EFE/Pilar Mazo.- Los agresores sexuales grupales tienen una media de edad entre 19 y 25 años y, en general, suelen ser más jóvenes y violentos que los que actúan en solitario; además de tener una relación con el consumo de alcohol y de sustancias químicas previa a acometer este delito.
Este es uno de las conclusiones iniciales del estudio que realiza actualmente el grupo Psicología y Criminología de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), de cuyo contenido ha informado a EFE una de sus investigadoras principales, Agustina Vinagre.
Este grupo de investigación está enfocado en el estudio y análisis de los perfiles de los agresores sexuales en grupo y de las víctimas, así como de las consecuencias que estas acciones delictivas producen en ellas, ha explicado Vinagre, también coordinadora del Máster en Victimología y Criminología de UNIR.
Ha rehusado pronunciarse sobre la agresión sexual grupal a dos niñas de 12 y 13 años en Logroño el pasado día 9, por la que han sido identificados siete menores, cinco de ellos detenidos, dado que se trata de una investigación abierta.
Agresores sexuales grupales jóvenes
El estudio de este grupo se basa en una revisión sistemática de las publicaciones científicas nacionales e internacionales de los últimos cinco años sobre las agresiones sexuales grupales, ha precisado.
Los resultados hallados hasta la fecha apuntan a que la edad de los agresores sexuales grupales cada vez es menor y ha considerado “realmente preocupante” que, de forma “excepcional”, haya algunos que tienen menos de 19 años e, incluso, 12 o 13.
Ha defendido que, por ejemplo, es “raro” encontrar una agresión sexual en grupo de hombres mayores de 40 años.
En el caso de los agresores sexuales individuales, ha explicado que el rango de edad es más amplio porque hay desde jóvenes hasta otros que superan los 50 años.
Otro aspecto que ha destacado de este estudio es la “fuerte” influencia que ejerce en esos agresores la presión del grupo, ya que, de manera individualizada, no cometerían este tipo de delitos y, cuando lo hacen de forma grupal, la agresión sexual, incluso, es más violenta.
Pocos datos sobre las víctimas
Respecto al perfil de la víctima de este tipo de agresiones, ha añadido, los resultados obtenidos en el rastreo de las publicaciones científicas analizadas reflejan que no hay datos concluyentes porque da la impresión de que la edad de la víctima se ha estudiado menos.
Las referencias científicas existentes respecto a estas víctimas aluden a las consecuencias que tiene la agresión sexual en ellas a nivel emocional y de salud, pero no en cuanto a su perfil, que “no existe, lo que nos llama mucho la atención”, ha incidido esta investigadora.
Ha reconocido que “las agresiones sexuales grupales en un tema complicado y, quizá, el problema fundamental de este fenómeno es el incremento de casos que estamos observando” y el que cada vez los implicados son más jóvenes.
En el estudio también se aprecia la ausencia de resultados en cuanto al consumo de alcohol u otras sustancias, como puede ser la droga, en las víctimas de este tipo de hechos, salvo que se trate de agresiones sexuales por sumisión química.
Los miembros de este grupo de investigación tienen constatado que, en general, las víctimas de agresiones sexuales son más reticentes a presentar denuncias, lo que explica que existan menos datos al respecto.
Sin embargo, cree que ha habido un punto de inflexión al producirse el caso de la Manada, nombre por el que se conocen los sucesos relacionados con una agresión sexual grupal durante las fiestas de San Fermín de 2016 en Pamplona.
Consumo de pornografía
A partir de entonces, ha precisado, “se está trabajando más en la investigación de las características de las agresiones sexuales grupales, sobre todo, para tratar de conocer si hay aspectos diferenciales” con las individuales, pero, hasta ahora, los resultados concluyentes atañen más a la edad de los agresores y a que este tipo de hechos suelen producirse en ambientes de ocio.
El acceso fácil de los menores y adolescentes a contenidos sexuales poco tamizados en internet es otra de las conclusiones de esta investigación, en la que se ha detectado que visitan páginas con contenido pornográfico que requieren pasar unos filtros de edad, aunque se aprecia que no existen como tales.
Este acceso de los menores, cada vez a edades más tempranas, a este tipo de contenidos pornográficos desata que “confundan lo que es una relación (sexual) sana y consentida” con una que no lo es, ha concluido.