Cope/Sefi García.- 4 de cada 10 están relacionados con el racismo y la xenofobia, el 25% con la orientación sexual y dos de cada 10 con la ideología.
Los delitos de odio siguen creciendo en nuestro país. Según las últimas cifras del ministerio del interior, en 12 meses se incrementaron en casi un 29%, pero solo 3 de cada 10 víctimas de un delito de odio denuncia. Aun así, la memoria de la fiscalía ha detectado un aumento de más del 44% de los escritos de acusación presentados, en especial de los relacionados con la xenofobia (4 de cada 10). Internet, redes sociales y los perjuicios están detrás de estas prácticas delictivas, penadas en el código penal y muy difíciles de demostrar.
Pongamos que se llama Carmen, que es lationoamericana y que vive en Navarra. “los hijos de una de mis vecinas pasaban con sus motos que suelen hacer muchísimo ruído. Los vecinos se hartaron y denunciaron. Vino la policía, y al día siguiente, la madre llamó a mi puerta. Pensaba que había sido yo la que había denunciado, no se atrevió a llamar a ninguna otra puerta. Eramos los únicos extranjeros que vivíamos en el edificio. Empezó a insultarme”.
Ella denunció por delito de odio, por racismo, que junto a la xenofobia supone el 40% de todos los denunciados. Algo más de 1.800 casos de delitos e incidentes de odio registraron Policía y Guardia Civil según el último Informe sobre la evolución de este tipo de delitos realizado por el ministerio del Interior. En 12 meses han aumentado casi un 29%.
“Hay que denunciar, es bueno-nos cuenta Cecilia Themme, de la asociación SOS Racismo- pero son delitos muy difíciles de demostrar, están castigados en el código penal, pero es muy difícil que lleguen a condenar al supuesto agresor”. Esa “falta de confianza en el sistema” es una de las razones por las que no se acude a la policía. Pero también están el miedo a perder el trabajo, la situación irregular y sobre todo, el desconocimiento. Otros factores que influyen son “la vergüenza a sentirte discriminado por ser como eres, la humillación, la rabia y la impotencia, con efectos severos en la autoestima”.
Nuestra migrante, Carmen, se atrevió a denunciar. Lo hizo porque “descubrí que denunciando puedes frenarlo, aunque no se acabe, al menos para que no le pase a otra persona. Te ven como una persona de afuera que vienes a quitarles el trabajo”.
Pero las denuncias y los datos oficiales son la punta del Iceberg de un problema social asentado que se sigue diseminando en las generaciones más jóvenes.
Pero solo 3 de cada 10 se denuncian, sobre todo entre los jóvenes, según un estudio realizado por la Asociación Columbares, que ha detectado además que casi 4 de cada 10 menores de 29 años afirma haber sido víctima de un delito o incidente de odio.
Las cifras del odio
La FAD, que estudia los hábitos y comportamientos de los adolescentes y jóvenes ha hecho un estudio para conocer su percepción sobre los comportamientos discriminatorios. Llama la atención que el 74% de los encuestados confiesen haberse sentido discriminados en alguna ocasión. 3 de cada 10 reconocen haber presenciado algún comportamiento racista, más del 14% lo han sufrido y cerca del 6% las han ejercido. Los datos muestran también que cuando los comportamientos son considerados menos graves, como burlas o insultos, ese porcentaje sube entre 10 y 15 puntos, es decir, casi el 20% ha tenido comportamientos discriminatorios. Dato a tener en cuentas es que 4 de cada 10 creen que es la falta de adaptación de los inmigrantes la razón tras los discursos racistas.
En otro informe, casi 4 de cada 10 jóvenes entre 18 y 29 años confirman haber visto páginas en las que la gente publica mensajes que atacan a determinadas personas o colectivos.
¿Por qué crece el odio?
Miedo, desconfianza, desconocimiento…están detrás de estas actitudes, nos cuenta Miguel Angel Rodríguez Felipe, experto de la FAD, que se manifiestan “en estereotipos y prejuicios, en consideraciones de como son determinadas personas basadas en un puñado de datos, con una gran falta de conocimiento en detalle sobre estas personas que luego son discriminadas. Así va creciendo uno” .
Justamente, una de las herramientas pedagógicas que se utilizan para revertir esa idea prefijada de otro ser humanos es “conocer a una persona de ese colectivo. Una vez que tu conoces a alguien de un colectivo al que discriminabas probablemente deje de ser parte de ese colectivo y pase a ser una persona concreta a la que valoras por sus circunstancias”.