El levantamiento de la prohibición de construir nuevas iglesias pone fin a la persecución de la etapa islamista
ABC.- En una cultura donde solo las manifestaciones de antisemitismo o de islamofobia sirven polémica y titulares, las de cristianofobia parecen únicamente reservadas a casos personales como el de la paquistaní Asia Bibi. Hay sin embargo países enteros, como Egipto, que llevan siglos padeciéndola debido al peso demográfico, cultural y económico de su minoría cristiana, los coptos. Para aliviar la última ola persecutoria desatada por el efímero régimen islamista de los Hermanos Musulmanes (2011-2013), el régimen autocrático de Al Sisi acaba de levantar la prohibición legal de construir nuevas iglesias, dado el lamentable estado de muchas de las que sirven para el culto de los casi nueve millones de cristianos egipcios.
El anuncio fue hecho por el primer ministro Mostafá Madbuli, según recoge la prensa egipcio. En total han sido legalizados un total de 156 templos y edificios asociados cristianos, con lo que suman ya 786 las iglesias «con papeles» en Egipto, muy por debajo de las necesidades de tantos millones de coptos. Para suavizar esa situación, Al Sisi permitió hace poco más de un año que los cristianos pudieran celebrar misa en iglesias o lugares de culto sin licencia, a la espera de su legalización.
Aunque la persecución contra los cristianos egipcios fue especialmente aguda durante el breve régimen islamista de Morsi, y las iglesias son, desde su caída, uno de los objetivos favoritos de los grupos yihadistas, las tribulaciones de los coptos forman parte de su vivir cotidiano desde la llegada del islam. Nadie como ellos representa mejor la esencia del país –el nombre «copto» procede del término griego «egipcio»– , pero el islam los ha condenado con frecuencia al vasallaje por su fidelidad a la fe cristiana.
Los coptos son alrededor del 10 por ciento de los 85 millones de Egipto y ocupan todos los estratos de la vida civil (el ejército y los puestos altos de la administración les están vetados), desde los más brillantes del empresariado y las profesiones liberales, hasta los más humildes. Coptas son algunas de las familias de mayor abolengo en Egipto, como la del exsecretario general de la ONU, Boutros-Ghali. Y coptos son también los más miserables entre los miserables. En la macrourbe de El Cairo, de 18 millones de habitantes, los cristianos se encargan desde hace un siglo de recoger las basuras a domicilio. Se les denomina Los Zabalines. Los varones recogen los desperdicios, puerta a puerta, y las mujeres y los niños separan luego el plástico del material orgánico, con el que alimentarán a los cerdos, que en Egipto solo pueden criar ellos.
En su mayoría los coptos son ortodoxos seguidores del monofisismo,una doctrina considerada herética tanto por la Iglesia católica como por la principal corriente ortodoxa. Los monofisitas creen en la existencia de una sola naturaleza en Cristo, la divina, que habría asumido hasta anularla la naturaleza humana. No obstante, mantienen una magnífica relación con la minoría católica, de rito oriental. Todo el universo copto –envuelto en una atmósfera de iconos, humo de velas y ceremonias en el idioma original–, retrotrae a una de las primeras comunidades cristianas y la más numerosa de Oriente Próximo. donde nació el profundo fenómeno de los eremitas del desierto en el siglo IV.