Movimiento Identitario Catalán (MIC) aglutina el desconocido espectro neofascista antiespañol. Aunque minoritario, rompe el discurso soberanista e incomoda a ERC y la CUP
EL CONFIDENCIAL.- «Los identitarios luchamos por una Cataluña catalana, para que las ayudas sociales sean para los catalanes, por una regularización de la inmigración y, sobre todo, ver desaparecer de nuestro alrededor esta garrapata asquerosa tan arraigada, este espíritu castellano que tan cerca tenemos. ¡Por una Cataluña catalana y libre!». Esta es la carta de presentación de Movimiento Identitario Catalán (MIC), una asociación que viene a romper todos los clichés de la política catalana y a abrir, con el viento secesionista a favor, un camino maldito hasta la fecha: el de la extrema derecha independentista.
En Cataluña, los ultras siempre se han asociado a falangismo y anticatalanismo. Pero los identitarios, que están ganando peso en redes sociales y apareciendo en actos públicos con mayor frecuencia, prometen sacudir los cimientos del discurso soberanista, siempre aferrado a conceptos como democracia, libertad, fronteras abiertas y derechos humanos. ¿Puede un independentista coquetear con el fascismo de los años 30, ser racista y estar hermanado con los movimientos ultras de la Europa actual?
La respuesta evidentemente es sí. Ya lo hizo Heribert Barrera, el histórico dirigente de ERC y primer presidente del Parlament fallecido en 2011. Barrera exigía la expulsión de los inmigrantes y albergaba un profundo desprecio por los andaluces, murcianos y extremeños llegados a Cataluña en los años 60. Y lo hicieron también los antepasados del MIC, jóvenes ultras agrupados en el partido Unitat Nacional Catalana, disuelto en 2014, y en el partido Som Catalans, que si bien sigue activo está cediendo el protagonismo en las manifestaciones y actos públicos a los identitarios.
El MIC fue creado en 2015 y aglutina a casi 1.200 simpatizantes en Facebook, la mayoría captados en los últimos dos meses. Un hito para un movimiento acostumbrado a contar por decenas. Su emblema es un ave Fénix con una cruz de Sant Jordi dentro de en un escudo circular con una lambda espartana, símbolo de muchos grupos ultras identitarios europeos. Hasta tienen su propia librería a semejanza de la clausurada librería Europa de los neonazis. Se llama Militaria y se ubica en el Eixample barcelonés.
El ámbito 33
Toda esta masa social a la vez xenófoba, ultra conservadora y catalanista se encuadra en el llamado ámbito 33, que siguiendo el orden alfabético significa «Cataluña Catalana» a semejanza del 88 neonazi que simboliza el saludo «Heil Hitler». De hecho, el gran lema de este colectivo es «Cataluña catalana, ni española ni musulmana”. El odio a España es pues la piedra angular de su discurso. Consideran que hay demasiados españoles en Cataluña y en esa clave interpretan todos sus problemas.
Así analizaron el resultado de las últimas elecciones autonómicas del 21-D: «Resulta preocupante no solo que haya ganado Ciudadanos, sino que lo haya hecho gracias al voto español afincado y empadronado en Cataluña. La inmigración española ha dado su último aviso a la sociedad catalana, un catalanismo que permanece ciego a los peligros de la inmigración masiva. La inmigración que en la actualidad pone en peligro la supervivencia de la cultura y la identidad catalana es una inmigración española recibida en masa durante la posguerra».
Xavier Rius, periodista especializado en inmigración y movimientos xenófobos, lleva tiempo controlando los pasos del MIC y lo considera un grupúsculo «irrelevante en el ámbito político catalán» que, no obstante, está recibiendo un «trasvase de gente de otros movimientos», tales como Som Catalans y antiguos miembros de Plataforma per Catalunya (PxC), el movimiento xenófobo y ultra españolista fundado por Josep Anglada que vivió su apogeo entre 2007 y 2011, cuando logró 67 concejales en distintos ayuntamientos. «Es la gran paradoja de estos perfiles. Pasan de un extremo al otro constantemente. Muchos ex de Plataforma per Cataluña son hoy identitarios catalanes. Por eso estos grupos ultras independentistas nunca han terminado de arrancar, son víctimas de sus propias contradicciones y de un discurso que no llega a calar en la sociedad catalana. Tampoco nunca han tenido un líder visible».
En efecto, el neofascismo no cala en Cataluña como tampoco cala en el resto de España, donde partidos como Democracia Nacional o Falange son residuales, así como grupos más informales como Hogar Social. Lo que hace especial al ámbito 33 y al MIC es que vive su momento más dulce y rompe un tabú ideológico. El independentismo asume que la causa de la república catalana es propia de los valores de izquierda, incluso de la radical como la CUP, pero nunca de una extrema derecha que bebe del grupo xenófobo alemán Pegida, del Frente Nacional francés y del Partido de la Libertad austríaco. «La CUP y ERC ya saben que estos son ultraderechistas y evitan mezclarse con ellos. Los de Solidaritat per la Independència (SI) fueron a algún acto pero se dieron cuenta de que la habían cagado y se desvincularon», confirma Rius.
De hecho, el MIC pide a sus compañeros de lucha republicana algo de comprensión. «Les habría invitado [a ERC, CUP y el resto del arco independentista] a asistir a nuestros actos en honor a grandes luchadores de Cataluña, a nuestros encuentros de hermandad. Y así conocerían a un colectivo que intenta alejarse de la imagen de xenófobo sin cerebro, del homófobo insensible o del supremacista racial (…) Lo único que deseamos es una Cataluña soberana libre del maldito Estado español. ¡Él es el enemigo, no nosotros!», clamaron en su web el pasado 31 de octubre, después de ser expulsados de una concentración independentista. Este diario ha tratado sin éxito de obtener el punto de vista de los líderes del MIC.
