Levante.- «Pintar carteles en las casas era algo que hacían los nazis con los judíos», afirma una vecina del Cabanyal de 75 años que nació en el barrio y que tiene una vivienda alquilada a una familia desde hace 3 años. «¿Qué es esto la Noche de los Cristales Rotos?», se pregunta. Hace años se rehabilitó una casa «con gran esfuerzo» y ahora la tiene arrendada. Iniciativas como la suya, de pequeños propietarios, «ha servido para poner en valor» esta barriada del Marítim pues había multitud de pequeñas fincas «ocupadas o en ruinas». El sábado pasado, en una acción de protesta apoyada y promovida por la Associació Veïnal Cuidem El Cabanyal-Canyamelar, por el Sindicat de Barri El Cabanyal y el Sindicat d’Habitatge de València, le pintaron el letrero «Alerta Vivienda Turística», en la puerta de su casa, censurando que es un inmueble que arrienda a turistas. «Me han pintado la puerta cuando ni siquiera la tengo alquilada a turistas, y a muchas personas, a muchos vecinos del barrio de toda la vida les ha pasado lo mismo, han pintado sin ton ni son hasta el punto que nos sentimos acosados», comenta. El Cabanyal tiene muchos retos y problemas que afrontar, añade, «como los toxicómanos, la necesidad de arreglar el Paseo Marítimo o los niños que están sin escolarizar», pero no es culpa de quienes «legalmente y después de años de esfuerzo y de trámites administrativos, estamos alquilando una vivienda para obtener unos ingresos extras». A su juicio, «es el ayuntamiento el que tiene que actuar contra los apartamentos ilegales y el que tiene que tomar medidas, si procede» para evitar la gentrificación del barrio.
«A mis clientes turistas ya les han insultado»
En la misma línea se manifiesta otro pequeño propietario que advierte que algunos de sus turistas clientes «ya les han insultado» por el mero hecho de alojarse en el barrio del Marítim. En su caso, también hace años, adquirió dos viviendas, una de ellas como residencia habitual, y la segunda, para alquilarla a turistas. «Tengo todo legalizado, pago muchos impuestos y doy trabajo a dos personas que limpian y mantienen el piso», comenta. El sábado le pintaron en su puerta este rótulo que señaliza su casa. «Las personas que se alojan en mi vivienda gastan dinero en los bares y negocios del barrio. Siempre intento guiarlas hacia los sitios auténticos, regentados por personas del barrio que conozco, algo que ocurre mucho menos en el caso de los turistas de hoteles. He invertido mucho en mi vivienda turística, prácticamente todo mi patrimonio, y no creo que sea justo estar señalizado, o tener miedo por los turistas; ya he tenido varios incidentes desagradables», comenta con miedo. De hecho, no quiere salir del anonimato.
«Lo que ocurrió -relata indignado-, el sábado 27 de abril por la noche, fue algo casi nazi y también injusto porque no señalaron a apartahoteles ni hoteles ni a fondos de inversión. Fue claramente un acto violento y creo que se entenderá sólo cuando haya una agresión hacia un turista o un propietario de vivienda turística. Esto va a suceder, y entonces veremos quién tiene la responsabilidad política de estas acciones», advierte este residente.
«Por primera vez estoy considerando instalar una cámara de seguridad, aunque normalmente estoy en contra de estas medidas. Sé que lo están pasando mal también otras personas en el barrio», matiza. De hecho, la acción llevada a cabo por la Associació Veïnal Cuidem El Cabanyal-Canyamelar, por el Sindicat de Barri El Cabanyal y el Sindicat d’Habitatge de València ha dividido a la ciudadanía. En redes sociales, en la calle, en el mercado del Cabanyal… ha suscitado apoyos de vecinos porque no pueden acceder a una vivienda asequible mientras que otros residentes han advertido que les han pintado sus propiedades que no son viviendas para turísticas. En cualquier caso, estos pequeños propietarios que alquilan sus pisos lamentan que estos colectivos cívicos no hayan señalizado los inmuebles de grandes tenedores, de fondos de inversión ni los hoteles o los apartahoteles, que a su juicio, sí provocan la masificación de turistas y la gentrificación. Y tienen miedo. Temen posibles represalías.