CARLES PLANAS BOU. EL PERIÓDICO.- Asesinatos, torturas, abusos sexuales y trabajos forzados. Esta fue la cruda realidad diaria de los habitantes de Colonia Dignidad, una secta alemana establecida en Chile que durante décadas perpetró estas brutales violaciones de los derechos humanos con total impunidad. Este viernes, el Gobierno alemán ha dado un paso más para intentar reparar uno de los capítulos más escabrosos de su historia reciente al aprobar un presupuesto de un millón de euros para indemnizar a las víctimas de este campo del terror.
Fundado en 1961 por el exmilitar nazi Paul Schäfer, este enclave de recogimiento religioso ubicado en el sur de Chile sometió a sus habitantes a todo tipo de vejaciones. La convicción evangélica llevó a hasta 300 alemanes a ingresar en una comunidad que se convirtió en una prisión de la que no podían escapar. Durante 36 años, los dirigentes de Colonia Dignidad establecieron un despótico sistema de control en el que mantenían a los miembros de la secta aislados del contacto exterior, les forzaban a trabajar, les separaban por sexos y solo se les permitía el contacto físico si era para procrear.
Cabo y médico de la Wehrmacht, el Ejército nazi, en 1961 Schäfer escapó de Alemania y se fugó a Chile secuestrando a unos 60 menores después de haber sido acusado de violar a dos de ellos que atendían a su supuesta organización caritativa.
Colaboración con Pinochet
Fanático bautista y ferviente anticomunista, Schäfer y su secta fueron protegidos por la dictadura de Augusto Pinochet hasta 1990. Sus buenas relaciones con la ultraderecha chilena llegaron a su punto más escabroso cuando cooperaron estrechamente con la DINA, la policía secreta de la dictadura, y cedieron las instalaciones de Colonia Dignidad como centro de detención y tortura de la oposición izquierdista. Antiguos miembros de la Gestapo y las SS nazis colaboraron. Decenas de personas, como el activista Juan Maino, desaparecieron en el campo.
Así, la secta operó con total impunidad hasta 1997, cuando Schäfer se fugó de Chile tras ser acusado de violar a al menos 27 menores. Tras juzgarlo en su ausencia, en el 2004 se le declaró culpable y un año más tarde fue encontrado en un suburbio cerca de Buenos Aires, en Argentina. La justicia le sentenció a 33 años de prisión por sus reiterados abusos sexuales y condenó a otros 22 jerarcas de la secta por violaciones y obstrucción. En el 2010 murió en su celda de un ataque al corazón. Investigaciones más recientes han apuntado que durante años la colonia se lucró del tráfico de armamento y artefactos explosivos que ellos mismos fabricaban.
Escándalo diplomático
El descubrimiento de la secta supuso uno de los mayores escándalos de la historia de la diplomacia alemana. “Durante muchos años los diplomáticos alemanes miraron para el otro lado en el mejor de los casos”, reconoció el entonces ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, actualmente presidente de Alemania. Y es que esos crímenes solo ocurrieron debido al silencio cómplice de la embajada alemana, que antepuso las buenas relaciones con el sanguinario régimen dictatorial de Pinochet a la asistencia de socorro de sus ciudadanos.
A pesar de haber aprobado ya la cuantía, aún falta un plan detallado que establezca como se destinará esa indemnización. Hasta entonces el dinero no será entregado. Los miembros de la comisión y del Gobierno se reunirán durante este mes y en diciembre con expertos y representantes de las víctimas para trazar un plan concreto. El millón de euros aprobado por el Parlamento se suma a los 800.000 euros presupuestados anteriormente para otros objetivos como la creación de un memorial.
Los legisladores alemanes llevaban mucho tiempo detrás de este complejo caso. En julio el comité recibió con indignación un acuerdo gubernamental en el que, a pesar de proporcionar ayuda psicológica a las víctimas, no se incluía compensación económica alguna. Tras las críticas, conservadores (CDU/CSU) y socialdemócratas (SPD) han rectificado.
Desde 2005 el recinto adoptó el nombre de Villa Baviera. Desde entonces los 100 habitantes de esta colonia alemana se dedican a la agricultura y la han convertido en un destino turístico que aún sigue abierto. Otras víctimas y altos jerarcas de la secta volvieron a Alemania, donde no han sido juzgados.