El País/Patricia Peiró.- La policía localiza a una parte del grupo a punto de coger un avión y les atribuye ocho robos con violencia y una agresión sexual a hombres con los que quedaban por redes sociales en Madrid.
La cita fue tempranera. Sobre las siete de la mañana del 13 de febrero, ese chico alto y tatuado apareció en la puerta con unas cuantas cervezas. Al inquilino del piso, un chico de 23 años de Madrid, no le apetecía beber tan pronto, pero su acompañante insistió. No lo conocía más que de unas pocas conversaciones por redes sociales de contactos. Esos tragos son lo último que recuerda: abrió los ojos unas horas después en su sofá, sin móvil ni ordenador. Acudió todavía aturdido a presentar una denuncia en la comisaria del distrito madrileño de Hortaleza y después, al hospital, donde determinaron que también había sido víctima de una agresión sexual. Este hombre encontró después el envoltorio del preservativo en la basura y el envase de un yogur que su atacante se había comido mientras él permanecía inconsciente.
Al día siguiente, otro hombre se presentó en esa misma oficina de atención al ciudadano y describió los mismos hechos, en este caso, sin violación, pero con la cara destrozada. La agresión se había producido el día anterior a la del chico de 23 años. Sobre las ocho de la tarde del 12 de febrero, este segundo denunciante había quedado con un chico al que había conocido por Grindr bajo el nombre de Activo XL. Su descripción era diferente a la que había ofrecido la víctima del día anterior. El primero era alto y con mechas en el pelo y el segundo más bajito, ambos latinoamericanos y muy tatuados. “En ese momento determinamos que no era un hecho aislado y que se trataba de varios autores”, apunta el inspector Eduardo Díez, de la comisaría de Hortaleza. Entonces comenzó un “trabajo artesanal” de comprobar una a una las últimas denuncias de robos con violencia presentadas en Madrid, en busca de más coincidencias. Encontraron otra muy parecida en el distrito de Usera.
El robo de los móviles de las víctimas dificultó el inicio de las pesquisas, porque las redes sociales eran el nexo de unión entre todos los robos. Sin embargo, una de las vías de investigación comenzó a fructificar y dieron con cuatro sospechosos que vivían en un piso turístico de Hortaleza y que habían aterrizado en España solo unos días antes. Los indicios apuntaban a ellos. Uno tenía antecedentes por los mismos delitos y el hermano mayor de otro de los hombres estaba en prisión por el mismo modus operandi. En ese momento encontraron en la casa a tres de ellos, mientras que otro se había marchado a Galicia, donde vive su familia. Había comenzado los trámites para pedir la residencia en España. A este último es al que se acusa de haber cometido la agresión sexual al chico de 23 años.
Turismo criminal
Al entrar en ese hogar provisional que habían escogido para sus días de “turismo criminal”, como lo define el inspector, los agentes descubrieron multitud de joyas, dispositivos electrónicos y tarjetas en cinco maletas. Cuando analizaron los objetos descubrieron que pertenecían a nuevas víctimas. En total, los investigadores les atribuyen ocho robos con violencia. Además de los de Hortaleza y Usera, registraron otros en el distrito de Salamanca, en el de Retiro y en el de Carabanchel. “Los agresores usaban Tinder y Grindr.
Había una persona más dedicada a gestionar estos perfiles, que “a veces usaban las fotos reales de los autores y otras, de gente que se les parecía, por eso las víctimas no se daban cuenta de que eran imágenes falsas”, apunta el inspector Díez. Además de robar objetos, también quitaban a las víctimas sus tarjetas de crédito y se iban de compras. Sus adquisiciones favoritas eran ordenadores y Iphones. “También compraron camisetas oficiales del Real Madrid y otra de una marca de lujo de 530 euros”, puntualiza el investigador Díez.
En todos los casos se han tomado muestras de las víctimas para averiguar si ha existido sumisión química, aunque los resultados aún no han llegado al juzgado. Sin embargo, en el registro de la vivienda que habían alquilado con una identidad falsa, los policías hallaron varios blísteres de somníferos. “Han visto un filón de negocio. Vienen a España, dan muchos golpes y se vuelven a marchar. En este caso llevaban un ritmo muy alto, porque llevaban aquí pocos días y creemos que todavía puede haber más víctimas”, explica el inspector. Todos ellos son colombianos y tienen entre 22 y 35 años.
Tras esa detención, el juez los dejó en libertad a todos, salvo al que se le atribuye la violación. Tan solo un día después de que salieran a la calle, los investigadores descubrieron otras tres agresiones con indicios que apuntan a que pueden estar involucrados. Los policías decidieron detenerlos de nuevo para atribuirles los nuevos delitos y encontraron a dos de ellos en el aeropuerto, a punto de entrar en un avión para regresar a Colombia. “El tercero no estaba ahí porque, al haber sido detenido el año anterior por hechos similares, no quiso arriesgarse a coger un vuelo”, apunta Díez. El juez volvió a dejarlos en libertad, esta vez, con medidas para evitar que salgan de España.