Paula Farias, coordinadora del proyecto de Médicos Sin Fronteras en el Mediterráneo, cree que “nadie se sube a una patera para tener una televisión más grande, que es la gran falacia en la que se refugia Europa”. “La gente no deja de cruzar porque estés ofreciéndoles unas condiciones de cruce menos seguras, la gente cruza porque no le queda más remedio”, apunta
CARALP MARINÉ. EL DIARIO.- 2.000 muertos, 2.000 vidas perdidas en el fondo del Mediterráneo. Este es el número de migrantes que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que se han ahogado tratando de cruzar hacia Europa en lo que va de año. Sin ir más lejos, 66 personas desaparecieron está semana en el fondo del mar en lo que se ha convertido en una crisis que deja huella semana tras semana. Desde que en 2014 finalizara la operación Mare Nostrum y con el deterioro de la situación en países como Siria o Yemen la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) se planteó la posibilidad de crear un operativo para rescatar a los miles de inmigrantes que viajan en patera hacia Italia. Una operación que está en funcionamiento desde mayo. Paula Farias, médica y coordinadora del proyecto, se muestra muy preocupada por la estrategia que sigue la UE a la hora de hacer frente a esta crisis humanitaria y asegura que la actitud de la Unión es “lamentable”.
Desde el 2 de mayo los equipos de MSF han rescatado a casi 11.000 personas, tenéis 3 barcos en activo en la costa italiana. ¿En que momento os empezáis a plantear la necesidad de crear una operación propia para abordar una crisis a la que la Unión Europ a (UE) no llega?
El año pasado estaba en marcha la operación Mare Nostrum que sacó del agua unas 170.000 personas, una operación coordinada por el gobierno italiano y financiada por la UE. En noviembre del año pasado se decidió suspender Mare Nostrum argumentado una cuestión de falta de fondos, pero básicamente había un problema político de base. En su lugar se puso en marcha la operación Tritón, que depende de Frontex, y que tenía una asignación presupuestaria mucho menor, una asignación de recursos muchísimo menor que Mare Nostrum y una cobertura de 30 millas marítimas desde la costa italiana, con lo cual todos los rescates del año anterior se quedaban fuera. Además, Frontex tiene un enfoque de control de fronteras, es el objetivo de la operación Tritón, mientras que el objetivo de Mare Nostrum era de búsqueda y rescate. Desde este momento, desde este cambio de tesitura, empezamos a pedir que se volviera a poner en marcha Mare Nostrum y empezamos a denunciar lo que iba a ocurrir en abril, y en vista de que las cosas no parecía que iban a cambiar nos empezamos a plantear que alguien tenía que cubrir este hueco y que a la espera de que fuera Europa lo cubriríamos nosotros.
Y llegó abril.
Lo que ocurrió a partir de abril era una muerte anunciada, nosotros ya sabíamos que iba a pasar esto, nosotros y todo el mundo, era evidente que una operación que había sacado a 170.000 personas del agua y con el deterioro de la situación en Siria, Yemen y Eritrea y en tantos países de origen, y sabiendo que habría un incremento en los cruces precisamente por este deterioro de los contextos de origen era una muerte anunciada.
Hablas de un cambio de tesitura, ¿ a qué responde realmente? ¿Qué estrategia se busc aba seguir desde l a UE?
