Esta reforma forma parte de la estrategia de Mohamed Bin Salman, el joven heredero a la corona, que trata de mostrar al mundo una imagen de modernidad y apertura
MIKEL AYESTARÁN. DIARIO MONTAÑÉS.- En apenas 72 horas Arabia Saudí ha anunciado el final de los latigazos públicos y de las penas de muerte para aquellos condenados que cometieron delitos cuando eran menores de edad. El cambio se produjo después de un 2019 en el que el reino ejecutó a 184 reos, una cifra récord a nivel doméstico, solo superada por China e Irán, según el recuento de Amnistía Internacional (AI). La Comisión Saudí de Derechos Humanos (HRCS, por sus siglas en inglés) calificó estos cambios de «ayuda para modernizar el código penal». Esta reforma forma parte de la estrategia de Mohamed Bin Salman (MBS), el joven heredero a la corona que trata de mostrar al mundo una imagen de modernidad y apertura, una tarea complicada después de haber sido señalado como cerebro del asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Khassogi en octubre de 2018 en el consulado saudí de Estambul.
Con el cambio aprobado, a partir de ahora a una persona detenida cuando es menor de edad se le podrá aplicar un máximo de diez años de cárcel en un centro juvenil. Los castigos físicos, como los latigazos, también serán sustituidos por cárcel, multas o servicios a la comunidad, dependiendo del caso, según aclaró la HRCS. El presidente de esta comisión, Awwad Alawwad, declaró a Reuters que se trata de «un paso adelante trascendental en nuestra agenda de derechos humanos».
La pena capital a menores viola la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, que los saudíes ha. Ratificado, pero no cumplían. Para Amnistía Internacional (AI), «el uso de la pena de muerte siempre es terrible, pero es aún más escandaloso cuando se aplica después de juicios injustos o contra personas que tenían menos de 18 años en el momento del delito, en flagrante violación del derecho internacional», según declaraciones de la responsable de Oriente Medio, Lynn Maalouf.
Al menos un caso en 2019
Al menos uno de los 184 ejecutados el año pasado cometió su delito cuando era menor de edad. Arabia Saudí decapitó a Abdulkareem al Hawaj, que tenía 16 años cuando participó, según la fiscalía, en «manifestaciones contra el Gobierno». La rápida condena internacional sirvió para que dos meses después de su caso Murtaja Quereiris se librara de seguir el mismo camino. La Justicia cambió su pena a morir crucificado por una condena de doce años de cárcel por los supuestos delitos cometidos cuando tenía entre 10 y 14 años, según reveló la European Saudi Organization for Human Rights (ESOHR).
Nacido en el seno de una familia de activistas de la oposición en la provincia de Qatif, al este del país, el joven fue detenido con 14 años y al cumplir 17 fue trasladado a una prisión de la policía secreta del reino. Pasó cuatro años sin ningún tipo de acceso a un abogado hasta que compareció ante el Juez en agosto de 2019. Al Hawaj y Quereiris tienen en común que pertenecen a la minoría chií del país. El pulso sectario es cada vez más duro dentro del reino y las autoridades acusan a esta minoría de estar al servicio de Irán.
Latigazos a un «preso de conciencia»
El último castigo público en territorio saudí que saltó a los medios fue el del blogero Raif Badawi, condenado por «insultos al Islam a través de medios electrónicos». A Badawi le llevaron el viernes 9 de enero de 2015 a una plaza pública de Yedá después de las oraciones al mediodía y recibió 50 latigazos ante cientos de testigos. AI denunció entonces que Badawi recibiría 50 latigazos una vez a la semana durante 20 semanas hasta llegar a los mil que le impuso un juez como parte de una pena de diez años. La campaña que se organizó a nivel mundial frenó los latigazos en la plaza, pero el bloguero, considerado «preso de conciencia» por AI, sigue encerrado y su esposa, Ensfar Haidar, buscó refugio en Canadá tras recibir amenazas de muerte.