Las autoridades culpan a la ultraderecha de la mayoría de los 1.748 episodios
PATRICIA BAELO. LA VOZ DE GALICIA.- Alemania fue el país europeo que más refugiados acogió en 2019, con 142.450. Ello supone una ligera caída con respecto al año anterior, que sin embargo no parece frenar la ola de violencia racista que recorre la primera potencia del continente desde que estallara la crisis migratoria de 2015. Según una respuesta del Gobierno de Angela Merkel a una pregunta parlamentaria de La Izquierda, el año pasado se registraron más de 1.748 delitos contra demandantes y centros de asilo, frente a los 1.948 contabilizados en el año 2018.
En la lista de incidencias figuran allanamiento, daños materiales, amenazas, uso de símbolos anticonstitucionales y unas 250 agresiones físicas graves. A ello hay que sumarle los 124 actos violentos contra oenegés, trabajadores sociales y voluntarios que contribuyen al asilo. La gran mayoría de los delitos fueron perpetrados por extremistas de ultraderecha, de acuerdo con las autoridades. Eso a pesar de que aún faltan datos por recopilar de comisarías de policía locales, que normalmente elevan en torno a un 50% el número total de casos con trasfondo xenófobo.
«Está claro que en Alemania los refugiados tienen que contar hoy con la posibilidad de ser agredidos verbal o físicamente en cualquier momento», lamenta la diputada izquierdista Ulla Jelpke en declaraciones a los medios del grupo Funke. Su partido insta al Ejecutivo de la gran coalición a apoyar de forma permanente los proyectos destinados a asesorar a las víctimas así como a prevenir la violencia xenófoba.
Jelpke recuerda que la extrema derecha ha perpetrado tres atentados en menos de un año. El último de ellos ocurrió en febrero en la localidad de Hanau, donde un neonazi mató a tiros a nueve personas, todas extranjeros. En octubre un ultra causó otros dos muertos al atacar una sinagoga en Halle en pleno Yom Kipur. Además el diputado local Walter Lübcke fue asesinado en junio en su propio domicilio a manos de un nazi.
Políticos y ciudadanos saben que el terrorismo de ultraderecha se ha convertido en la máxima amenaza. No pasa una sola semana sin redadas en varias regiones del país. Uno de los grupos arrestados recientemente fue Revolución Chemnitz, cuyos miembros fueron condenados el pasado martes por el tribunal de Dresde a penas de entre dos y cinco años y medio de cárcel acusados de planificar atentados a gran escala contra inmigrantes y personalidades.
Responsabilidades
Los ocho sospechosos, de edades comprendidas entre 22 y 32 años, formaban un movimiento de hooligans, neonazis y skinheads en Chemnitz, la ciudad de la región de Sajonia que fue escenario en agosto del 2018 de una campaña de caza a los extranjeros, a raíz de la muerte de un alemán durante una rencilla callejera.
Muchos culpan de este clima xenófobo al partido ultra AfD, que se coronó tercero en las elecciones del 2017, tras capitalizar el rechazo de la población a la llegada de refugiados, y tiene representación en las 16 Cámaras regionales del país. Por eso, la Oficina Federal de Protección a la Constitución decidió hace unos días poner bajo vigilancia a su fracción más radical, llamada El Ala, ahora autodisuelta tras una polémica interna en el AfD.