El partido ultraderechista aboga por un referendo sobre la permanencia de Alemania en la UE y rechaza rescatar a los países del sur
PATRICIA BAELO. LA VOZ DE GALICIA.- Ahora que la crisis migratoria parece lejana y que el tema de los refugiados ha quedado desplazado de la agenda política por la pandemia de coronavirus, el partido ultraderechista AfD renueva su propuesta de celebrar un referendo nacional sobre la permanencia de Alemania en la UE, el conocido como dexit. «Es cada vez más urgente preguntar a los ciudadanos qué es lo que quieren. El resto de las formaciones no pueden seguir bloqueando nuestras iniciativas para realizar consultas populares en el marco de la ley constitucional». Así se expresaba uno de los portavoces del grupo parlamentario de AfD, Johannes Huber, en un comunicado difundido este viernes.
«Al igual que el resto de los países europeos, Alemania se enfrenta a una recesión sin precedentes. El FMI estima que será la mayor crisis económica mundial de los últimos 90 años. Las meras inyecciones para salvar a las empresas germanas nos colocan al límite de nuestras posibilidades y nos obligan a generar nueva deuda. Por ello, rescatar a otros Estados europeos y a sus acreedores a costa de Alemania resulta sencillamente imposible», prosigue Huber, que aboga como única vía por seguir el ejemplo británico. Aunque un referendo en todo el ámbito federal requeriría reformar la Constitución alemana, pues actualmente solo lo permiten las 16 regiones.
El portavoz ultra también aprovecha la ocasión para criticar la gestión a cargo de la presidenta de la Comisión Europea, su compatriota alemana Ursula von der Leyen. «La UE ha fracasado en la actual crisis, y demostrado que es superflua. La única aportación de la UE es la de un vídeo en el que la señora Von der Leyen se lava las manos mientras de fondo suena la novena sinfonía de Beethoven. Para una comedia semejante no hay que gastar miles de millones de euros», critica Huber.
La petición de un dexit por parte del partido no es nueva. Es más, AfD nació en el 2014 como una formación euroescéptica y un discurso meramente economicista, que se oponía a los rescates de los países endeudados del sur del continente. Un tema que sustituyó por el rechazo a la llegada de los refugiados, tras estallar en verano del 2015 la crisis migratoria, que desde entonces ha traído a más de 1,1 millones de extranjeros a Alemania y provocado un repunte de la violencia xenófoba.
Bajada en las encuestas
Sin embargo, no es casualidad que el partido intente ahora recuperar su tema original, a raíz de la pandemia de coronavirus y la discusión sobre la consecuente crisis económica. Sobre todo porque los sondeos le sitúan a la baja, con en torno al 9 % de la intención de voto, frente al 12,6 % que AfD obtuvo en las elecciones generales del 2017, que le dieron el tercer puesto y la colocaron como primera fuerza opositora en el Bundestag, frente al 15 % que ha llegado a cosechar en la presente legislatura, y frente al 21 % que ha logrado en comicios regionales celebrados en el este de Alemania, donde más calan sus tesis racistas. Mientras, los socios de la gran coalición de Gobierno recuperan posiciones, hasta llegar al 55 %, su mejor valor desde el 2017.
Asimismo se trata de un momento en el que la AfD copa titulares por sus escándalos de financiación ilegal y sus luchas intestinas de poder entre una fracción que insiste en presentarse como conservadora y la más radical, que parece estar ganando el pulso. Aunque en la retaguardia, porque la denominada Der Flügel (El Ala) se ha visto obligada a disolverse, después de que la Oficina de Protección de la Constitución, los servicios secretos de interior en Alemania, anunciara que la investiga debido a sus «demostradas tendencias extremistas», y amagara con poner bajo vigilancia a todo el partido. Eso sí, los fundadores de El Ala, como el popular Bjorn Höcke, negacionista del Holocausto, siguen desempeñando un papel fundamental dentro de AfD.
