AfD fundamenta su petición argumentando la conveniencia de que «los emigrantes en fase de integración reciban una imagen positiva de la historia de Alemania»
ROSALÍA SÁNCHEZ. ABC.- Un miembro de la directiva de Alternativa para Alemania (AfD), partido populista, xenófobo y antieuropeo, criticó la semana pasada el monumento a las víctimas del Holocausto situado en el centro de Berlín, junto a la Puerta de Brandemburgo, quejándose de que «nosotros, los alemanes, somos el único pueblo en el mundo que ha levantado un monumento a la vergüenza en el corazón de su capital». Björn Höcke, líder del partido en Turingia, defendió en un mitin que el estado de ánimo de los alemanes ha sido hasta ahora el de «un pueblo vencido brutalmente» y llamó a restaurar la grandeza de Alemania. Sus declaraciones causaron una gran polémica e incluso la prensa alemana llegó a especular con su expulsión de la directiva, pero nada más lejos de la realidad.
Jörg Meuthen, copresidente de AfD y líder de la oposición en Baden-Württemberg, donde el partido fue el tercero más votado en las elecciones regionales de 2016, no solamente ha defendido las declaraciones de Höcke, sino que además ha presentado una moción ante la comisión parlamentaria de la cámara regional exigiendo que se reduzcan e incluso lleguen a eliminarse en el futuro las subvenciones a los monumentos e instituciones que se dedican a salvaguardar la memoria del Holocausto.
A pesar de que el excedente fiscal de 2016 ha sido de 3,5 millones de euros, AfD fundamenta su petición argumentando la «necesidad de consolidación del presupuesto» y en la conveniencia de que «los emigrantes en fase de integración reciban una imagen positiva de la historia de Alemania». Y su exigencia no se circunscribe solamente al suelo alemán. Muy concretamente, la moción pide la supresión de partida presupuestaria para el monumento Gurs, en Francia.
Gurs, inicialmente un campo de refugiados construido por el gobierno francés en 1939, tras la caída de Cataluña y el final de la Guerra Civil para dar acogida a miembros de las Brigadas Internacionales, nacionalistas vascos que huyeron a Francia y soldados del ejército republicano, comenzó a recibir a partir de 1940 judíos que huían de Hitler. Con el armisticio entre Francia y Alemania, en junio de 1940, cambió la administración del centro y pasó a ser un campo de concentración al que fueron deportados unos 18.000 judíos que, en su mayoría, terminaron en Asuchwitz.
En 1957, el alcalde de Karlsruhe decidió que la ciudad se hiciese cargo de los gastos de mantenimiento del cementerio de Gurs, apoyado por las asociaciones judías de Baden. Desde entonces, el Estado alemán ha participado en la financiación del monumento y es un destino tradicional de excursiones escolares destinadas a que los alumnos alemanes conozcan los testimonios humanos y físicos del exterminio judío.
En opinión de Meuthen, estas excursiones deben ser igualmente eliminadas y los escolares alemanes deberían visitar solamente «ciudades significativas de la historia de Alemania», asumiendo desde su cargo de copresidente los argumentos de Höcke, para quien en estos memoriales «la historia alemana es vilipendiada y ridiculizada», por lo que defiende también que en los programas de estudios escolares sea reducido e incluso eliminado el aprendizaje sobre el Tercer Reich y el Holocausto.