La misma estrategia que sigue teniendo Europa. Lo que se busca es un control de fronteras, lo que se busca es como detener a toda esta gente para que no lleguen, porque luego cuando llegan no saben tampoco como repartírsela. En ningún momento se plantea: “no podemos consentir que el Mediterráneo sea una frontera que filtra a base de dejar que la gente se ahogue”, ese es un efecto secundario para el planteamiento europeo, el planteamiento sigue siendo el control de fronteras. De hecho, el siguiente operativo que se ha puesto en marcha a raíz de la escalada de cruces va enfocado a una primera fase de inteligencia; recogida de información, tratar de entender como funcionan las redes para luego atacarlas… En ningún momento se habla: “vamos a evitar que la gente se ahogue”, sino “vamos a atacar a las redes de trafico”. ¿Y qué pasa con todo esta gente? El planteamiento lógico desde mi punto de vista sería: ¿por qué hay traficantes? Porque hay con quien traficar, pero ¿qué pasa con todas estas personas? No están en el punto de mira de Europa. La conclusión que los p aíses de la UE sacaron de Mare Nostrum fue esta: “hacer más rescates supone un efecto llamada, lo que nos interesa es cortar el flujo de gente que llega a Europa, entonces, cortémoslo dejando de rescatarlos y además tratando de cortar las redes”. Cosa que además ha quedado demostrada que es falsa porque el año pasado con una operación de rescate potente hubo menos cruces que este año en el que no la hay, es decir, la gente no deja de cruzar porque estés ofreciéndoles unas condiciones de cruce menos seguras. La gente cruza porque no le queda más remedio, porque es la única vía que les dejamos para llegar a Europa. Hablamos de gente que tiene derecho a asilo y a refugio, esto es lo lamentable.
De hecho, la mayoría de los que llegan tienen derecho a pedir refugio.
El mismo Frontex reconoce que el 84% de las personas que cruzaron el año pasado eran gente que tenían derecho a solicitar el asilo y refugio, sin embargo, no les das una vía legal y segura para que lleguen. Entonces, como no pueden comprarse un billete porque no les dan un visado para poder venir a Europa acaban pagando por una plaza en una patera maltrecha cinco o seis veces más de lo que les costaría un billete de avión y encima jugándose la vida, lamentable.
¿Cuánto pueden llegar pagar?
Todos pagan miles de euros, nadie cruza por menos de mil y pico euros, más que un billete de avión.
Si la UE dejara que llegaran en avión incluso se ahorraría dinero con las operaciones en el Mediterráneo, aunque hablamos de un tema en el que el dinero no debería ser la prioridad.
Pero la propia UE sabe que cuando toda esta gente llegue tendrá que concederle refugio, porque tienen derecho. Por esto no quieren ponerse en los países de origen, porque tendrían que dar cabida a todos los que piden refugio, de esta manera dejan que el Mediterráneo filtre y pare un poco, como decía el ministro británico, ‘los enjambres’ de gente que llega. La propia Unión no quiere poner las vías legales porque las cifras se dispararían. Es una forma de esconder la cabeza y de esperar que el problema desaparezca cuando abran los ojos, pero el problema seguirá allí.
¿Crees que algunos países como España juegan con el discurso de la crisis y la falta de trabajo p ara justificar el rechazo a los migrantes?
Absolutamente, además las cifras que acoge España son irrisorias, si comparas con lo que acoge Italia o Grecia. Los números que maneja España no son ni un 3% del total de lo que llega en Europa. Pero ya sabemos el discurso operante que hay en Europa.
¿Se trata de voluntad política entonces?
Se trata de voluntad política y de estar a la altura de lo que se espera de esta Europa que se llama de los derechos.
El 6 de agosto dos barcos de MSF rescataban a 600 personas. ¿Cómo es un rescate de este tipo y qué tipo de profesionales están implicados en él?
Los tres barcos de MSF tienen planteamientos diferentes, el único que es de Médicos Sin Fronteras, nuestro, comprado y tripulado y operado íntegramente es el Dignity. Tiene una tripulación de profesionales que MSF a integrado en el equipo, son 10 personas de tripulación al uso: capitán, oficiales, jefe de máquinas, marineros… Y luego, lleva otras nueve personas: el coordinador del proyecto, médico, enfermera, madrona, una persona que recoge casos para luego haceradvocacy, llevamos un traductor de árabe para comunicarnos bien con las pateras y un encargado de la logística.
Y ¿cómo operáis?
