Cipriano, cuando trataban de ocultarse en un portal con cinco machetes de grandes dimensiones. Los arrestados, un dominicano de 24 años y un español de 20, son miembros de una banda latina y estaban filiados por la Brigada Provincial de Información, experta en «tribus urbanas». Están acusados por delitos de lesiones, tenencia ilícita de armas y desórdenes públicos.

La Policía, que también encontró una pistola de fogueo tirada en una de las papeleras del andén 1 de Vicálvaro (línea 9), mantiene las pesquisas abiertas a fin de localizar al resto de participantes y depurar los motivos de la trifulca. Las primeras hipótesis apuntan a un ajuste de cuentas entre bandas latinas, un extremo que cobra fuerza a tenor del «modus operandi» y el origen de las personas implicadas. En la colonia de las Mil Viviendas, uno de los puntos más conflictivos del distrito, las teorías que circulan versan en la misma línea.

Cerca de 300 miembros activos

Dentro de la capital, Usera, Tetuán, Carabanchel, Villaverde y Puente de Vallecas son los cinco distritos que más sufren la violencia de estos grupos, integrados por jóvenes de muy corta edad. Los investigadores calculan que cerca de 300 individuos son extremadamente peligrosos, dentro de los más de mil que están «fichados» por esta problemática. Tras el declive de los Latin Kings y Ñetas, caídos en desgracia por los sucesivos golpes policiales, son ahora los Trinitarios y Dominican Don’t Play (DDP) –surgidos a partir de una escisión de los primeros– las bandas más activas.

Expertos policiales advierten del carácter más «informal» de estas bandas, distanciadas de las habituales estructuras rígidas y la obediencia ciega a sus líderes. Señalan, además, sus reticencias a vestir con prendas de colores llamativos, lo que dificulta su reconocimiento. Respecto a sus puntos de reunión, los pandilleros siguen moviéndose en parques y plazas, aunque en los últimos años se ha detectado una tendencia a okupar pisos, donde llevan a cabo pequeños trapicheos de droga y otras actividades delictivas.

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