Homenaje al José Antonio catalán
El próximo 29 de abril se podrá palpar hasta qué punto el movimiento ultra ha permeado en el catalanismo. Ese día, el MIC organizará su acto anual en memoria a los hermanos Josep y Miquel Badia en la calle Muntaner de Barcelona, justo en el lugar donde los hermanos, destacados dirigentes de Estat Català, fueron asesinados en 1936 por anarquistas de la FAI.
Miquel es el gran referente del neofascismo catalán. Fue el líder de las Juventudes de Esquerra Republicana-Estat Català (JEREC), las llamadas ‘camisas pardas catalanas’. Llegó a ser encargado de los servicios de orden público de la Generalitat en 1934 y tuvo un papel principal en la proclamación del Estado catalán ese mismo año por Lluís Companys. Antes, en 1925, participó en un atentado frustrado contra Alfonso XIII. Badia vivió fascinado por la pompa del fascismo y el nazismo y por el uso de la violencia armada en las calles. Él mismo no dudó en ordenar asaltos y asesinatos.
Además de los hermanos Badia, en el imaginario del MIC hay un espacio reservado para otros dos héroes del supremacismo catalán: Daniel Cardona, destacado racialista del primer tercio del siglo XX, y el más reciente Heribert Barrera, histórico miembro de ERC cuyas tesis xenófobas y ultraderechistas incomodaron siempre al catalanismo moderno. De Cardona, considerado el primer secesionista catalán y compañero de armas de los hermanos Badia, los identitarios dicen los siguiente: «Sus ideas maestras sobre la concepción castellanista, violenta, colonialista y arrogante de España, de su estado, todavía están vigentes». Y citan una de sus frases de los años 30: «La causa de Cataluña no pide ahora políticos. La causa de Cataluña quiere una ‘browning’ [fabricante de pistolas y rifles] en cada bolsillo para hacer respetar nuestro derecho y nuestra dignidad de catalanes ofendidos por una sumisión vergonzosa».
«Dudo que a nivel político lleguen a nada. Lo peligroso es que se atrevan a frecuentar actos soberanistas junto a la CUP o ERC si empiezan a ser más y se sienten fuertes», valora Iván Serrano, politólogo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Un ejemplo de esta mezcla explosiva de polos ideológicos son los Comités de Defensa de la República (CDR), una iniciativa de la extrema izquierda catalana en la que el MIC afirma que «todos» sus miembros participan activamente.
Serrano hace hincapié en el cariz identitario del neofascismo catalán, etiqueta ya estrenada por Som Catalans en 2014. «En teoría política se les conoce como ‘identity movement’, un magma de ideas que corre por toda Europa y que en Cataluña solo había explotado con cierto éxito Plataforma per Catalunya desde la óptica españolista. Son movimientos reaccionarios y nativistas que cuando crecen tienen más aspiraciones. El Frente Nacional francés es hoy el gran referente para estos grupos». Cada movimiento, explica Serrano, tiene sus fobias particulares. «Todas son xenófobas y aspiran a una Europa cristiana libre del Islam, pero en cada sitio esas amalgamas ideológicas son flexibles y adaptan su repertorio. En Alemania son antisemitas, en Francia está el tema de los magrebís y en Cataluña el odio a los españoles«.
La misma lógica se aplica a la apropiación libre de los personajes históricos. El neofascismo catalán reivindica a Lluís Companys, al general Antonio de Villarroel y al resto de héroes austracistas de la Guerra de Sucesión Española (1701-1713) con la misma viveza con que lo hace el nacionalismo catalán desde finales del siglo XIX. Hasta reclaman a Carles Puigdemont y a los políticos catalanes presos a raíz del 1 de octubre, si bien estos últimos no gozan actualmente de su simpatía por no haber implantado ya por la fuerza la república catalana.
Cataluña necesita héroes «como los de antes, dispuestos a un gran sacrificio, a luchar por la identidad y libertad de Cataluña», dice el MIC en clave de actualidad. «¿Tanto cuesta luchar por la libertad de tu tierra? Por tu gente, tu lengua y tu identidad?», «necesitamos héroes que den un golpe en la mesa y digan: ¡ya basta!».
En esa dinámica belicista en contra del «imperialismo» parasitario español, los identitarios celebraron el 26 de enero el día del soldado catalán. Se leyó un juramento glosado por las filas de Estat Català y su fundador Francesc Maciàen los años 20. Ese juramento del soldado catalán es una oda a «la integridad de nuestra raza» y desde el MIC añaden de su propia cosecha: «Jóvenes patriotas y jóvenes de espíritu salimos a la calle con las botas militares y con el fusil preparado con la senyera y la cruz de Sant Jordi de estandarte, por la defensa de la República Catalana, luchando como hermanos sin pensar en la ideología de nuestro compañeros, solo pensando en Cataluña para echar al enemigo de nuestra Patria, un enemigo que nos quiere exterminar«. «Es la hora de los nacionalistas, tenemos la razón y tenemos la fuerza, encaramos el año 2018 con el objetivo de crear un ejército catalán para defender a nuestra gente».
Rius, autor del ensayo ‘Xenofobia en Catalunya’, apunta que el partido Som Catalans, antecesor del MIC, ha sido financiado desde su creación por el partido Vlaams Belang, referente de la ultraderecha flamenca en Bélgica. No hay datos de que Vlaams Belang haya apostado aún por impulsar el MIC, si bien este partido, hermanado con el resto de grupos ultranacionalistas europeos, se ha volcado con la causa catalana y arropó la manifestación independentista del pasado 7 de diciembre en Bruselas.