MIGUEL ÁNGEL ALFONSO. EL CORREO.- La rápida expansión del coronavirus alrededor del mundo ha puesto en jaque al desplazamiento de personas entre países y al turismo como lo habíamos conocido hasta ahora. El cierre de fronteras y la cancelación de vuelos dejó atrapados en el extranjero a unos 65.000 viajeros españoles y a otro número elevado de estudiantes Erasmus y de intercambio (algunos de ellos menores de edad). Aunque la mayoría ya han logrado regresar, desde el departamento que dirige la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya (Tolosa, Guipúzcoa, 1969), tratan de repatriarlos a todos negociando con aerolíneas comerciales, con los socios de la Unión Europea y, «solo en casos extremos», también prevén el uso de aviones militares.
De perfil técnico y con una nutrida carrera profesional a sus espaldas, la llegada de González Laya a Exteriores fue aplaudida incluso por los exministros del PP Josep Piqué y José Manuel García-Margallo. Tres meses más tarde de su nombramiento, se enfrenta a una de las operaciones más complicadas de las que se han dirigido desde el Palacio de Santa Cruz, sede ministerial. Preocupa la situación de estos ciudadanos en India o Filipinas, donde las autoridades locales cerraron hoteles, carreteras o confinaron a la población y surge, además, una incipiente xenofobia contra los españoles, al considerarlos portadores del virus.
–¿Cuáles son las actuaciones más urgentes que está llevando a cabo en estos momentos la red consular para repatriar españoles?
–Para nosotros ahora mismo no hay diferencias entre unos casos y otros. Estén a la distancia que estén, todos son importantes. Aunque estamos dando más prioridad a aquellos que son más vulnerables, como menores que se encontraban estudiando en otros países, también personas mayores y de riesgo.
–¿Le preocupa la situación en alguna zona en concreto?
–En la India, porque se han cerrado las fronteras del país. También en Filipinas, porque se han impuesto grandes restricciones a los movimientos y tiene una orografía muy complicada al ser un archipiélago;_y Perú, porque hay una gran cantidad de españoles allí que se encontraban de vacaciones. Su Gobierno, además, ha cerrado recientemente el espacio aéreo y la llegada de vuelos está siendo muy complicada. Estamos atendiendo a todos.
–En el caso de India, se ha fijado Delhi como punto de encuentro para los 400 españoles que quieren volver. ¿Cuál será el siguiente paso?
–Nos hemos puesto en contacto con todos ellos y creado un grupo de Whatsapp donde estamos informando constantemente de la situación y mandándoles ánimo y tranquilidad. También intentamos acompañarles en todas las gestiones que necesiten. Hay muchos que se encuentran dispersos por todo el subcontinente, algunos están tranquilos y probablemente pasarán el tiempo de la cuarentena en India, mientras que otros tienen más interés en volver a España y por eso los estamos reagrupándo en Delhi. En colaboración con otros socios europeos que también tienen ciudadanos allí buscaremos una manera de salir. Mientras tanto, hemos habilitado la sede del Instituto Cervantes para que puedan alojarse.
–Algunos españoles denuncian casos de xenofobia porque les acusan de ser portadores del coronavirus.
–No solo en la India, en otros países la presencia de españoles ha suscitado algún tipo de reacción, reacción minoritaria, por cierto._Se les identifica con el coronavirus, pero no olvidemos que eso mismo denunció la comunidad china en España cuando se dieron los primeros casos en Wuham. Hubo incidentes aislados de personas que culpaban a estos por la transmisión del COVID-19.
–La transmisión, por cierto, ya empieza a causar estragos en Estados Unidos y Canadá. ¿Qué recomienda a los españoles que se encuentran en estos países?
–Hay españoles que residen de forma permanente en ambos países, una comunidad grande. A ellos les recomendamos que se queden donde están, que este no es el momento de viajar ni de ejercer su movilidad y que sigan las consignas de las autoridades locales. En cambio, a aquellos que se encuentran de paso o de viaje y quieren retornar les estamos pidiendo que lo hagan lo antes posible. Cada día que pasa, a medida que avanza el coronavirus, se van a ir restringiendo las posibilidades de moverse.
Vuelos militares
–¿Se han planteado pedir ayuda al Ejército para fletar aviones militares de rescate?
–Es una opción que tenemos sobre la mesa y que solo usaremos en situaciones extremas. Lo que sí estamos haciendo, sobre todo ahora, es privilegiar las soluciones con líneas aéreas comerciales. Si estas no se dan, recurrimos al Mecanismo Europeo de Protección Civil, como por ejemplo en Centroamérica, donde hemos fletado aviones para sacar a españoles y a ciudadanos europeos. La solución militar sería el último recurso de todos.
–Los intentos globales de contener al coronavirus están dificultando la diplomacia. ¿Percibe cooperación con sus homólogos de otros países?
–Diría que es en los tiempos de mayor complicación y de mayores obstáculos internacionales, como este, cuando la diplomacia cobra sentido.
–Es el caso del transporte de mercancías sanitarias.
–Muchos de mis colegas, ministros y ministras de Asuntos Exteriores, y yo estamos tratando, a través de esfuerzos diplomáticos y de nuestras relaciones, de abrir canales y vías para el transporte de mercancías, de abastecimiento y de personas para que sigan fluyendo entre países. Es necesario que fluya esa cooperación internacional. Al fin y al cabo estamos luchando contra una pandemia que no conoce fronteras y no tiene pasaportes, que salta de un país a otro. Es ahora, en momentos como este, cuando la cooperación internacional es más importante.