El País/Alba Freixas.- La ruta canaria es la más mortífera y concentra el 68% del total. Los fallecimientos han descendido este año a niveles de 2020 pero siguen siendo más de 2.000
En el último lustro han fallecido de media seis personas al día intentando llegar en embarcaciones precarias a las costas de España, según el último informe de Caminando Fronteras presentado este lunes en Barcelona. La organización lleva 15 años recopilando información sobre rescates y naufragios y es la más activa a la hora de alertar a las autoridades de las situaciones de riesgo es las que se encuentran las pateras y cayucos que parten de orillas africanas hacia costas españolas.
El documento concluye que 11.286 personas han perdido la vida desde 2018 en sus rutas entre la costa del sur de Senegal hasta Argelia y constata la desaparición de 241 embarcaciones con todos sus miembros a bordo. Desde 2014, Caminando Fronteras dispone de una base de datos con todas las alarmas que reciben de embarcaciones en peligro en el mar, contabilizando a las personas fallecidas y desaparecidas en estrecho contacto con sus familias y comunidades migrantes. Los migrantes fallecidos estos cinco años procedían de 31 países como Malí, Argelia, Marruecos, Senegal o Gambia.
Este año el nivel de fallecimientos ha descendido a niveles de 2020, pero Caminando Fronteras advierte de que sigue estando encima del umbral de 2.000 muertes y señala que el “pico de mortalidad” que se registró en 2021 es un reflejo de las tensiones en las relaciones entre España y Marruecos. Ese año, además de las tensiones y la menor colaboración entre países, el flujo de llegadas irregulares por mar se mantuvo alto y se concentró en la ruta canaria, mucho más peligrosa que el resto. La vía atlántica de las islas, de hecho, acumula el 68% de las muertes (7.692), con una amplia diferencia respecto a la segunda, la argelina (1.526), seguida de la de Alborán (1.493). El descenso de fallecimientos de este año coincide con una caída de las llegadas del 25% respecto a 2021.
Helena Maleno, fundadora de la entidad, ha denunciado en la presentación que los países europeos solo colaboren para “el control migratorio” pero no para proteger “el derecho a la vida” de las personas migrantes, forzadas a trasladarse por razones como “conflictos armados, la violencia machista o el cambio climático”. Ha señalado que este informe supone un “acto de reparación” para las familias y comunidades con migrantes desaparecidos: “Esta tarea debería hacerla la Administración pública, pero seguiremos hasta que se asuman responsabilidades para contar a las personas que llegan y no llegan”. Maleno ha señalado la “invisibilización” que se produce cuando no se registra a las embarcaciones desaparecidas después de una semana si no han llegado al territorio español.
La activista fue investigada por Marruecos en 2015 y 1027 acusada de tráfico de migrantes por alertar a Salvamento Marítimo en sus labores de auxilio. Después de que la causa se archivase en un tribunal de Tánger en 2019, Maleno fue deportada de Marruecos el año pasado. Desde hace veinte años trabajaba en el país africano bajo amenazas denunciando las vulneraciones de derechos humanos tanto de las autoridades marroquíes como las españolas.
Además de Maleno, la Organización Internacional para las Migraciones también calcula las posibles víctimas en el mar, aunque sus datos son mucho más conservadores. Según este organismo de la ONU, 5.002 migrantes han fallecido en dos rutas (mediterráneo occidental y atlántica) desde 2018, un 55% menos de lo contabilizado por Caminando Fronteras en el mismo periodo.
Testimonios de la tragedia de Melilla
Las investigaciones de Caminando Fronteras, que recogen datos cuantitativos y cualitativos, incluyen testimonios como los de un líder comunitario presente en el salto en Melilla y Nador este verano. “Lo que vimos en Beni Mellal, inmediatamente cuando salimos de la estación, fue a más de 400 personas fuera. muchas de ellas eran niños. Había niños de 12, 13 o incluso de 9, 10 años, eran muy pequeños. Vimos muchos heridos, gente que se había roto las dos piernas. Nos pusimos manos a la obra y empezamos a llevarlos al hospital inmediatamente. Pero cuando volvimos para darles algo de comer, descubrimos que el problema real de muchos niños era que no tenían hermanos, ni hermanas, ni madres. ‘Dónde están tus hermanos?’, preguntamos. Y ellos dicen: ‘Los dejé en Nador. Ya no viven. Han muerto”. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos ha notificado 77 desaparecidos tras este episodio.
A.T., madre de una niña fallecida en la frontera, declaró: “Ya la he visto, sí es mi niña. Gracias por encontrarla. Está hinchada, me han dicho que es por el mar, pero es ella, lo he sabido nada más verla, lleva la ropa que le puse yo y las trenzas que le hice yo misma. El gendarme me ha dicho que haremos test de sangre, pero sé que es ella. Me han preguntado si me la quiero llevar o enterrarla aquí. Les he dicho que somos musulmanes y que solo quiero que se entierre lo antes posible, que la laven y le recen como dicta el Corán. No tengo fuerzas, era mi única hija. Me siento culpable por no haberla protegido, pero no pude montar en la zodiac. Ojalá hubiese muerto con ella”.