Estamos patrullando a unas 30, 40 millas al norte de la cost a de Libia, en la zona donde se producen los naufragios. Tenemos dos formas de localizarlos: los propios radares de los barcos, y luego la mayoría de los avisos nos vienen del centro de rescate de Roma, que es la central de los guardacostas italianos. A ellos les llegan los avisos de los barcos en peligro y ellos localizan que barco de MSF o de otros del operativo de rescate están más cerca y si eres tu, vas tu a rescatarles. Subes a la gente a bordo y una vez a bordo el mismo centro de rescate te dirige a donde has de llevarlos para desembarcarlos. Al principio era casi siempre en Sicilia, pero ahora ya está saturado, entonces lo hacemos en Calabria y de allí los distribuyen en distintos sitios de la península.
¿Cómo es el Mediterráneo y en qué condiciones cruzan este mar los miles de refugiados que intentan llegar a Europa?
Los viajes son en condiciones tremendas, inimaginables, con distintos precios según la posición del barco en la que vayas. Hay gente que viaja abajo en la bodega y cuando hay incidentes trágicos son los que suelen fallecer, porque hay problemas de hacinamiento, asfixia y todo tipo de barbaridades. Viajan absolutamente hacinados en una situación de estrés máxima. Con barcos precarios, con una línea de flotación muy frágil, es fácil que vuelquen.
¿Cuáles son las consecuencias para la salud de un viaje como este? ¿En qué estado llegan?
Un problema clásico es que estas embarcaciones llevan bidones de combustible para ir reponiendo, y el combustible se vierte, se mezcla con el agua que está en el fondo, entonces produce unas quemaduras tremendas en la piel a la gente que esta empapuzada con esta agua. Y luego problemas sanitarios como deshidrataciones, consecuencias de estar muchas horas al mar, etc. Pero los problemas sanitarios suelen venir de atrás. Estamos hablando de gente que lleva a las espaldas muchísimo drama, la situación de encierro en Libia previo a la salida. Las redes los encierran, los maltratan, la misma situación en Libia es muy dramática para muchos de ellos.
¿Estamos reflexionando suficiente sobre las consecuencias psicológicas de una huida tan dramática, teniendo en cuenta que hay también niños y adolescentes?
Es gente con unos dramas encima que nosotros no podemos ni imaginar, el hecho del cruce en sí y la huida es el último escalón de un montón de carreras de obstáculos. Cuando los rescatas sienten alivio por pisar suelo seguro, de saber que alguien se está ocupando de ellos, pero, evidentemente, el drama va por dentro, pero no solo por este momento de cruce sino por todo lo que llevan detrás. Hay gente, muchos refugiados de guerra que vienen de Siria o Yemen, países con una violencia extrema y que han tenido que dejar sus casas, familias, todo. Empezando por allí, el daño psicológico, la situación de estrés postraumático es brutal.
Tienes una larga experiencia como médica en crisis humanitarias de todo tipo y en muchos sitios del mundo, ¿qué tiene esta crisis de particular?
Es una crisis especialmente indignante porque la respuesta la tiene Europa en sus manos, otras veces hay situaciones dramáticas en las que todo es mucho más complejo. Ojala no hubiera guerra en Siria, pero la hay, ¿y allí que podemos hacer? Bueno, se pueden hacer muchas cosas pero no está tan claro el camino. Sin embargo, en esto es sencillo, es: pongamos a toda esta gente que tiene derecho a refugio una vía legal para llegar a Europa. Asumamos que este problema esta ocurriendo, que las cifras son las que son, que hay 4 millones de sirios refugiados en los países limítrofes, como Líbano o como Turquía, que tienen millones de refugiados. Y son países mucho más frágiles que la media de los países de la UE, con sistemas de salud mucho más vulnerables y sin embargo están asumiendo estas cifras, haciendo un ejercicio de solidaridad y compromiso, mientras que Europa se pelea por unos número ridículos, unas cuotas de 32.000 o 40.000, mirando para otro sitio, comportándose de una manera vergonzosa. Esto es lo que es indignante, que en esta crisis la solución la tiene Europa que en este caso tiene muy sencillo el hacerle frente y, sin embargo, está volviendo al juego de siempre, la retorica: hablemos del problema de los traficantes, hablemos de solucionar el problema en el origen, que es un brindis al sol tremendo. ¡Ya nos gustaría que se pudiera solucionar la guerra de Siria, Yemen o Eritrea! pero están allí, y, evidentemente, entre que uno se pone a solucionar el problema en origen, ¿qué pasa con todas estas personas? La llave a este problema ahora mismo, a que deje de morir gente en el Mediterráneo la tiene Europa y lo único que tiene que hacer es estar un poco a la altura de lo que se espera de ella. Esto es lo que hace indignante esta crisis, en este caso Europa tiene un resorte que puede activar y no lo hace.
