En tiempos de dictadura, ‘Chato’ se convirtió en un importante activista que luchó por la libertad y la democracia en España. Fue encarcelado y sometido a las torturas de Antonio González Pacheco
NACHO DEL RÍO. LA SEXTA.- José María ‘Chato’ Galante, activista antrifanquista y expreso político, ha fallecido a los 72 años. Lo ha comunicado su entorno más cercano a través de redes sociales. «Por desgracia, Chato Galante ha fallecido esta noche. Todos sus compañeros/as estamos destrozados, pero seguiremos en esta lucha. Él era un imprescindible. Que su trabajo no haya sido en balde».
Nacido en 1948, ‘Chato’ fue un activo defensor de la libertad y la democracia en España, enfrentándose en varias ocasiones y de forma directa contra el régimen franquista: «Contra esa dictadura había que pelear, había que rebelarse». Su oposición a Franco y su adhesión a la Liga Comunista Revolucionaria propiciaron su detención: «Yo me metí en política cuando entré en la universidad. Me encontré con un sindicato de adhesión obligatoria y de carácter fascista, y por eso nos pusimos a constituir un sindicato democrático de estudiantes en Madrid«.
A finales de los años 60, la universidad se convirtió en un auténtico bastión contra la dictadura de Franco. Pertenecer a esta organización, e incluso significarse contra el régimen, suponía el arresto y la entrada en prisión. Fue lo que le sucedió a Galante. «Me detuvieron en una cafetería. Se me acusó de prácticas terroristas porque me dijeron que estaba preparando cócteles molotov. Yo les dije que aquella cafetería no era de cócteles, que la especialidad de la casa eran las patatas bravas, las bravas y el chocolate con churros», contó en 2017 al programa laSexta Columna.
‘Chato’ fue trasladado a la cárcel de Segovia, que definió como «un sitio sucio, frío e inhóspito», si bien matizó: «Probablemente se vivía mejor que en cualquiera de las otras cárceles del franquismo». En esa prisión cumplió gran parte de su condena. No obstante, poco antes de su puesta en libertad protagonizó un intento de fuga con otros 27 compañeros: excavaron un túnel a través de un retrete. «Levantamos la tazas del váter a punta de cuchara y con otras herramientas», recordó el activista, que fue capturado nuevamente antes de que pudiera cruzar la frontera.
‘Chato’ fue puesto en libertad después de pasar casi cinco años entre rejas. Sin embargo, sufrió la verdadera política del terror del franquismo después de su estancia en la prisión de Segovia. La segunda vez que fue detenido, le trasladaron al edificio de la Dirección General de Seguridad (DGS), edificio en el que actualmente trabaja el Gobierno de la Comunidad de Madrid, y antaño sede de las torturas de la policía franquista. En los calabozos de aquel lugar pasó cinco días.
«El tipo que me torturó fue condecorado por la democracia»
Allí fue brutalmente torturado por Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño. «Era un tipo sádico al que le producía placer causar daño», reconoció en una entrevista concedida a Equipo de Investigación, programa donde relató los crueles métodos que empleaba González Pacheco para sacarle información, o simplemente por puro ‘entretenimiento’: «Recuerdo mucho una situación en la que estaba desnudo y atado a un radiador en la segunda planta de la DGS (Dirección General de Seguridad, sede de las torturas de la Policía franquista), de vez en cuando te apagaba un cigarro en la cabeza porque más o menos tú eras el cenicero».
‘Chato’ también explicó en la misma entrevista otro recuerdo doloroso de sus encuentros con Billy el Niño: «Recuerdo estar colgado y este hombre dando gritos a lo Bruce Lee, dándote golpes de kárate. Pensé: ‘Qué absurdo éste’, porque era un tipo pequeñito y nada fuerte». Aquellas torturas le provocaron graves secuelas físicas durante el tiempo que permaneció encarcelado: «Perdí absolutamente el control de los esfínteres, me hacía de todo encima. Estaba meando sangre con un dolor horroroso».
Galante fue puesto en libertad gracias a la amnistía de 1976, contra la que se mostró muy crítico en los años siguientes, cuando el país ya respiraba nuevos aires de libertad. «La amnistía es la ley del punto y final, puesta en marcha fundamentalmente para amnistiar al aparato del estado franquista porque ya no había presos políticos prácticamente a los que amnistiar». ‘Chato’ razonó así su argumento: «Yo soy un ‘delincuente’ por haber luchado contra el régimen y a quien se ha perdonado su ‘delito’. El tipo que a mí me torturó es alguien condecorado por la democracia española. Es incomprensible».
En sus últimos años de vida, ‘Chato’ se unió a La Comuna, asociación de represaliados del franquismo fundada en 2011 para dar cuenta de las barbaridades perpetradas por el aparato del régimen durante la última etapa de la dictadura y el tardofranquismo: «Para testimoniar, en tanto que víctimas directas aún pueden contarlo, que el franquismo, en contra de falsos relatos negacionistas e interesados, fue una dictadura criminal hasta su final».
Las otras víctimas de Billy el Niño
Chato ‘Galán’ no fue la única víctima de las torturas de González Pacheco, que goza en la actualidad de cinco medallas (una de ellas del Ejército) al mérito policial que le fueron concedidas durante la dictadura y la Transición (en 1972, 1977, 1980 y 1982) y con las que gana un 50% más de pensión. Muchos fueron los activistas que pasaron por la Dirección General de Seguridad y sufrieron a manos de Billy el Niño.
Entre ellos, el periodista Paco Lobatón, a quien arrestaron durante su estancia en la universidad por llamar a boicotear exámenes en protesta «por las detenciones llevadas a cabo por el gobierno de Carrero Blanco». Lobatón contó que fue encañonado por Billy el Niño, que le introdujo en un coche policial y fue «golpeado a lo largo de todo el recorrido por el torturador con una porra telescópica en el pecho y en el esternón». Aunque años más tarde le denunció, el periodista afirmó que González Pacheco obtuvo «una condena absolutamente leve, a 500 pesetas y a un día de empleo y sueldo».
Esteban Cabal también sufrió los inhumanos métodos de la policía franquista por pertenecer a un sindicato clandestino de enseñanza media: «Eramos culpables de luchar por la democracia». Explicó que, siendo menor de edad, le arrestaron y le tuvieron «siete días y siete noches» torturándole de forma casi interrumpida. «Yo estaba reventado. El forense realizó un informe de diez hojas con lo que me hicieron. Me habían dejado hecho una piltrafa». Cabal también relató que fue amenazado por González Pacheco tras ser puesto en libertad: «Si me denuncias por maltrato, te mato».