Atlántico/Ana J. Pastor.- El juzgado considera que el conflicto con la pareja gay que vive al lado fue motivada por las molestias y no por su condición sexual
El Juzgado de lo Penal número 3 de Vigo ha absuelto a un vigués de los delitos de odio y contra la integridad moral de los que había sido acusado tras la denuncia de sus vecinos, una pareja gay, con la que mantenía un conflicto por ruidos.
La sentencia considera que las distintas versiones contradictorias de los testigos impiden acreditar los hechos, pero que, aun en el hipotético caso de que se entendiera acreditada la referida conducta, proferir la expresión “maricones de mierda”, “tampoco concurren pruebas, indicios o circunstancias periféricas» para mantener que fue motivada por animadversión o desprecio a la orientación sexual y que no tenía la entidad necesaria para menoscabar la integridad física de los denunciantes.
Es más, asegura que la falta de ánimo se ve reforzada por los distintos testimonios que aseguraron que hubo distintos insultos por parte del acusado, quien aunque negó la citada expresión, sí admitió haber utilizado otras expresiones como “sinvergüenzas”, “evidenciando con el uso de estos insultos una general intencionalidad de ofender” .
Sí considera el fallo no obstante que quedó probado que el origen del conflicto entre las partes eran los ruidos de los denunciantes a altas horas de la madrugada, lo que llevó a la Policía a acudir al menos en seis ocasiones a su domicilio.
El acusado relató durante el juicio el calvario al que estaban sometidos él y su familia a consecuencia del volumen de la música y la televisión a altas horas de la madrugada por parte de estos vecinos, “temblaban las paredes”, afirmó. Dijo que se había comprado esa vivienda en Bembrive “para estar tranquilos, porque mi mujer tenía un embarazo de riesgo y ya había perdido un bebé, pero empezaron los problemas de ruido”. Tuvo que ir en dos ocasiones a llamarles la atención a los jóvenes de la casa de al lado, cuya condición sexual no conocía (dijo) hasta que llegó la denuncia. “Cuando fui a las tres de la mañana, ya fui de mal humor, y golpeé la puerta, pero les llamé sinvergüenzas». La sentencia no es firme y contra ella cabe recurso.