El Mundo.- Turquía ha vivido en los últimos tres días una ola de xenofobia sin precedentes, con ataques contra hogares, tiendas y automóviles de refugiados sirios. Al menos un sirio menor de edad ha muerto y otro ha resultado herido en ataques con cuchillos perpetrados en dos ciudades del sur de Turquía. Las autoridades han llamado a la calma y aumentado el despliegue policial para frenar la violencia, tras tres jornadas de ataques que continúan extendiéndose a lo largo del país. Cerca de 500 personas han sido detenidas desde el pasado domingo por participar en los disturbios.
Los altercados han provocado un estallido de violencia en el norte de Siria, donde Turquía tiene desplegadas tropas desde 2016. Al menos 7 personas han muerto por disparos en protestas contra los ataques a refugiados en Turquía, según anunció el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que depende de una red de fuentes dentro de Siria.
Los ataques contra la población siria en Turquía empezaron el domingo en Kayseri, en el centro de Anatolia, por un vídeo que circulaba en redes sociales en el que un joven sirio abusaba sexualmente de un familiar suyo menor de edad. Una muchedumbre armada con cuchillos quemó vehículos y rompió los cristales de las tiendas de refugiados sirios. «No queremos refugiados en nuestro país» gritaban los atacantes en los vídeos de los disturbios aparecidos en redes sociales.
Ante el estallido de violencia, el jefe de policía de Kayseri, Atanur Aydin, prometió «tomar medidas» contra el presunto autor de los abusos sexuales y aseguró «su deportación y la de su familia». La gobernación provincial llamó a la ciudadanía a la calma y pidió que no realizaran «acciones distintas a las anunciadas por las autoridades». La Asociación de Medios y Migración ha declarado a El Mundo que los ataques se han extendido a al menos 13 provincias del país.
La organización condenó la ola de violencia y denunció la falta de medidas institucionales para frenar la xenofobia y acoger con plenos derechos a los solicitantes de asilo. «Deben tomarse urgentemente las medidas necesarias para poner fin a esta agresión que se prolonga desde hace días. Los responsables deben ser juzgados. Nuestra lucha (de las ONG) continuará hasta que termine la violencia y establezcamos una vida libre e igualitaria junto con los refugiados», ha señalado la organización.
Turquía acoge cerca de cuatro millones de refugiados sirios con un estatus de protección temporal. Pese a que desde hace años tienen acceso a obtener permisos de trabajo, debido a los costes de los trámites la mayoría de empresas se niegan a contratarlos y la gran mayoría se ven forzados al empleo sumergido.
La falta de políticas de integración los ha amontonado en barrios en los que tienen poco contacto con los ciudadanos turcos. El rechazo a su acogida se ha disparado en el último lustro, a medida que la situación económica ha empeorado. Los refugiados sirios se han convertido en el chivo expiatorio de todos los males del país y su expulsión ha centrado las propuestas electorales de partidos opositores.
LAS REACCIONES GUBERNAMENTALES
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, condenó los ataques contra la población siria y criticó que se haya usado como «provocación» para los disturbios en el norte de Siria. «Ni nosotros ni nuestros hermanos sirios caeremos en esta astuta trampa», aseguró. Centenares de personas quemaron banderas turcas y lanzaron objetos contra vehículos militares turcos en el norte de Siria.
La creciente violencia obligó a las autoridades turcas a cerrar un puesto fronterizo, después de que varios camioneros fueran atacados en el lado sirio. A los disturbios se le añade cierta inquietud entre las milicias sirias aliadas de Ankara, porque Erdogan ha dado señales de querer mejorar relaciones con su homólogo sirio, Bachar al Assad. Un acercamiento diplomático podría suponer la retirada de las tropas turcas de Siria -el único valedor de los militantes islamistas opositores a Assad- pero también un acuerdo de retorno de los refugiados sirios a su país de origen.
