En campaña electoral, Ahora Madrid convocó a organizaciones y activistas para debatir sobre el modelo de Orgullo. El resultado: la creación de una plataforma que quiere «recuperar el espíritu de la protesta». Los colectivos se muestran muy críticos con el papel que ha desempeñado el Ayuntamiento en los últimos años: «ponía zancadillas y reducía apoyos», sostienen. Un grupo de activistas lleva años celebrando en Madrid un Orgullo alternativo con el objetivo de «recuperar la fuerza inclusiva de los inicios del movimiento»
MARTA BORRAZ. ELDIARIO.ES.- Articular el Orgullo LGTB, que tendrá lugar entre el 1 y el 5 de julio en Madrid, «desde los colectivos sociales y la ciudadanía para recuperar el espíritu de la protesta». Esa era la intención de Ahora Madrid al convocar a organizaciones, movimientos sociales y activistas a un encuentro el pasado 15 de mayo con el objetivo de «debatir qué modelo de Orgullo queremos». El resultado: la creación de la Plataforma 28J, que agrupa a 30 entidades por los derechos LGTB de la Comunidad de Madrid y que ya ha comenzado su andadura para demandar un Orgullo más reivindicativo.
Cuando se iniciaron los diálogos, Ahora Madrid era una candidatura que, casi un mes después, alcanzó un acuerdo con el PSOE de Antonio Miguel Carmona para gobernar el Ayuntamiento de la capital. Ahora, con Manuela Carmena como alcaldesa, se enfrenta a la gestión de uno de los eventos más multitudinarios de Madrid, una prueba de fuego que definirá si el consistorio cambia el rumbo de los últimos años y desempeña un «papel de implicación», como reclaman las organizaciones sociales.
Y es que, en opinión de Jesús Generelo, presidente de la FELGTB, el Ayuntamiento, gobernado desde 2011 por Ana Botella, «se ha limitado a tolerar el Orgullo, en el mejor de los casos, cuando no a poner zancadillas, reducir apoyos e intentar limitar su carácter reivindicativo». Un análisis que comparten desde Chrysallis Madrid, asociación de familias de menores transexuales que forma parte de la recién creada Plataforma 28J y que califica la actuación del consistorio como «de poca colaboración y entorpecimiento».
Ejemplo de ello es la negativa de Ana Botella de instalar el montaje de iluminación y sonido en el escenario final el año 2013 a tan solo 24 horas del inicio de la manifestación. Eso a pesar de que los organizadores contaban con su compromiso. En aquel entonces, varios colectivos denunciaron un «boicot»: «el Ayuntamiento cambió varias veces de interlocutores que ignoraban los acuerdos alcanzados previamente, se demandó la entrega de documentos ya presentados, se interpusieron numerosas multas dudosas, se recortaron escenarios y se denegaron las ayudas otorgadas anteriormente para potenciar eventos culturales y de participación ciudadana».
«Recuperar el contenido político»
Sin embargo, no solo se trata de una cuestión logística. El objetivo de Ahora Madrid es «intentar que en el Orgullo haya una representación que antes estaba olvidada», en palabras de Arkaitz Arce, portavoz del área LGTBI de la plataforma. Por ello, desde el Ayuntamiento de la capital, pretenden «incluir y dar apoyo a la unión de esos colectivos que eran críticos con la forma de gestionar el Orgullo en favor de uno mucho más diverso».
La idea se ha traducido, por el momento, en la creación de la plataforma, en la que Ahora Madrid participa con voz pero sin voto y en la que tiene presencia para «recoger las propuestas y necesidades de los colectivos». Una de ellas, la puesta en marcha de una Feria de entidades LGTB en la madrileña calle Augusto Figueroa, en la que los colectivos han instalado sus puestos informativos, que comenzó el pasado 25 de junio y se clausura este domingo 28. Además, una acción simbólica: por primera vez, la bandera arcoíris ondea en el Palacio Cibeles, sede del Ayuntamiento, a pesar de la oposición de la delegada del Gobierno, Concepción Dancausa. El acto, celebrado este domingo, ha contado con la presencia de activistas sociales y ha sido presidido por la alcaldesa Manuela Carmena.
El edificio de la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, también ha amanecido este 28 de junio con una bandera arcoíris colgada en el balcón principal. Más allá de estos gestos, para los colectivos más críticos, lo esencial es «recuperar el contenido político y reivindicativo del Orgullo, que está manejado por unos pocos y solo visibiliza la fiesta», sostiene el activista Pablo Costa, que ha estado participando en las reuniones de la Plataforma 28J. En su opinión, «la marcha debe convertirse en una manifestación y dejar de ser una cabalgata».
En definitiva, reconquistar el espíritu de las revueltas iniciadas un 28 de junio en el bar Stonewall Inn de Nueva York hace 46 años. Ese día, un grupo de transexuales, drag queens, lesbianas y gays, hartos del hostigamiento al que estaban siendo sometidos, se rebelaron contra la policía de la ciudad. Ese hecho marcó un antes y un después en la defensa de los derechos LGTB.
Para Costa, es clave que la organización del MADO (nombre comercial del Orgullo) corra a cargo de AEGAL, una asociación de empresarios que, en su opinión, «mercantiliza el evento y prioriza el lucro». Sin embargo, Generelo, presidente de FELGTB (uno de los organizadores de la manifestación junto a COGAM), considera que la asociación «aporta estructura, estabilidad y fluidez».
En respuesta a las críticas que reciben sobre la «falta de contenido político del Orgullo», Generelo apunta que «hay reivindicación y siempre la ha habido (…) la manifestación tiene un contenido muy claro con una pancarta que pide algo muy preciso» (este año será «Leyes por la Igualdad Real ¡Ya!»). Sin embargo, reconoce que «se puede mejorar, pero necesitamos apoyo del Ayuntamiento e implicación de la gente».
Un orgullo crítico en las calles
Ese Orgullo más reivindicativo que demanda la Plataforma 28J es también lo que pide un grupo de movimientos sociales y activistas que lleva varios años celebrando en Madrid un Orgullo alternativo, que en esta ocasión adopta el nombre de «Orgullo Crítico 2015». Cada año, organizan de forma asamblearia una serie de actividades, debates y talleres (además de una manifestación cada 28 de junio) con el objetivo de «recuperar la fuerza inclusiva de los inicios del movimiento sobre los ejes de la autogestión, el anticapitalismo y el transfeminismo».
Uno de los aspectos del que llaman «Orgullo oficial» más criticado es que «prioriza un sujeto muy determinado, el que más vende: gay, sano, guapo y listo para el consumo», sostiene una de las activistas participantes. Por eso, su intención es «poner en el centro lo que se suele dejar en los márgenes y recordar que las luchas tienen que estar unidas: no podemos hacer un Orgullo sin conectarlo con la lucha por el cierre de los CIEs, contra la ley mordaza o por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos».