AFP. – Decenas de tumbas de un cementerio protestante de Jerusalén fueron profanadas, informaron este miércoles las autoridades religiosas locales que expresaron su «consternación».
En el cementerio protestante en el Monte Sión, donde los cristianos creen que se celebró la Última Cena de Jesús, las lápidas yacían rotas en pedazos y las cruces por el suelo.
«Descubrimos que más de 30 lápidas y cruces estaban rotas en pedazos», señaló Hosam Naoum, un obispo anglicano, a los periodistas que se congregaron en el camposanto.
Las autoridades eclesiásticas indicaron que los daños se descubrieron el martes y que las imágenes de las cámaras de seguridad del 1 de enero muestran a dos hombres vestidos como judíos ortodoxos destrozando el cementerio.
«Estos actos criminales fueron motivados por la intolerancia religiosa y el odio contra los cristianos», aseveró la Diócesis Episcopal de Jerusalén en un comunicado.
La policía israelí informó el martes de que había iniciado una investigación.
De pie frente a una de las tumbas afectadas, Naoum expresó su pesar: «No solo estamos consternados, sino muy entristecidos».
El obispo declaró que el camposanto se estableció a mediados del siglo XIX y es el lugar de descanso final de figuras como clérigos, científicos y políticos.
Entre ellos, se encuentran «personas de gran importancia que contribuyeron a la historia de Jerusalén y la vida de la población», agregó.
El ministro de Exteriores de Israel pidió que se procesara a los autores y escribió en su cuenta de Twitter que «este acto inmoral es una afrenta a la religión».
El Monte Sión se halla fuera de las murallas de la Ciudad Vieja y ha atraído a peregrinos durante siglos. También es venerado por los judíos, como el lugar bíblico donde fue enterrado el rey David.
En diciembre de 2021, los líderes de la Iglesia advirtieron que los «cristianos se han convertido en el blanco de ataques frecuentes y sostenidos por parte de grupos radicales marginales» en Jerusalén y en Tierra Santa.
La nota de prensa criticó la inacción de las fuerzas de seguridad y los funcionarios locales, acusaciones consideradas «infundadas» por la Cancillería israelí.