Acusaciones de racismo, última tormenta política en Portugal

| 23 enero, 2019

MAR MARÍN. EFE / LA VANGUARDIA.- Una cuestionada intervención policial en un barrio marginal en las afueras de Lisboa ha rescatado del olvido el fantasma del racismo en Portugal para alimentar una tormenta política en año electoral.

La polémica ha engordado durante la semana para sumar a los más variopintos actores: desde organizaciones civiles hasta partidos políticos e incluso a los presidentes de Angola, Cabo Verde y el portugués Marcelo Rebelo de Sousa.

Jamaica, en Seixal, a unos 25 kilómetros de Lisboa, creció alrededor de un edificio abandonado a medio construir hasta convertirse en el mayor barrio ilegal de Portugal, con cientos de familias, en su mayoría de origen africano, hacinadas en espacios mínimos e insalubres.

Una fiesta, el domingo, terminó en una reyerta vecinal en la que se llegaron a esgrimir armas blancas.

La policía fue alertada, y según las imágenes de un vídeo casero, redujo a golpes a varios vecinos. El resultado: seis heridos leves, cinco civiles y un agente.

La actuación policial fue seguida de una protesta en el centro de Lisboa contra el racismo que terminó con cuatro detenidos.

Las versiones de la actuación policial en Jamaica difieren mucho según su narrador.

Los agentes afirman que fueron recibidos a pedradas y tuvieron que defenderse.

Aurora Coxi, hija de uno de los agredidos, sostiene, sin embargo, que irrumpieron en el barrio porra en mano dispuestos a golpear.

«Esa imagen de ver a la policía que golpea a los padres, a los abuelos, a los nietos, genera odio, ira», explicó a Efe Aurora, de origen angoleño, una de las protagonistas de la reyerta, para quien el problema es que «somos tratados con prejuicios y con racismo».

A partir de ahí se desencadenó la tormenta política: SOS Racismo pidió investigar unas agresiones «injustificables e inaceptables» y uno de sus miembros, y asesor del Bloco de Esquerda (BE), Mamadou Ba, denunció en una red social «violencia policial» y utilizó la expresión «a bosta da bófia» (policía de mierda).

Catarina Martins, coordinadora del Bloco -aliado del Gobierno del socialista António Costa- lamentó que las fuerzas de seguridad terminen «manchadas» por «algunos elementos racistas y violentos».

Los sindicatos policiales han llegado a acusar al Bloco y a SOS Racismo de incitar a la violencia y colocar a la población contra la policía, agravando una situación que califican de «explosiva».

Desde la derecha, el CDS-PP y el socialdemócrata PSD cargaron contra el «silencio» de António Costa, y el ministro de Administración Interna, Eduardo Cabrita, se apresuró a expresar su confianza en la Policía y a pedir «tranquilidad y serenidad».

La Fiscalía y la Policía van a investigar el caso e incluso los presidentes de Angola, João Lorenço, y Cabo Verde, Jorge Carlos Fonseca, esperan «informaciones concretas».

Hasta el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ha intervenido para intentar calmar los ánimos: «No se debe generalizar», ha dicho.

Y no se debe aprovechar políticamente el caso, ha advertido, en un año marcado por tres convocatorias electorales en Portugal.

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