¿Qué le dirías al comisario europeo de Migración, Interior y Ciudadanía, Dimitris Avramopoulos, cuando dice “ la Comisión toma medidas con espíritu solidario”?
Le diría que echara un vistazo a las cifras. Por ejemplo, por coger un ejemplo, Siria tiene ahora 4 millones de refugiados fuera del país, 1 de cada 5 habitantes del Líbano son sirios. ¿Cuántos tiene Europa? Bueno, están haciendo un ejercicio sobre unos números que no reflejan en absoluto la dimensión del problema. Es cierto que es difícil de asimilar tanto número, pero más difícil es vivir en un país en guerra en el que están cayendo bombas encima de tus críos. Entonces, estamos hablando de dos formas de medir, de dos raseros. Cierto que Europa no sabe que hacer con tanta gente, que en su sistema su bienestar se tambalea, pero es que estamos hablando de la vida de mucha gente, que no es que quiera mejorar su bienestar, es que quieren seguir viviendo, quieren que sus críos no mueran en un bombardeo. Son dos formas de medir.
“Si la gente viene es porque están huyendo de situaciones muy dramáticas”, decías precisamente en una entrevista en la radio, ¿cómo hacemos entender esto a la ciudadanía europea que prefiere cerrar fronteras?
La respuesta a todas estas situaciones de falta de respuesta es el tratar de empatizar y ponerte en la piel del otro. Que se pongan en esta piel, a la de esta madre que sube a sus bebes, sus críos menores de cinco años, en una patera, en manos de unos traficantes, sabiendo que igual llegan o igual no llegan, sabiendo que se están jugando la vida, y los sube, ¿por qué los sube? Porque lo que si tiene es la certeza de que lo que deja en tierra es peor, sino, no se subiría. Nadie se sube a una patera para tener una televisión más grande, que es la gran falacia en la que se refugia Europa, diciendo “nuestro bienestar no podemos compartirlo, no todos podemos tener el mismo bienestar”. Es que aquí no se habla de bienestar, se habla de otra cosa. Y yo creo que pasa por allí, por ser capaces de empatizar, de ponerte en la piel y luego pensar cómo te gustaría a ti que te trataran en una situación similar. Que se pongan en una situación de desesperación y que piensen como les gustaría que les respondiera esta Europa de los derechos.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que en lo que va de año han muerto 2.000 personas intentando cruzar el Mediterráneo, ¿nos alarma suficiente este dato?
2.000 personas que se sepa, porque evidentemente los números serán infinitamente superiores. 2.000 son los que constan, pero ¿cuánta gente cruza y las barcazas no llegaron a dar el aviso y se hundieron? El Mediterráneo, el fondo del mar esconde muchas vergüenzas y las cifras son una de ellas. Yo me alarmo y me indigno. Repito, son familias con sus niños los que están dejándose allí la vida. No son migrantes económicos en busca de una tele más grande, que es el argumento que utiliza Europa y que es triste, es gente que huye con la certeza de que la vida en su tierra de origen es demasiado peligrosa para seguir y deciden jugarse la vida en el mar porque aun así les parece menos peligroso que quedarse en casa. A mi me indigna, al que no lo indigne que se lo haga mirar.