El Periódico.- El 9,4% del alumnado de primaria y secundaria afirma que hay acoso escolar en su clase, una cifra que sigue siendo muy preocupante aunque se trata de la más baja de los últimos años y es muy parecida a la de otros países (la media de la OCDE es de 8,3%). A pesar de todas las campañas de concienciación, el informe ratifica que uno de los grandes problemas para combatir el ‘bullying’ es la ley del silencio. Casi la mitad de los estudiantes admite que no actúa cuando un compañero o compañera es víctima de un agresor. Así lo revela el informe anual de las fundaciones de Ayuda a Niños, Niñas y Adolescentes en Riesgo (ANAR) y Mutua Madrileña, publicado este miércoles y realizado con encuestas a 9.300 niños y niñas de varias comunidades autónomas entre 11 y 14 años.
Titulado ‘La opinión de los estudiantes’, el estudio confirma que el ‘bullying’ va a la baja. Las ediciones anteriores constaban cifras mayores de esta pesadilla escolar: 11,8% en el curso 2022-23; 24,4% en el 2021-22; y 15% en el 2020-21 (el curso de la pandemia, cuando se produjo el cierre físico de las escuelas). La disminución, entre otros motivos, se explica porque en las anteriores ediciones los técnicos preguntaban a los estudiantes sobre la percepción que tenían del ‘bullying’. Este año es el primero en el que se pregunta directamente a los chavales y chavalas si conocen, efectivamente, algún caso.
Tomar partido
“Es importante seguir sensibilizando a los adolescentes de la importancia de no callar si presencian un caso de ‘bullying’. Hay que seguir empoderándoles para que tomen partido, defiendan a la víctima y comuniquen de inmediato la situación a las familias y a los docentes”, explica Lorenzo Cooklin, director general de fundación Mutua Madrileña, institución que coopera con ANAR para la realización del informe.
En la mayoría de los casos, el ‘bullying’ se comete de manera presencial (6,5%) mientras que el resto se produce de forma online o combinando ‘ciberbullying’ y acoso físico. En el caso del ‘ciberbullying’, se comete vía redes sociales: WhatsApp (71%), Instagram (44%) y TikTok (41%). La Inteligencia Artificial (IA) también está presente en el 20% de las situaciones. Insultos, motes y burlas son el tipo de acoso más frecuente (87%), seguido del aislamiento (42%), la difusión de rumores (26%) y los golpes y patadas, un tipo de acoso que ha disminuido en un año del 24% al 22%.
El ‘bullying’ no es un acoso puntual o una burla esporádica. Es una pesadilla alargada en el tiempo. El informe de ANAR asegura que dura meses en el 47% de los casos, mientras que en el 26% se alarga semanas. El 26% lo sufre durante más de un año. “En estos casos, las víctimas suelen sufrir traumas complejos de tratar. Especialmente relevante es el acoso psicológico, que no deja marcas visibles pero daña profundamente a las víctimas. Es importante la atención temprana de cualquier caso y seguir trabajando en la prevención en las aulas”, explica Benjamín Ballesteros, director de programas de la fundación ANAR.
Rodeados de una camarilla
Los acosadores no suelen estar solos sino que se rodean de una camarilla. En la mitad de los casos, el ‘bullying’ se lleva a cabo por varios verdugos. ¿Por qué acosan? Los motivos más frecuentes para meterse con la víctima son las cosas que hace o dice (casi el 58%) y su aspecto físico (55%). Casi el 20% de los encuestados aseguran que el acoso se produce porque la persona agredida “huele mal o está sucia”. La orientación sexual es otro de los motivos esgrimidos (7%).
El porcentaje de ‘bullying’ aumenta si en lugar de preguntar a los estudiantes, se pregunta a los docentes. Uno de cada cinco (20%) profesores tiene conocimiento de algún caso, la mitad de ellos explica que lo sabe porque la víctima se lo cuenta. Esto sucede especialmente en secundaria. En primaria, los docentes tienen constancia de los casos porque la familia se lo comenta. En opinión de los profesionales de la enseñanza, la inmensa mayoría de los acosadores (82%) se sienten superiores al resto. Son, añaden, chavalas y chavales agresivos que tienen falta de control y que han normalizado la violencia. Según su percepción, en casi el 80% de los casos hay problemas familiares detrás de esa actitud chulesca.