10/07/2018 Swissinfo.ch.- Tras más de cinco años de debates, la justicia alemana dará el miércoles su veredicto en uno de los mayores juicios de neonazis desde la Segunda Guerra Mundial, un caso marcado por numerosos escándalos y disfunciones.
Los cinco jueces de un tribunal de Múnich decidirán si la neonazi Beate Zschäpe, de 43 años, participó en nueve asesinatos xenófobos y el de una policía entre los años 2000 y 2007.
La justicia también sospecha que Zschäpe, única superviviente de un trío de neonazis oriundos de la ex-RDA comunista, participó en dos atentados contra comunidades extranjeras y 15 asaltos a bancos, según el auto de acusación.
La fiscalía alemana asegura que la acusada brindó un apoyo logístico importante a sus dos compañeros, gestionó las finanzas del trío y encontró alojamientos durante los numerosos años de su vida en la clandestinidad. Podría ser condenada a cadena perpetua.
Otros cuatro neonazis, sospechosos de haber aportado una ayuda logística al trío nombrado «Clandestinidad Nacional-Socialista» (NSU), se sientan en el banquillo de los acusados desde la apertura del juicio el 6 de mayo de 2013 y podrían ser condenados a hasta 12 años de cárcel.
Zschäpe es la única superviviente del grupo que formaba con Uwe Mundlos, de 38 años, y Uwe Böhnhardt, de 34. En noviembre de 2011, la policía halló a los dos hombres muertos por disparos cuando se disponía a detenerlos.
Los investigadores creen que ambos se suicidaron o uno de ellos mató a su cómplice antes de quitarse la vida.
– 300.000 páginas –
Con 437 jornadas de audiencia, un expediente de 300.000 páginas, 15 abogados defensores, 750 testigos, más de 50 expertos y cerca de 80 partes civiles, este juicio no tiene equivalente desde el de la banda Baader-Meinhof hace 43 años.
Ocho de las víctimas asesinadas por el grupúsculo son en su mayoría turcas o de origen turco. También hay una griega y una policía.
Este caso conmocionó a Alemania y puso de manifiesto los fallos de los servicios de inteligencia interior, al tiempo que mostraba el peligro subestimado de las redes ultraderechistas alemanas.
La actividad del trío fue además un quebradero de cabeza para el gobierno alemán, ya que los presuntos asesinos lograron actuar impunemente durante años.
Alemania pidió perdón a la ONU por los errores cometidos durante la investigación, y la canciller Angela Merkel expresó la «vergüenza» de su país ante esos crímenes.
Los asesinatos apuntaron a dueños de pequeños comercios, en su mayoría turcos o de origen turco, en toda Alemania, y su autor fue apodado «el asesino de los kebabs».
– Acusadas por error –
Las familias fueron acusadas por error, y los investigadores nunca estudiaron seriamente la hipótesis xenófoba.
Algunos familiares de las víctimas contaron ante el tribunal que la policía sospechaba que los fallecidos habían muerto en ajustes de cuenta entre narcotraficantes o en casos de blanqueo de dinero.
Se destruyeron documentos importantes antes de que terminara la investigación.
Una comisión de investigacicón parlamentaria estudió las disfunciones de la policía y de la justicia, y el entonces presidente de la Cámara Baja habló de un «desastre histórico sin precedentes» y denunció «el enorme fracaso de las autoridades» en la investigación que duró más de una década.
«Ninguno de los policías que declaró como testigo en el juicio se disculpó» ante las familias de las víctimas, se indigna el diario Berliner Zeitung.
El juicio se enredó en detalles del procedimiento y se atrasó por la voluntad de la principal acusada de revocar a sus tres abogados, antes de decidir contratar a otros dos defensores.
Beate Zschäpe, que permaneció callada durante gran parte del juicio, acabó expresándose primero a través de una carta leída por sus abogados, y luego directamente en dos ocaciones, la última de ellas al final de los debates a principios de julio.
«Por favor, no me condene por algo que no quise ni cometí», dijo al presidente del tribunal, Manfred Götzl.